Capítulo 18.

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3 meses después.

— ¡Tania! —No respondió— ¡Tania!

— ¿¡Qué!? —Gruñó. Su mirada lucía cansada, el trabajo la debe de estar consumiendo— ¿Por qué me gritas así como loca?

Sonreí inocentemente. — Hay un regalo para ti en el mesón.

Me miró confusa. — ¿Para mí?

Asentí. — Bueno, de hecho... son dos.

— ¿Dos? —Me miró sorprendida. Sin más corrió hacia el mesón de la cocina. Miré su rostro, atenta a cualquier movimiento. Pero lo único que hacía era mirar los objetos con completa desconfianza.

— ¿Segura de que no son bombas?

Bufé. — ¡Ábrelos!

Entrecerró los ojos y me miró desconfiada. — ¿Son tuyos?

Sonreí. — Uno de ellos, tal vez.

Gruñó. Sin más tomó la caja mediana. — ¿Y esto? —Me acerqué confundida. Definitivamente ese no era el mío.

— Ve de quien es.

Sacó la pequeña tarjeta dentro de la caja. Suspiró y se sentó en la silla frente a ella. — James. —Gruñó. Aunque noté algo diferente en la forma en que lo dijo— ¿No se cansa?

Sonreí. — Existe un dicho que dice "El que se cansa pierde", u también "El que persevera alcanza", o aquel que dice "Lucha por lo que quieres". —Sonreí— O aquel que...

Gruñó. — No sigas, por favor. —Miró los libros en su regazo y los analizó— ¿Cómo si quiera supo que son mis libros favoritos? —Abrió los ojos sorprendida y luego me miró— ¡Traicionando a la familia!

Reí. — Yo no se lo dije... no a él. En realidad se lo dije a Isaac. Puedes culparlo a él. —Sonreí— ¡Mira el otro!

Bufó y sacó la pequeña caja. Tomé mi teléfono y preparé la cámara. — ¿Cielo?

— ¿Sí?

— ¿Esto...?

Reí. — ¿Qué tiene?

— Dice "Hola, papi. ¡Voy en camino!"

Gruñí. Mierda me confundí de caja. Corrí hacia mi bolso y tomé la otra pequeña caja. — Ten, ésta sí es. —Reí.

Tania aún en shock abrió la caja, luego me miró completamente sorprendida. — Oh por Dios. —Susurró— ¿¡En serio!? —Asentí— ¡Voy a ser tía! —Reí mientras la oía gritar.

— Cállate, boba. Sólo tú lo sabes.

— ¿Y Isaac?

— Iré al trabajo de él a llevarle la caja. —Sonreí— Ésta mañana me quedé dormida.

— ¿¡Qué esperas!? ¡Ve! —Me empezó a empujar hacia la puerta.

La miré confusa, Tania no es así. — Tania...

— ¿Sí? —Me miró nerviosa.

— ¿Qué sucede?

— ¿Qué sucede de qué? —Se sonrojó.

— Me estás ocultando algo.

— N-no.

— Tania...

Aclaró su garganta. — Y-yo... —El timbre sonó y ella abrió los ojos grandemente, lo que produjo aún más mi curiosidad. Caminé con rapidez hacia la puerta. La abrí y quizás me sorprendí un poco.

·Bajo el mismo cielo·Donde viven las historias. Descúbrelo ahora