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TaeHyung aún seguía encerrado en aquella prisión, no tenía salida, pero no podía dejar a su padre ahí. Todo era su culpa, si no le hubiera pedido esa estúpida rosa el no habría terminado aquí.

– ¡Ey! -Se escuchó una voz, una que no había escuchado antes, se asustó por un momento y aún más cuando la puerta de la celda volvió a abrirse.-

– ¿Quien está ahí?

– Oh calma, no debes de tener miedo, pequeño.

TaeHyung tomó el banco donde había estado sentado y miró afuera, había una pequeña luz, probablemente la del candelabro, pero lo que no se espero ver fue al candelabro moverse.

– ¡Hijue puta! -Con el banco en sus manos golpeó el candelabro haciendo que se apagara.

– Au... Tienes mucha fuerza en ti.

– Debo estar alucinando... Estaba seguro de no haber comido ese pan en la mañana.

– Ey calma, no debes porque asustarte. -El castaño se giró y observó ahora el reloj que había visto al entrar, subiendo, donde se supone que deberían estar los números habían dos círculos que parecían sus ojos y una boca, más manecillas formaban lo más parecido a un bigote.

– ¿Como es que ustedes...? ¿La puerta? -Bien, definitivamente no entendía nada.

– Oh, no creas ese cuento de rawr, soy una bestia, rawr la puerta jamás se abrirá, siempre dice eso.

TaeHyung miró de nuevo al candelabro con forma de un hombrecito donde sus brazos eran lo que sujetaba dos velas y una más sobre su cabeza.

– ¿Ustedes hablan?

– Claro que hablamos, sobre todo el, es un parlanchín de primera. -Habló el reloj.-

– ¿Estoy soñando?

– Nada de eso, pequeño. Ni debes temer, deja que me presenté, mi nombre es Leeteuk. -Habló el candelabro.-

– Mi nombre es Yensung. -Habló el reloj.

– TaeHyung. -Respondió TaeHyung, valga la redundancia.-

– Permiteme guiarte hasta tu dormitorio.

A pesar que aquellas criaturitas fueran tan amables, TaeHyung aún tenía miedo, no todos los días ves a las cosas hablar.

Camino tras ellos por un buen rato dándose la libertad de ver aquel enorme castillo sacado de un libro. Era muy llamativo pero se notaba que nadie limpiaba, quizá en años.
Aún así estaba en perfectas condiciones.

– Por aquí. -Habló Leeteuk y abrió la puerta de una habitación, era enorme y demasiado lujosa, aunque bastante sucia. Era más grande que la casa donde vivía con su padre.- Es modesta, pero el amo quería lo mejor para usted, una de más mejores suit y camas. -El pequeño hombrecito de metal saltó a la cama e hizo que una gruesa nube de polvo apareciera.- Lo siento, no esperábamos visitas.

– Yo me encargo de eso. -Lo que parecía ser una paloma blanca entró a la habitación, tenía una larga cola que parecía un plumero con los que solía limpiar en casa.- Dejaré este lugar impecable para usted. Mi nombre es Taeyeon.

– ¿Todo aquí tiene vida? -Se giró para ver el enorme tocador que tenía un par de cosas encima.- Hola, ¿cual es tu nombre?

– Emm... Eso es un cepillo.

Y no pudo sentirse más estupido. Pero bueno, ¿como iba a saber que estaba vivo y que no?
No era adivino.

– Ya sabia...

En ese momento el tocador se abrió de forma que las prendas formaban lo más parecido a un rostro.

– Ya necesitaba un buen sueño -Habló el mueble con una cantarina voz.- Oh, Dios mío, ¿quien es este apuesto muchacho?

– Hola, mi nombre es TaeHyung.

– Tan bonito como tú rostro, es un placer conocerte, mi nombre es Hyorin.

– Tenemos que vestir a este chico. -Interrumpió Leeteuk sabiendo que ese sería el punto débil de Hyorin.

– ¡Dejamelo todo a mi!

Leeteuk y Yensung abandonaron la habitación, al igual que Taeyeon dejando al castaño confundido junto a Hyorin.
De los cajones salieron prendas dejando a TaeHyung atónito, eran miles de vestidos y faldas, ella no pensaba vestirlo con eso ¿verdad?

– Te dejaré como todo un príncipe.

– Yo no soy un príncipe.

– ¡Tonterias!

Goku, ¿donde estas ahora?

Beauty and the Beast (vkook) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora