35-. Mirando frente a él.

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Ariana

Dormí mejor que otras noches. 
Miré en mi cama, Dallas no estaba, seguro fue a comer.

Salí de mi cama, y caminé hasta la habitación de mi hermano, aún duerme.

Fui al baño para lavar mi cara y cepillarme los dientes. 

Me hice un moño desordenado y bajé para preparar el desayuno para Sebastián y para mí.

Revisé mi teléfono mientras el agua hervía, tenía mensajes de mamá.
La mayoría eran fotos de ella con sus amigas, me alegro que se haya ido de vacaciones, lo necesitaba. Parecía feliz, así que le envié un mensaje diciendo que me alegraba por ella, y por supuesto me preguntó como estaba Sebastián.

Mamá sigue preocupada por mi hermano, desde que se fue hace un mes que Sebastián está triste, como no, si está de luto. Al menos lo entiendo, tendrá que salir de esa tristeza lentamente.

En fin.

Minutos más tarde, el desayuno estaba casi listo. Fui a la habitación de mi hermano para despertarlo.
  — Déjame dormir.

  — Eres un mal agradecido. Te preparé desayuno y así me lo agradeces.

  — Puedo prepararme yo solo.

  — Claro. Una manzana y un vaso de agua.— me reí— Ya levántate.

Intenté tirarlo de los pies, pero pesa mucho y solo pude empujar la mitad de su cuerpo.
  — Si no bajas en diez minutos, Dallas se comerá tu porción.
  — Ajá...—dijo medio dormido.

Le dejé comida a Dallas, y después me senté a comer yo.

Cuando terminé, Sebastián recién se dignó a bajar.
  — ¿Por qué estás tan relajada? — me preguntó curioso.

  — ¿Lo estoy?
  — Sí, demasiado para ser normal.

  — Pues no sé. Tengo una buena sensación.
  — Espero que tu intuición acierte esta vez.—sonrió y siguió comiendo.

************
Terminé de vestirme para volver a la universidad para cambiarme de carrera. 
Por muy amante de los animales que sea, no nací para cuidarlos. Me cambiaré a psicología, por desgracia perdí un año, pero empezaré de nuevo.

Bajé al salón y al mirar por la ventana, noté que Sebastián se llevó la camioneta.

Me pregunto a dónde habrá ido.

Resignada, tomé un bus hasta la universidad, caminé hasta cierto edificio y estuve casi una hora dando vueltas por el campus, entre pagando la matrícula y entregando papeles.

Mi celular vibró. Como no, debe ser mi hermano que quiere pedirme algo, o mi mamá para preguntar por nosotros.
  ― ¿Hola?
  — ¿Ariana Johnson? Llamo del hospital para informarle que Daniel abrió los ojos... pero...

Colgué. No necesito más información.
Como no tengo la camioneta, salí ya caminé hasta la carretera, y tomé el primer taxi que se me atravesó.
No puedo creer que Daniel, al fin despertó. Estoy tan feliz que no sé si reír o llorar.

Eternos minutos después, le pagué al hombre y me bajé del taxi. Corrí al interior del hospital, ignorando que tengo que registrarme en recepción.
Llegué a su habitación y casi me morí ahí mismo cuando lo vi semi acostado, con sus ojos abiertos mirando frente a él.

Me acerqué emocionada.
Por Dios, en serio que no puedo creerlo.
  ― Daniel...―dije para después cerrar la boca.

¿Me recordará? No quiero ni imaginarme que Daniel olvide lo nuestro, y si recordara a Rebeca y no a mí, me tiro de la terraza de un edificio.

Desilusión IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora