Capítulo 12.

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"Ella sonreía mucho más de lo que parecía, pues él era el causante de sus sonrisas. Su mente soñadora viajaba y entre sonrisas lo imaginaba. Las horas y horas pasaban, pero su sonrisa seguía intacta. Pero lo que ella no sabía; su corazón latía tan fuerte que hasta él lo escuchaba".

— ¿Qué haces? —Intentó mirar el pequeño papel en mi mano pero lo escondí antes de que intentara agarrarlo.

— Nada. —Sonreí inocentemente.

Sonrió y caminó hacia mí. Lo abracé una y otra vez. No quería soltarlo, me sentía segura en sus brazos. Él pedía dos minutos más, pero el tiempo se agotaba. Tomó con un poco más de fuerza mi mano y me jaló hacia él. Sabía lo que hacía, lo que intentaba. — Abrázame un poco más antes de que el tiempo acabe. —Susurró.

La lluvia, nuestra dulce compañía. Su mirada y la mía, sin decir absolutamente nada; pero las miradas, ellas hablaban por sí solas.

Alguien aclaró su garganta, me sonrojé apenada y luego miré hacia donde provenía la voz.

— La Señorita Anastasia se encuentra aquí, Niño Müller.

El tiempo acabó.

Isaac suspiró. — Ya bajamos. —El mayordomo giró y se alejó con prisa— ¿En qué quedamos? —Sonrió pícaro.

— En que vas a bajar y a saludar a Anastasia con una sonrisa y que la tratarás con respeto.

Gruñó. — No recuerdo nada de eso.

— Vamos. —Empecé a caminar alejándome de él, siendo interrumpida por sus labios atacando los míos rápidamente. Sabía que hacíamos mal, quizás terrible, pero a mí me encantaba. Se fue separando poco a poco, no sin antes morder mi labio inferior con bastante fuerza— ¡Auch! ¡Isaac!

— ¿Qué? Muerdo tu labio para mostrarte mi cariño. —Rió.

Tomó mi mano y caminamos hacia su sala, aún me sentía rara.

Rara, pero feliz.

— ¡¿Qué hacen?! —Susurró/gritó la madre de Isaac al mirarnos.

Isaac la miró confundido. — ¿A qué te refieres? —Preguntó.

Nora señaló nuestras manos unidas. — Afuera están los padres de Anas...

Bufó. — No sigas.

— Por favor hijo, aguanta un poco más, por tu padre.

Isaac cerró sus ojos y suspiró. Con detenimiento soltó mi mano, su mirada ya no lucía alegre, ahora lucía triste y apagada. — Perdóname, Cielo. —Susurró.

Nora lo miró triste. Sonreí a medias a Isaac y luego lo abracé. — Está bien.

— ¡No lo está!

— ¡Isaac! —Susurré— Tranquilo, todo estará bien. —Acaricié su rostro— ¿Recuerdas?

— ¿Qué? —Me miró triste.

— Más allá de las nubes el cielo es siempre azul.

*   *   *   *  *

Isaac Müller

Respiré profundo y caminé hacia la sala de estar. Papá se encontraba mirando detrás de mí nervioso, pero al mirar que mamá cerró la puerta al terminar ella de pasar se relajó.

Ya me imagino a que temía.

— ¡Isaac querido! —Me saludó la Madre de Anastasia en tono alegre fingido.

·Bajo el mismo cielo·Donde viven las historias. Descúbrelo ahora