28-.Te busqué por todos lados.

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Ha pasado una semana y Daniel no ha tenido ninguna intención de abrir los ojos.
Algunos familiares aparecieron para visitarlo. Alice, por lo que sé también anduvo por ahí.

He tenido mucho sueños con Daniel. Y eso me aterra, ya que siempre que tengo sueños así, es porque la persona está muerta o va a morir ,cómo me pasó con Jane.

Quité esos pensamientos de mi cabeza. Realmente no sé qué haría si Daniel muere. Dudo que pueda ser feliz cómo lo era con él.

Aún no se me ocurre quien pudo hacerle daño. Tampoco entiendo por qué tiene tan mala suerte, es buena persona y no le hace daño a nadie.

Pero, ahora que lo recuerdo, cuando peleé con Rebeca dijo que se vengaría. Aunque no creo que esa loca de mierda se haya atrevido a dispararle a Daniel.

Pensándolo bien no me sorprendería.

¿Y si fue ella?

Salí de mi habitación. Tengo que saber si Rebeca le hizo algo, o si sabe algo. Cualquier cosa que venga de ella no me sorprende.
Me cambié de ropa, y me arreglé un poco. Tengo el orgullo suficiente como para querer que Rebeca me vea destruida por Daniel, aunque realmente lo esté.

Tomé un abrigo con varios bolsillos. Tomé las llaves que estaban en mi escritorio, estaban sobre la carta que Jane me dejó, han pasado varios días y no me he atrevido a leerla, supongo que por miedo a lo que pueda decir. Con todo esto de Daniel, no quiero enterarme de nada, pero aún así tengo que leerla, quizás venga algo importante y lo estoy postergando, espero que no sea que Daniel esté enfermo o algo por el estilo, porque si es así terminaré suicidándome.

La leeré cuando vuelva.

Abrí la puerta para salir.

  ― ¿A dónde vas?―me dijo mi hermano.
  ― Voy a salir.

  ― No me digas.― dijo serio― Te preguté a donde vas.― soltó con autoridad. Es raro escuchar que hable así.
  ― No te importa. Volveré en unos minutos.

  ― ¿Vas con Jace?― me dijo medio molesto. Lo miré incrédula
  ― Pensé que no volverías a nombrarlo. ¿Cómo se te cruza por la cabeza eso? Te dije que no quiero ni saber de su existencia.

  ― Creo que está buscándote.
  ― No me importa, no pienses que le haré caso.
  ― Dime a dónde vas.
  ― Ya te dije que no te importa.― abrí la puerta para salir, pero me detuvo.
  ― Te llevo.
  ― Iré caminando.

  ― No te pregunté. Anda, espérame en el auto.

Odio cuando hace de hermano extremo de protector. Me subí al auto de mala gana y esperé a que se subiera. Cinco minutos después, apareció con otra ropa.

  ― ¿Por qué te cambiaste? 
  ― Porque iré a otro lugar después de dejarte.
  ― ¿Y a dónde irás?
  ― No te diré.
  ― Entonces me voy caminando.― iba a abrir la puerta para bajarme, pero Sebastián colocó el seguro.
  ― Iré al hospital.
  ― ¿Vas a ver a Daniel?
  ― Aparte.
  ― Que yo sepa no hay nadie más en el hospital.
  ― Nadie que conozcas. ― encendió el motor y empezamos a andar.― es una chica que me gusta. Estudia conmigo, pero tuvo un problema y está en el hospital, creo que te hablé de ella.
  ― Si la recuerdo...― no estaba segura si seguir haciendo preguntas.― ¿Quieres hablarme del tema?
  ― No.― dijo mirando la carretera.― ¿A dónde vas?

Hasta que se dio cuenta que estaba conduciendo sin rumbo. Obviamente no puedo decirle que voy a buscar a Rebeca, porque armará un escándalo. 

  ― A la casa de Daniel...―dije mirando por la ventana.
  ― ¿A qué vas? ¿A torturarte?
  ― No, idiota. Te recuerdo que Daniel tiene un perro. Y también te recuerdo que los animales comen y beben agua.

Desilusión IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora