(No sabía que poner en galerías, así que puse esta canción. A mi me gusta mucho)
La miré con pánico. Esto no pasa todos los días.
Pensé que su padre estaba prácticamente muerto para ella.
— Voy a servir la comida.—dijo Rebeca.
— Yo te ayudo, cariño.— la miré y sonreí falsamente. Me miró nerviosa.
— No, quédate ahí Daniel. Yo serviré.
— Insisto. Quiero ayudarte.— dije parándome antes de que me detuviera— No me gusta que siempre hagas las cosas sola...— dije con honestidad. Rebeca me miró con ternura, pero con nervios a la vez, en cambio su padre me miró serio, aunque estoy seguro que le agradó lo que dije.
Rebeca asintió, aceptando que la ayudara. Caminó hasta la cocina y yo la seguí.
Estuvimos en silencio un momento, mientras ella sacaba platos para servir la comida.
— Lo siento.— dijo arrepentida.
— ¿Por qué no me dijiste?
— Porque estabas tenso conmigo y no creí que aceptarías venir si te decía que venía mi papá.
— ¿Era necesario que me presentaras como tu pareja? ¿Por qué no le dijiste que sólo era tu novio?
— Porque... no sé. Entré en pánico cuando llego de repente y me preguntó por algún hombre. Y tú llegaste a mi cabeza y te nombré. Tenía miedo.
— Así parece. Me di cuenta que le tienes mucho respeto.
— Si... A veces me da a entender que un hombre es muy importante en mi vida, es lo primero que me pregunta cuando me ve.
— ¿Y por qué cree que es tan importante?
— No sé... quizás porque es machista o porque me ve como una niñita que no sabe cuidarse sola.— en eso tiene un poco de verdad.
— ¿Y sabe lo de las drogas?— agachó la cabeza
— Eh... si, pero no sabe que consumo tanto...— me acerqué a ella y acaricié su mejilla.
— Puedo ayudarte a dejarlas. Quiero ayudarte, sólo que tu no quieres que te apoye.— suspiró.
— Claro que quiero... pero... no puedo.
— Por supuesto que puedes.
— Es imposible dejarlas.
— Nada es imposible.— dije sonriendo.— Yo pensaba que era imposible salir contigo.
— Eso es diferente. Las drogas son difíciles.
— Tú también eres bastante difícil. A veces no te comprendo.
— ¿No te gusto?— dijo triste.
— ¿Qué? ¿Por qué dices eso?
— ¿Por qué estabas tan tenso conmigo últimamente?
— Porque a veces no sé que pensar de ti, no sé si te gusto. A veces creo que no me quieres por como eres conmigo.— me miró un poco confundida.
— ¿Y cómo soy contigo?
— De muchas maneras, a veces eres muy dulce, pero a veces eres distante, fría y creo que no te importo.—suspiré— Dime cuando fue la última vez que me preguntaste por mi mamá, sólo me preguntas por mi padre. Lo cual no entiendo porque él está muerto, no deberías preguntarme por él.— se acercó a mí y me abrazó con fuerza. Le correspondí el abrazo.
— Perdóname. Perdóname por hacerte sentir así, nunca quise herirte.— estuvimos así unos segundos, en silencio y en contacto. Se siente tan bien tenerla tan cerca.
— Entiendo que no tengas intenciones de herirme, pero sigues destrozándome.
— ¿Kristen...?— se separó de mí. Me di la vuelta y estaba su padre parado en el umbral de la puerta, tenía una mirada autoritaria, un instinto se superioridad y seguridad que llegaba a intimidarme.
— Lo siento papá.— dijo cabizbaja.
— Kristen, sirve la comida rápido, no tengo toda la noche. En dos horas tengo que tomar un vuelo a Europa. — la miró mal y se devolvió.¿Dijo Kristen?
La miré confundido. Y al parecer ella captó.
— ¿Por qué te llamó así?— desvió la mirada nerviosa.
— Porque... Eh...— miró a todos lados— Ese era el nombre de mi madre.— la miré desconfiado, no me convence.— Cuando me dijiste su nombre, no dijiste Kristen.— mentí, pero funcionó. Se puso nerviosa otra vez.
— Sólo me dice así de cariño.— empezó a servir la comida.— Toma, llévalo a la mesa.
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Desilusión I
Genel KurguUn día en la facultad, Dan obtiene la atención de la mujer a la que había visto desde hace semanas, su nombre es Rebeca. Cuando empiezan a salir, nota que no es la persona que él creía, todo el mundo sabía de ella mejor que él. Lo que Daniel no imag...