Desperté con una sonrisa gigantesca en mi rostro, me levanté y me fui a duchar. El agua caliente caía por mi cuerpo y eso me relajaba mucho más. Luego de terminar me arreglé con la mejor ropa que pude conseguir en mi ropero.
Había engordado, ahora lo sabía. Mis jeans me lo estaban confirmando. Me queda ajustado, hasta mi trasero se sentía preso.
Sin importar eso me terminé de colocar mi ropa y bajé a hacer el desayuno con muchas ganas.
Sí, así como lo leen.
Sal, harina, huevos, un poco de azúcar; era todo lo que necesitaba para hacer deliciosas panquecas. Y por supuesto lo más importante para el acompañamiento, café.
Encendí la radio, para mí buena suerte un Jazz bastante bueno sonaba en la emisora.
Me coloqué el delantal. ¡Y a cocinar se ha dicho!
Cinco minutos después ya llevaba algunas panquecas hechas.
— ¿Y aquí qué pasó? —Preguntó Tania mirando la cocina con confusión— ¿Y a ti qué te pasó? —Reí— Lo único que te falta es la rosa colocada en tú cabello, porque la cara de boba enamorada, la tienes.
Sonreí. — Tus comentarios no me afectan.
Me miró horrorizada. — No pues, ya para qué hablar. Ya te perdimos.
Reí. — No digas nada. Ya te veré más tarde cuando regreses de salir con James.
Bufó. — Voy a estar normal. Esa eres tú, toda una cursi creyendo en príncipes azules y cuentos de hadas.
Serví las panquecas y el café. — Ya veremos.
— ¿Y a dónde vas tan temprano?
— ¿Al trabajo?
— ¿Aún tienes eso?
La miré confusa. — ¿Sí?
Rió. — Bien. Entonces no me esperes despierta. —Se sonrojó.
Enarqué una ceja y sonreí. — Tú tampoco lo hagas.
Reímos y nos dispusimos a comer. Mis intenciones estaban claras; salir del trabajo e irme a casa de Isaac.
* * * *
Caminé despacio y sí, quizás un poco nerviosa. La primera reacción fue sentirme extrañada. ¿Y ella?
Confusa caminé hacia Glenda quién me miró sorprendida, pero luego sonrió. La segunda en mirarme fue Sophie, quién sonrió y luego corrió hacia mí.
— ¡Cielo! —Me abrazó.
— ¡Sophie!
— ¿Qué haces aquí? —Me miró confusa— Que preguntas mías. —Sonrió— Debes venir de visita.
Sonreí confusa. ¿Qué clase de pregunta es ésa? Glenda caminó hacia mí y me abrazó.
— Mi niña. —Besó mi mejilla— Que lindo que estés por estos lados.
¿Por qué lucen tan sorprendidas?
Sonreí y luego observe a la chica detrás de Glenda, así que hice la pregunta que desde hace rato me carcomía la cabeza. — ¿Y ella quién es?
Glenda giró al igual que Sophie a mirar en dirección a donde había señalado. — ¿Natalie? —Preguntó Glenda confusa.
— Sí. ¿Qué hace ahí?
Miré de nuevo a la chica morena de cabellos lacios, que se encontraba sentada en mí silla detrás de la caja registradora.
— Oh, es Natalie. Tú reemplazo.
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·Bajo el mismo cielo·
عاطفيةEl peor día de tú vida, quizás, sólo quizás, pueda ser el mejor. Jamás dejar el teléfono en algún lugar había sido tan romántico. Quizás estamos en la época en qué en vez de dejar una zapatilla de cristal dejamos teléfonos. Para Cielo Howland...