32-. Perdí a una y...

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  Álex abrió la puerta y me dejó pasar primero.
Cerró la puerta detrás de él y después caminó a la cocina.

— ¿Qué quieres de comer? —me senté en su sofá.
— Cualquier cosa.
— Bien... —revisó su refrigerador. — ¿Un sándwich de ave? — dijo con un tono gracioso.

— ¿De ave? ¿De cuando que hablas así? —dije riendo.
— Suena mejor. —sonrió. — Busca alguna película.
— Ok

— ¿Quieres una cerveza? —me gritó de la cocina.

— Si insistes.

Minutos después, Álex, muy exagerado, preparó tres sándwich para mí, y cuatro para él.

Nos decidimos por la película Okja, en donde Álex, en cada escena elogiaba a Lily Collins, diciendo una y otra vez que se casaría con ella a pesar de que no quiere nada relacionado con matrimonio.

Que película tan rara.

*******

Abrí los ojos, estoy siento literalmente aplastada por Álex. Estamos aún en el sofá, y él está desparramado sobre mí, con su cabeza apoyada en mi pecho y con un leve charco en mi polera.

No siento mis piernas.
Intenté empujarlo, pero pesa mucho.

Así que decidí gritar como si me estuvieran matando.
  — ¡AAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHH!
Álex dio un salto, e intentando reaccionar se cayó y chocó en su suave alfombra.
  — ¡¿Qué te pasa?!— dijo al verme riendo.

  — Me estabas aplastando. No tenía como sacarte.

Se levantó aún dormido y caminó hasta el baño.

Froté mis ojos. Que sueño.
Tomé mi celular. Son las dos de la tarde, y tengo mensajes y llamadas de mi hermano.

La mayoría eran amenazas, ya que el idiota pensaba que estaba con Jace. Le envié un mensaje diciendo que estaba con Álex, y tomé un cargador para enchufar mi celular.

Álex volvió y se sentó junto a mí.
  — Te ves como una reina cuando despiertas. —dijo con burla.
  — Cierra la boca. —dije escondiendo mi espantoso rostro.

Fui al baño, me cepillé los dientes con el cepillo que tiene Álex aquí. Lavé mi cara y me peiné, me veía mejor que antes.

Salí del baño con naturalidad y me senté junto a Álex, apoyándome cómodamente en él.

  — ¿Ariana?

  — ¿Hmm?
  — ¿Qué son todas esas salidas con Bruno? —me preguntó con curiosidad.

Me había llamado la atención de que aún no me había preguntado.

   — No exageres, han sido solo algunas veces.
   — No me mientas. Que no te creo nada. Aparte te he vigilado. — lo miré sorprendida.
   — ¿En serio? — dije perpleja.
   — No, pero tu cara lo dice todo. Anda dime, ¿acaso no confías en tu mejor amigo?— dijo fingiendo dolor.
   — Claro que sí.

Después de minutos de insistencia le conté todo con detalle. Por supuesto de enojó pero al rato se le pasó.
Álex me dio desayuno y almuerzo. Me alimenta como loco.

Cuando terminamos de comer me llevó a mi casa, dejándome en la puerta.
Sebastián abrió y me miró mal.
  — Estuvo conmigo toda la noche.
Dijo Álex defendiéndome, creo. No creo que a Sebastián y mucho menos a Daniel le gustará escuchar eso.
Por supuesto Sebastián lo miró con recelo otra vez, pero sin decir nada salió de la puerta y fue al interior de la casa.
Álex lo miró con indiferencia, después se despidió de mí con una sonrisa, diciendo que tenía algo que hacer.

Desilusión IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora