— ¿Hablarás conmigo?
— Sí.
— ¿Cuando?
— No lo sé.
Bufo y pegó con fuerza su mano en la mesa. — ¿Y con Isaac? ¿Hablarás con él?
Gruñí. — ¡No lo sé, Sophie!
Suspiró y colocó su mano sobre mi espalda. — Cielo, no entiendo el por qué te complicas.
— Eres muy chica para entenderme.
Bufo. — Creo que estás siendo exagerada, como siempre. —Tomó su delantal y se alejó.
Todo como siempre es mí culpa. Desde que desperté estoy obstinada, no he dejado de pensar en qué hacer conmigo misma. Personas vienen a la panadería y personas van, pero mis pensamientos siguen igual, realmente me pregunto, realmente quiero saber ¿Qué estoy haciendo con mi vida?
— ¿Cielo? ¿Qué tienes mi niña?
Miré a Glenda que me miraba preocupada. — Nada. —Sonreí a medias— Como dice Sophie; estoy siendo exagerada.
Se acercó a mí y me rodeó en sus brazos. — Por lo que he oído... Es una situación amorosa. —Asentí— Sobre dos chicos.
— Podría decirse que sí. —Suspiré.
— Creo que estas pensando mucho mi niña.
— ¿Tú crees?
Asintió sonriente. — Estas confundida, es todo. Eso es normal a tu edad, además, yo también me confundiera si tuviera detrás de mí a semejantes galanes. —Reí— ¿Ves? Así tienes que estar, sonriente. Ten paciencia, deja que el tiempo decida tu decisión, no te apresures.
— Gracias Glenda. —Besé su mejilla.
— Siempre a la orden, mi niña. Pero igual creo que deberías tomarte el día...
— No, Glenda, no podría.
Rió y miró detrás de mí. — ¿Joven Morrison?
Giré y miré a Peter mirando algo en su celular, levantó su vista hacia Glenda y le sonrió. — Glenda, te he dicho por años que no me digas así. Me siento anciano... para ti soy sólo Peter.
— Bueno. —Le sonrió— Cielo no se siente bien. Y la verdad la veo pálida. —Peter pasó de mirar a Glenda para mirarme preocupado. Se acercó a mí guardando su teléfono rápidamente.
Suspiré. — Me siento bien, es sólo que Glenda está exagerando. —La miré acusadoramente.
— Sí, luce pálida. ¿Comiste? ¿Tienes hambre? —Me preguntó Peter.
— No, no tengo hambre.
— Estas delirando entonces. —Dijo en broma provocando mi risa. Me sonrió y acarició mi mejilla— Vete y descansa, si te sientes mejor mañana entonces vuelves. Pero sí mañana vuelves y te veo así aún, entonces seré yo mismo quien te lleve a casa. —Reí— Seré yo mismo quien te meta a la cama y haré que te quedes ahí... —Aclaró su garganta— Descansando.
Mis mejillas se tornaron rojas ante su comentario inconsciente de doble sentido. Glenda nos miró picarona y rió. Peter sonrió compartiendo una mirada con Glenda, besó mi mejilla y luego se alejó de nuevo a la oficina.
— Ya oíste. —Dijo Glenda riendo.
— Empiezo a creer que se quieren deshacer de mí.
— Tal vez. —Rió y se empezó a alejar de mí. La miré entre divertida y un poco sorprendida. De verdad, si no los conociera diría que se están deshaciendo de mí. O tal vez sí lo están haciendo y es mí positividad que intenta hacerme creer lo contrario.
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·Bajo el mismo cielo·
RomanceEl peor día de tú vida, quizás, sólo quizás, pueda ser el mejor. Jamás dejar el teléfono en algún lugar había sido tan romántico. Quizás estamos en la época en qué en vez de dejar una zapatilla de cristal dejamos teléfonos. Para Cielo Howland...