Nuevamente me dejaron con la incertidumbre. Ariana no quiso soltar nada, y eso me frustra mucho.
En estos momentos estoy en una tienda.
Terminé de comprar, y salí de la tienda.Caminaba tranquilamente por la vida, pero algo captó mi atención. A unas dos cuadras de distancia, entre un callejón. Estaba Rebeca.
No de nuevo.
Estaba acorralada contra la pared por Jack, y a su alrededor estaba los amigos de él de la última vez, hasta creo que hay dos más. No estoy seguro. Me siento ciego, no traigo mis lentes.
Caminé más cerca, y antes de que pudiera ver quien era cada uno de ellos, se fueron por el lado opuesto a mi dirección.
Rebeca siempre matándome de los nervios, se quedó parada, como si estuviera en trance o en shock, se quedó así unos segundos y después caminó un poco atontada.
Al darme cuenta que estaba bien, seguí mi camino.
Llegué al hospital y caminé hasta recepción, me registré y fui hasta la habitación de mamá.
La vi por la ventanilla de la puerta y el mundo se me vino abajo, no pude evitar que la tristeza me invadiera. Es difícil ser optimista en estas circunstancias.
Abrí la puerta con cuidado y entre en silencio.— ¿Mamá...?― abrió los ojos con debilidad.
― Me alegro mucho de que estés aquí...— me miró fijamente. Sólo fue un estúpido día que no la veo y a pesar de eso la veo cada vez peor. Y como duele, duele como el maldito infierno . No sé como lo soporta, al menos yo no podría.— ¿Qué traes ahí?—dijo con curiosidad al mirar la bolsa que traía. Le sonreí.
— Te traje flores.— saqué un ramo de la bolsa.— Te traje margaritas moradas, tus favoritas.— le dije sonriendo.
— Daniel, esos son tulipanes.— dijo riendo.
— ¿Qué?— golpeé mi cabeza con mi mano— No puedo creer que me haya equivocado de flores...— maldición— Mañana te traeré de...
— No te equivocaste de flores. Esas son mis favoritas.— dijo riendo.
— Bueeeno... — dije aliviado— ¡Ah! ¡Traje otra cosa!— me miró con curiosidad— Cierra los ojos. Sin trampa.
— Ok...— dijo sonriendo. Abrí la bolsa otra vez y saqué una peluca de payaso, de esas que tienen muchos colores. Me la coloqué y no pude evitar verme en el reflejo de la ventana. ¡Me veo terrible!
— Abre los ojos.— hizo lo que dije, y con tan sólo verme, empezó a reírse, débilmente, pero sonrió al fin y al cabo.
— Te ves ridículo.
— No me digas...—le sonreí—Y eso no es todo.— me miró confusa.
— ¿Más sorpresas?
— También traje una para ti.
— ¿Qué? ¡No!— Por supuesto que si.— saqué otra peluca de la bolsa y caminé hasta ella para colocársela.
— No pensé que hablabas en serio cuando me dijiste que me comprarías una peluca de payaso.— dijo como niña enojada.— Espero que nadie me vea así.
Me puse junto a ella y saqué mi celular.
— ¿Qué haces?
— Quiero sacarme una fotografía contigo. ¿Eso es malo?— me miró seria.
— No quiero fotos en este estado Daniel.
— ¿Con peluca de payaso?— dije divertido.
— Sabes a que me refiero.— por supuesto que lo sé.
— Ya.. lo siento.— suspiré— ¿Ni una sola foto?— Bueno ya.
— Pero quiero que hagas alguna mueca.
— ¿Te parece poco lo ridícula que me veo?— dijo riendo.
— Si.— dije divertido—Sólo es una foto.
Saqué la foto, salimos muy graciosos, ambos estábamos haciendo muecas. Y la verdad, no sé cual de los dos se veía más ridículo.
— Sólo quitame este vómito de arco iris de la cabeza antes de que te vayas— dijo bromeando— Aunque podría quedármela... No me gusta estar totalmente calva.— dijo un poco triste.
— ¿Y un pañuelo?
— ¿Un pañuelo?— Sip. Una vez me dijiste que cuando eras joven usabas pañuelos en la cabeza.
— Ah.... Lo había olvidado.
Una enfermera entró y nos miró con curiosidad. Me saqué la peluca y sonreí nervioso.
— Hola...— dije avergonzado.
— Hola Daniel.—sabe mi nombre...— Tu mamá habla mucho de ti— con razón...— Es hora de que tome sus medicamentos.— dijo sonriendo.
Me alejé un poco de mamá para darle espacio a la enfermera. Se colocó junto a mí, donde había una mesa alta. Dejó unas botellas y unas píldoras, y después de su bolsillo sacó una jeringa con una enorme aguja. Me dieron escalofríos.
— Es muy tierno lo que haces.— me dijo casi susurrando, la miré confuso.
— ¿A qué te refieres?
— Me refiero a las flores y a esas pelucas graciosas que tienes.— tapé mi cara disimuladamente, creo que me sonrojé.— No sonríe mucho, hace tiempo que no la veía reír así.
— Tengo que hacerla reír— dije con una sonrisa triste.
— Me alegro mucho por ella. Hay muchos pacientes que están solos... Sus parientes no vienen casi nunca— dijo triste.
— Por suerte te tienen a ti.— santísima mierda, ¿por qué dije esa estupidez?
— ¿Por qué lo dices...?— dijo mirándome a los ojos. Miré hacia otro lado avergonzado.
— Porque... Yo... Bueno....— toqué mi cabello nervioso— Eh... lo decía porque te ves muy buena persona. Eres alegre y creo que eres alguien que los demás podrían apreciar mucho. Es lo más lógico que puedo pensar al ver la sonrisa de mi mamá cuando te vio. — fue como un vómito verbal.
— Hum... gracias...— dijo avergonzada— Nunca me habían dicho algo así...— dijo con una sonrisa tímida.
— De nada.— le devolví la sonrisa.
La enfermera se dio la vuelta dándome la espalda y caminó hasta quedar junto a la camilla. Tomó la jeringa y le inyectó el que supongo que es un medicamento en el brazo de mamá. Cerré mis ojos involuntariamente.
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Desilusión I
Fiksi UmumUn día en la facultad, Dan obtiene la atención de la mujer a la que había visto desde hace semanas, su nombre es Rebeca. Cuando empiezan a salir, nota que no es la persona que él creía, todo el mundo sabía de ella mejor que él. Lo que Daniel no imag...