27-. Difícil de predecir

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Ariana

No dejaba de dar vueltas en mi habitación, una mala sensación no ha dejado de molestarme, y Daniel no contesta mis llamadas.

Después del milésimo intento, contestó.

― ¿Daniel?― dije nerviosa.

― Hola.― era una mujer― Mi nombre es Elisa. Te respondo de la clínica principal de la ciudad. Daniel está en cuidados intensivos, está muy grave y corre riesgo de muerte. Le dispa...

Antes de que terminara la oración, ya estaba llorando de desesperación. Pensé en llamar a Álex, pero es muy temprano y siempre está ayudándome. 

Son las ocho de la mañana. No he podido dormir de las cinco, ya encontré la razón.

Llamé un taxi, y mientras lo esperaba me coloqué un jeans y un abrigo sobre mi pijama. Me cepillé los dientes, lavé mi cara y bajé corriendo las escaleras.

― ¿Ariana? ¿A dónde vas? ¿Estás bien?

― Te digo cuando vuelva.

Tomé mi teléfono y salí de mi casa. Dos minutos después llegó el taxi. Me subí y le dije la dirección.

Durante el recorrido, el taxista quiso matarme, no lo dijo, pero lo vi en su mirada, porque le pedí varias veces que se apurara. 

Cuando al fin llegamos. Le pagué y corrí a la clínica.

Fui hasta recepción, y prácticamente me lancé sobre la mesa.

― Necesito ver a alguien.

― Tu nombre.― dijo un hombre, que lo miraba y me daba un aburrimiento terrible. Estaba frustrándome.

― Ariana Johnson. Vengo a ver a alguien de gravedad. Creo que llegó hacer poco...

― El nombre del paciente.― dijo serio. 

― Daniel Gray.― me miró con indiferencia, y tecleó lentamente en su computadora. Suspiré― ¿Puede hacerlo más rápido?― me miró mal― Por favor.

― Está en unidad de cuidados intensivos...― ya lo sabía― No puede entrar, está en cirugía. 

― ¿En dónde puedo esperarlo?

― Piso 12, en la sala de espera.

― Gracias.

Dejé a ese hombre amargado, y corrí al ascensor. Pulsé mil veces el botón del piso doce, pero por supuesto eso no hizo que fuera más rápido. Fueron los momentos más largos de toda mi vida.

Salí rápido del ascensor y busqué por los pasillos a Daniel, hasta que en la décima habitación lo vi en cirugía a través de un gran panel de cristal. Habían varios médicos y enfermeras rodeándolo. Por lo poco y nada que pude ver, sólo vi sangre en su pecho.

― Disculpe, pero no puede estar por aquí, es área restringida.― dijo en silencio.

― Por favor, sólo déjeme quedarme aquí, no haré ruido.

― Lo siento, pero no tengo la autorización.

― Entiendo... ¿Cuanto tiempo llevan en esa cirugía?

― Cerca de cinco horas, sin descanso. Se han dedicado mucho a él. Le dieron un tiro en el corazón, vaya suerte que sigue vivo,  o al menos eso espero.― me miró incómodo― lo siento, no quería...

― No importa. Se que puede morir.

― Sólo tienes que ser optimista. Llegó al hospital, seguramente pueda salir.― sonrió, y entró en la habitación de Daniel. Mientras obligada me fui a la sala de espera para morirme de los nervios.

Desilusión IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora