Capítulo 5.

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— ¿Hablarás conmigo?

— Sí.

— ¿Cuando?

— No lo sé.

Bufo y pegó con fuerza su mano en la mesa. — ¿Y con Isaac? ¿Hablarás con él?

Gruñí. — ¡No lo sé, Sophie!

Suspiró y colocó su mano sobre mi espalda. — Cielo, no entiendo el por qué te complicas.

— Eres muy chica para entenderme.

Bufo. — Creo que estás siendo exagerada, como siempre. —Tomó su delantal y se alejó.

Todo como siempre es mí culpa. Desde que desperté estoy obstinada, no he dejado de pensar en qué hacer conmigo misma. Personas vienen a la panadería y personas van, pero mis pensamientos siguen igual, realmente me pregunto, realmente quiero saber ¿Qué estoy haciendo con mi vida?

— ¿Cielo? ¿Qué tienes mi niña?

Miré a Glenda que me miraba preocupada. — Nada. —Sonreí a medias— Como dice Sophie; estoy siendo exagerada.

Se acercó a mí y me rodeó en sus brazos. — Por lo que he oído... Es una situación amorosa. —Asentí— Sobre dos chicos.

— Podría decirse que sí. —Suspiré.

— Creo que estas pensando mucho mi niña.

— ¿Tú crees?

Asintió sonriente. — Estas confundida, es todo. Eso es normal a tu edad, además, yo también me confundiera si tuviera detrás de mí a semejantes galanes. —Reí— ¿Ves? Así tienes que estar, sonriente. Ten paciencia, deja que el tiempo decida tu decisión, no te apresures.

— Gracias Glenda. —Besé su mejilla.

— Siempre a la orden, mi niña. Pero igual creo que deberías tomarte el día...

— No, Glenda, no podría.

Rió y miró detrás de mí. — ¿Joven Morrison?

Giré y miré a Peter mirando algo en su celular, levantó su vista hacia Glenda y le sonrió. — Glenda, te he dicho por años que no me digas así. Me siento anciano... para ti soy sólo Peter.

— Bueno. —Le sonrió— Cielo no se siente bien. Y la verdad la veo pálida. —Peter pasó de mirar a Glenda para mirarme preocupado. Se acercó a mí guardando su teléfono rápidamente.

Suspiré. — Me siento bien, es sólo que Glenda está exagerando. —La miré acusadoramente.

— Sí, luce pálida. ¿Comiste? ¿Tienes hambre? —Me preguntó Peter.

— No, no tengo hambre.

— Estas delirando entonces. —Dijo en broma provocando mi risa. Me sonrió y acarició mi mejilla— Vete y descansa, si te sientes mejor mañana entonces vuelves. Pero sí mañana vuelves y te veo así aún, entonces seré yo mismo quien te lleve a casa. —Reí— Seré yo mismo quien te meta a la cama y haré que te quedes ahí... —Aclaró su garganta— Descansando.

Mis mejillas se tornaron rojas ante su comentario inconsciente de doble sentido. Glenda nos miró picarona y rió. Peter sonrió compartiendo una mirada con Glenda, besó mi mejilla y luego se alejó de nuevo a la oficina.

— Ya oíste. —Dijo Glenda riendo.

— Empiezo a creer que se quieren deshacer de mí.

— Tal vez. —Rió y se empezó a alejar de mí. La miré entre divertida y un poco sorprendida. De verdad, si no los conociera diría que se están deshaciendo de mí. O tal vez sí lo están haciendo y es mí positividad que intenta hacerme creer lo contrario. 

·Bajo el mismo cielo·Donde viven las historias. Descúbrelo ahora