Capítulo 13.

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Isaac Müller

— ¿Entonces? —Me preguntó Anastasia una vez terminado de decir su plan.

— Vaya, Anastasia yo... —Reí— ¿Desde cuándo tenías todo esto planeado?

— Desde hace mucho, pero mucho tiempo. —Sonrió— Claro que en mis planes no estaba Cielo, pero así como su nombre... ¡Cayó del Cielo! —Sonreí— ¿Estás de acuerdo? Dudo que quieras cas...

— Sí quiero. —Me miró sorprendida y luego sonrió dulcemente.

— ¿Tanto la quieres?

— Mucho.

Sonrió. — ¡Entonces manos a la obra!

Me levanté ansioso y luego me senté de nuevo. Aún falta algo. — Creo que...

— ¿Qué? —Me miró confusa.

— Aún no le he pedido...

— ¡¿Cómo es posible Isaac?! —Bufó— ¡Eso está mal! ¿Ahora también tengo que planear eso? —Reí— Con gusto lo haré. —Sonrió, giró su silla y empezó a andar hacia la cocina.

— ¡¿A dónde vas?!

— ¡A la cocina! ¡Tengo mucha hambre! —Gritó— ¡No puedo planear nada con el estómago vacío!

*    *    *     *

Cielo Howland

— ¡Tania, despierta! —Grité en su oído.

— ¡Déjame dormir pendeja!

— Llegó algo para ti. —Gruñí— ¡Odiosa!

— ¡Soy un amor! —Gritó mientras yo me alejaba riendo. Caminé a la sala donde se encontraba la pequeña carta. La tomé y regresé a la habitación con Tania.

— Aquí tienes.

Suspiró. — Gracias. —Abrió la carta con detenimiento y luego se detuvo. Me miró y entrecerró los ojos— ¿No tienes más nada que hacer?

Pensé. Pensé. Pensé. — No.

Gruñó y siguió abriendo la carta. — No dice de quién es. —Suspiró— "Hola, amor" —Reí— ¿Eso es todo?

— Parece que sí.

— ¿De quién será? —Bufó— Que fastidio cuando me dejan así.

— Lo sabremos pronto. —Sonreí— ¡Por ahora! Vamos a trabajar.

Mi teléfono sonó en algún rincón de la habitación, al igual que el de Tania. Ambas caminamos con confusión y buscamos nuestros teléfonos.

"Paso por ti a las 7:30".

-Isaac

— Deja vú. —Sonreí— ¡Ay no, Papito Dios! ¡Por favor que no pase lo mismo que la última vez! —Me asusté. Luego miré a Tania que sonreía como boba al teléfono— ¿Y tú qué? ¡Ya tienes la cara de pendeja!

Bufó. — James, siendo cursi... como siempre.

Reí. — Semejante mata de dulzura se consiguió el pobre.

— ¡Cielo! —Bufó— Vete a trabajar, Peter te pidió que llegaras temprano.

Reí. — ¡Ya voy!

Caminé al cuarto de baño y me bañé lo más rápido que pude. Luego de eso fui a mi ropero y busqué algo cómodo para poder pasar el día en la librería.

·Bajo el mismo cielo·Donde viven las historias. Descúbrelo ahora