Capítulo 14.

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Respiré profundo y abrí la puerta con total silencio. ¿Y ahora? ¿Cómo le digo? No es como si no le fuera a decir pero... "Hey Tania. ¿Sabías que Anastasia ha estado saliendo con James en secreto por mucho tiempo?"

No, no es sencillo.

Caminé con cuidado, pero para mi impresión y extrañeza se escuchaban risas en la cocina, y con ellas voces.

— ¿Qué? —Oí la voz divertida de Tania.

Por favor que no sea James...

— En serio. —Oí la voz de un chico, para nada igual a la voz de James.

Por lo menos no es él.

Caminé con paso decidido gracias a la curiosidad. — Buenas. —Saludé una vez que me encontraba dentro de la cocina.

El chico lucía a simple vista, alto, aunque estaba sentado, así que no podía comprobarlo. Tania me miró nerviosa y sonrió. — C-Cielo.

— Tania. —Enarqué una ceja. Por alguna razón sentía que ya conocía a éste chico, que lo había mirado antes.

— ¿Te...? —Aclaró su garganta— ¿Te acuerdas de Elvis? —Sonrió nerviosa.

— ¿Elvis...? ¿Elvis? —Asintió.

Elvis rió y miró a Tania divertido. — ¿Existen más "Elvis" en tú vida, Tania?

— En realidad. Sí. —Respondí.

— Vaya. —Sonrió. ¿Y éste qué hace aquí? Pero ahora no tengo tiempo para acertijos, necesito hablar con Tania.

— Tania... —Me miró confusa, aunque estaba segura de que mi cara de trauma la había alertado desde que llegué.

— Elvis, discúlpame un momento.

— Claro, adelante.

Caminé nerviosa hasta llegar a mi habitación, Tania me miraba preocupada, aunque más preocupada estaba yo por su reacción. — ¿Pasa algo? —Preguntó asustada.

— Tania... Ja... James... él... —Gruñí.

— ¡Habla, Cielo!

— Él está saliendo con... —Suspiré— Con Anastasia.

Se sentó de golpe, su rostro tenía aquella mirada que me dolía en el alma, no me gustaba ver así a Tania, no a ella. Por unos segundos su rostro se quedó triste, pero luego se tornó serio de nuevo. — ¿Ves? —Bufó— Todos los hombres son iguales. —Y salió dando un portazo a la puerta.

No puedo evitar sentirme mal.

Caminé al cuarto de baño para tomar una ducha rápida e irme al trabajo. Mientras caminaba empecé a ver las cosas borrosas. Mis párpados se sentían pesados, tomé la primera cosa en mi camino como apoyo, pero lo dejé caer.

Y por último sentí como mi cuerpo iba en dirección al suelo. — ¿Cielo? —Oí la voz de un chico— ¡Tania trae alcohol!

Alguien tomó mi cabeza y la elevó. — ¡Cielo! —Oí el grito de Tania.

— Estoy... bien. —Susurré.

Sentí como elevaban mi cuerpo, la cabeza me empezaba a doler un poco, y al mismo tiempo sentía como mi estómago rugía.

— ¿No has comido? —Oí a Tania— ¿¡Cómo se te ocurre!? —Bufó.

— No grites, desgraciada. —Gruñí y tomé mi cabeza entre mis manos— Debo ir al trabajo. —Suspiré.

— ¿Trabajo? —Habló Elvis, creo— Estás muy mal como para ir a trabajar.

— Es mí segundo día, no puedo faltar.

·Bajo el mismo cielo·Donde viven las historias. Descúbrelo ahora