IX

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James entró en el despacho de su padre y se desparramo sobre el sillón, como era costumbre. Tom solo levanto la mirada, sabía que el niño lo haría si le diera la gana y prefirió ahorrar todas sus fuerzas para el trabajo que estaba haciendo.

- ¿Cómo vas, doctor Frankenstein? -dijo el chico.

- No me llames como el estúpido muggle de la historia.

- Bah -le resto importancia-, dime cómo va la operación "resucito a los Potter para que el gafotas me ame"

- No llames así a tu padre -regaño ignorado por James-. Es muy difícil, hay que conseguir cosas físicas de esas personas y no encuentro nada personal en la casa de los Potter. Además, tendré que pedirle a Harry sangre porque es el pariente más cercano de ambos y luego conseguir que confíen en mi antes de traerlos...

- Si te cuesta tanto no lo hagas -respondió James con simpleza-. Busca otro regalo.

- No, tiene que ser eso -bramo.

- Luego el cabezota es papá -dijo James negando con la cabeza-. Sois tan para cual.

- Lo sé -suspiro y se dejó caer en su silla-trono-. Y él también, ¿por qué es tan difícil entonces.

- Porque la escritora quiere hacer sufrir a los lectores, pero le es imposible.

- ¿Qué? -pregunto confuso, ni había oído lo que James dijo.

- Nada que... Si quieres te ayudo con todo eso -repuso el oji-azul.

- Gracias, tú sácale sangre a Harry, yo seguiré buscando en la casa -después de eso desapareció del despacho.

- Y yo soy el sordo y despistado típico Gryffindor -se burlo James.

- ¡RETIRA ESO! -grito Tom desde algún sitio.

- Lo retiro. Esta casa cada vez esta más loca. Samantha creyendo se Sam Pucket, Sirius siendo Sirius, Lucius con complejo de Snape, Narcissa Fujoshi, Remus embarazado, Papá con complejo Black, Padre siendo Frankenstein y yo hablando solo -pensó en voz alta-. Seremos peor que los Addams.

Salió del despacho y se encaminó a la biblioteca donde estaba su papá leyendo sobre tradiciones mágicas. No levanto la vista del libro ni cuando James entro.

- ¿Qué necesitas? -cuestiono el Gryffindor.

- ¿Por qué necesitaría algo? -intento evadir el tema.

- Si no necesitarás nada y sólo vinieras a molestar hubieras entrado sin cuidado y haciendo mucho ruido -contesto aún con la vista en el libro-. Lo repetiré una sola vez más antes de tirarte la chancla, ¿qué quieres?

- Cada vez te pareces más a tu yo futuro -hablo James-. Necesito sangre tuya.

- ¿Para qué?

- ¿Tan interesante es ese libro que no quieres ver a tu hermoso hijo? -pregunto con sarcasmo-. Como sea, ¿me das la sangre? Es para una cosa que quiere hacer padre.

- ¿Y eso es...? -dejo la frase en el aire para que lo completara, aún sin despegar la mirada del libro que no estaba leyendo.

- No puedo decirte -dijo James-. Solo estira el brazo.

Harry suspiro hastiado, estiró el brazo y dejó que James le aplicara un hechizo para sacarle sangre.

- ¿Qué hechizo es?

- Uno que te enseñan en Medimagia -contesto pero siguió al notar que si papá no entendía una papa-. En el futuro en quinto se eligen unas optativas distintas a las de tercero, estas te preparan para lo que quieras estudiar. Yo elegí Medimagia.

- ¿Es lo que quieres estudiar?-pregunto Harry levantando por fin los ojos para ver a su hijo.

- Sí -contesto, aplicando un hechizo para que aparezca un bote alrededor de la sangre.. Le sonrió a Harry cuando terminó-. Además, en la escuela no dan clases Gobierno del Mundo Mágico.

- ¿Cómo "Gobierno del Mundo Mágico"? -volvió a preguntar.

- Soy el mayor, me haré cargo de la Gran Bretaña Mágica cuando Padre no este.

- Oh... Okey...

- Deberías ir a dónde Sam, está nostálgica con el pensad reo si quieres ver -comento al notar que su padre se había quedado un poco raro.

Harry asintió, se levantó y salió de la biblioteca después de murmurar una despedida. Camino por los pasillos hasta entrar en la habitación de su hija menor, al entrar vio una pequeña vitrina donde estaban un montón de botecitos con una sustancia entre gaseosa y liquida de color plateada y un pensadero negro con un bordado de runas que no entendió. Samantha debería estar dentro así que se sentó en la cama y espero hasta que saliera.

- Hola, papá -lo saludo al salir-. ¿Quieres ver el futuro? -puso voz de vidente loca, imitando a Trelawny.

- No pongas esa voz.

- Haré lo que quiera, es mi habitación -saco la sustancia que estaba en el pensadero y lo coloco en su sitio cogiendo otro y vertiéndolo-. Ven, este es el día que entre a Hogwarts. Tú primero.

Harry se puso delante y se inclino, sumerguiendose completamente.

Estaba en la estación de King's Cross, justo el la barrera para entrar al Andén nueve y tres cuartos. Había una curiosa niña de ojos verdes que estaba mirando la barrera fijamente, era Samantha con once años. Solo estaba ella, no había ni muggles.

- ¡Buh! -la asustó James quitándose la capa invisible-. Sammy, no está bien que salgas corriendo sin esperarnos.

- Lo siento, pero tardáis mucho y yo quiero entrar ¡YA! -reclamo.

- No te desesperes, el tren no se va hasta dentro de una hora -sonrió-. Una hora que papá estará diciéndote lo mucho que te extrañará y padre te regañara por correr.

- ¡Niños! -gritaron a lo lejos.

Venía corriendo una versión suya más mayor. Tenía el cabello más largo sujeto en una coleta en la nuca, vestía una túnica celeste y llevaba a Tom agarrado de la mano, arrastrado.

- Samantha Cassiopea Riddle -regaño la versión de Tom que estaba malditamente igual de sexy- no vuelvas a correr así.

- Lo siento, padre.

... Esperáis al siguiente 😌😼👿

¿Cómo dices? [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora