Respiré profundo y abrí la puerta con total silencio. ¿Y ahora? ¿Cómo le digo? No es como si no le fuera a decir pero... "Hey Tania. ¿Sabías que Anastasia ha estado saliendo con James en secreto por mucho tiempo?"
No, no es sencillo.
Caminé con cuidado, pero para mi impresión y extrañeza se escuchaban risas en la cocina, y con ellas voces.
— ¿Qué? —Oí la voz divertida de Tania.
Por favor que no sea James...
— En serio. —Oí la voz de un chico, para nada igual a la voz de James.
Por lo menos no es él.
Caminé con paso decidido gracias a la curiosidad. — Buenas. —Saludé una vez que me encontraba dentro de la cocina.
El chico lucía a simple vista, alto, aunque estaba sentado, así que no podía comprobarlo. Tania me miró nerviosa y sonrió. — C-Cielo.
— Tania. —Enarqué una ceja. Por alguna razón sentía que ya conocía a éste chico, que lo había mirado antes.
— ¿Te...? —Aclaró su garganta— ¿Te acuerdas de Elvis? —Sonrió nerviosa.
— ¿Elvis...? ¿Elvis? —Asintió.
Elvis rió y miró a Tania divertido. — ¿Existen más "Elvis" en tú vida, Tania?
— En realidad. Sí. —Respondí.
— Vaya. —Sonrió. ¿Y éste qué hace aquí? Pero ahora no tengo tiempo para acertijos, necesito hablar con Tania.
— Tania... —Me miró confusa, aunque estaba segura de que mi cara de trauma la había alertado desde que llegué.
— Elvis, discúlpame un momento.
— Claro, adelante.
Caminé nerviosa hasta llegar a mi habitación, Tania me miraba preocupada, aunque más preocupada estaba yo por su reacción. — ¿Pasa algo? —Preguntó asustada.
— Tania... Ja... James... él... —Gruñí.
— ¡Habla, Cielo!
— Él está saliendo con... —Suspiré— Con Anastasia.
Se sentó de golpe, su rostro tenía aquella mirada que me dolía en el alma, no me gustaba ver así a Tania, no a ella. Por unos segundos su rostro se quedó triste, pero luego se tornó serio de nuevo. — ¿Ves? —Bufó— Todos los hombres son iguales. —Y salió dando un portazo a la puerta.
No puedo evitar sentirme mal.
Caminé al cuarto de baño para tomar una ducha rápida e irme al trabajo. Mientras caminaba empecé a ver las cosas borrosas. Mis párpados se sentían pesados, tomé la primera cosa en mi camino como apoyo, pero lo dejé caer.
Y por último sentí como mi cuerpo iba en dirección al suelo. — ¿Cielo? —Oí la voz de un chico— ¡Tania trae alcohol!
Alguien tomó mi cabeza y la elevó. — ¡Cielo! —Oí el grito de Tania.
— Estoy... bien. —Susurré.
Sentí como elevaban mi cuerpo, la cabeza me empezaba a doler un poco, y al mismo tiempo sentía como mi estómago rugía.
— ¿No has comido? —Oí a Tania— ¿¡Cómo se te ocurre!? —Bufó.
— No grites, desgraciada. —Gruñí y tomé mi cabeza entre mis manos— Debo ir al trabajo. —Suspiré.
— ¿Trabajo? —Habló Elvis, creo— Estás muy mal como para ir a trabajar.
— Es mí segundo día, no puedo faltar.
ESTÁS LEYENDO
·Bajo el mismo cielo·
RomanceEl peor día de tú vida, quizás, sólo quizás, pueda ser el mejor. Jamás dejar el teléfono en algún lugar había sido tan romántico. Quizás estamos en la época en qué en vez de dejar una zapatilla de cristal dejamos teléfonos. Para Cielo Howland...