Capítulo 7.

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Realmente empiezo a notar que las cosas nunca serán como quieres, las cosas no suelen suceder como imaginas, y justo ahora, lo noto más que nunca.

Lo miré aún en la cama, con los moretones ensuciando su hermoso rostro, su labio roto. Me daba lástima mirarlo así, quería verlo sonreír, pero no era posible, porque estaba ahí, tumbado en esa cama.

Tania me miraba preocupada, yo no me había movido sino para ir al baño. Había dejado que ayer Tania fuera a casa, pero yo me quedé. Muchas personas extrañas entraban y salían, muchos de ellos me miraban extraño pero yo estaba pensando en él, apenas lo conozco y ya lo quiero.

— Deberías ir a descansar. —Me repitió Thomás de nuevo. Él tampoco es que había descansado mucho, había estado haciendo los mandados que le habían pedido la familia de Isaac. Por otro lado, la mamá de Isaac ya se estaba recuperando, ya había despertado pero su preocupación aumentó al enterarse de que su hijo aún seguía sin hacerlo.

— No, estoy bien.

— Me has dicho eso todo el día.

— Entonces ¿Para qué sigues preguntando? —Bufé.

Tania miró a Thomás divertida, supongo que le habría dado risa por la forma cruel en la que le contesté a Thomás. Miré a Isaac de nuevo y me acerqué, tomé su rostro en mis mejillas. —Hey. —Susurré— Sigo aquí. —Le sonreí a medias— No me he ido, y no me iré. Te lo prometo, no importa cuantas veces me pidan que me vaya, no importa cuantas personas me corran. Me quedaré aquí, por ti.

Besé su frente con total lentitud, giré para encontrarme con la mirada triste de Tania y de Thomás. Unos segundos después la puerta se abrió, una chica con el cabello rojizo, blanca como la nieve, entró, la chica de ruedas que miré ayer por la noche cuando llegué con Thomás.

Ella me miró sorprendida de verme de nuevo. Una Señora empujaba su silla, me miró y luego miró a Thomás extrañada, a simple vista, la Señora no lucía para nada agradable, en cambio la otra chica sí.

— Permiso. —Dijo la chica sonriendo a medias— Hola Thomás.

Thomás la miraba nervioso. ¿Sería su novia? — A-Anastasia. —Podría jurar que el chico se puso pálido.

La chica nos miró, la Señora detrás de ella nos fulminó con la mirada a Tania y a mí y se retiró. — ¿Quienes son ellas?

— E-ella es amiga de Isaac. —Me señaló Thomás nervioso.

La chica me sonrió y extendió su mano hacia mí. — Mucho gusto, soy Anastasia.

— Cielo. —Le correspondí la sonrisa.

La chica miró a Isaac y tocó su mano con tristeza. La observé, sus actos cariñosos, no sabía quien era ella para Isaac, pero demostraba que lo quiere mucho, por otro lado, Thomás me miraba a mí un poco preocupado. — Lamento que esto te esté pasando, Isaac. —Suspiró— Es mí culpa, y lo admito. Eres como un hermano para mí.

Mejores amigos, seguro.

La chica nos sonrió y empezó a empujar las ruedas de su silla ella misma. Luego de que ella salió Thomás quitó la tensión de su cuerpo y se relajó.

Mi teléfono sonó una vez más, realmente había estado ignorando a toda persona que le dio por llamarme en las últimas horas. Miré la pantalla, Peter, desbloquee la llamada y salí hacia el pasillo para atender, pero sin alejarme mucho de la puerta.

— ¿Aló?

— ¡Al fin! —Oí a Peter a la otra línea— ¿Estás bien? ¿Por qué no has atendido todas mis llamadas? ¡Ni mis mensajes! ¡Hemos estado tratando de contactar contigo! ¿Te pasó algo?

·Bajo el mismo cielo·Donde viven las historias. Descúbrelo ahora