Capítulo 21.

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Paul sonrió un poco y se encogió dentro de mi capa, en busca de calor. —Sácanos de este maldito hielo— me dijo sin borrar su sonrisa del rostro. Me puse de pie a toda velocidad. Ya ni siquiera sentía frío, un calor extraño inundaba mi cuerpo, quizá la emoción por saber que por fin vamos a poder movernos.

    Se comenzó a escuchar los gritos jubilosos de los hombres. —Vendré en un rato, te necesito para algo— Paul pareció confundirse un poco, pero antes de poder replicarme cualquier cosa, salí corriendo hacia la cubierta.

    La mayoría de los hombres se encontraban ahí, atando cabos a toda velocidad y subiendo por las rejas hasta llegar a los mástiles de las velas. —¡Movamos este pedazo de madera!— gritó Stuart a todo pulmón en cuanto me acerqué a este.

    —Tú no pierdes el tiempo ¿Cierto?— me burlé mientras corría a amarrar un nudo de la vela mayor —Si la corriente se va, por lo menos avanzaremos unos metros; no podíamos esperar a que acabaras de besuquearte con nuestro prisionero— Stuart sonrió un poco y yo terminé de ajustar el nudo con tanta brusquedad que la cuerda me quemó la palma de la mano.

    —Estábamos charlando, en realidad— contesté con más brusquedad de la esperada, viendo como el barco comenzaba a tomar velocidad. La brisa era muy débil, apenas si podía impulsar el barco, pero eso fue suficiente como para que todos recuperemos la esperanza. Si morimos, al menos no será congelados.

    —Por cierto, vuelve a tratarlo de esa forma y te amarraré al mástil hasta que mueras de inanición— lo amenacé. Stuart se llevó una mano al pecho dramáticamente —No sé de qué hablas— me dijo este, haciéndome soltar un gruñido.

    Ni siquiera sabía por qué estaba tan molesto.

   —Hablo acerca de darle a Paul la manta más delgada que encontraste, imbécil. Por poco lo matas de frío— al decir esas palabras, de pronto entendí todo —¡Lo ibas a matar!— dije rápidamente, entendiendo las verdaderas intenciones de Stuart. Este se encogió de hombros —Te lo dije, John, es mejor matar a diez hombres que a cincuenta—

    —¡Aún así no tenías derecho! ¡El capitán soy yo!— le di un golpe a Stuart, casi sin poder controlar lo que están haciendo. Este proliferó un pequeño gemido de dolor, y antes de poder notarlo, todos los hombres giraron sus rostros hacia nosotros y la pelea que estaba a punto de desatarse.

    Stuart se incorporó y rápidamente desenvainó su espada.

    Esto era algo insólito; el capitán podía agarrarse a golpes con un hombre si este se ponía hostil, pero ese hombre nunca era el primer oficial. Se suponía que el primer oficial era la mano derecha del capitán, una pelea entre ambos era como si el capitán peleara contra él mismo.

    Aún así no me detuve.

    Desenvaine mi espada y amenacé a Stuart con ella —¡Ningún hombre morirá! ¡Dices que matar a diez es mejor que a cincuenta, pero yo digo que es mucho mejor no matar a ninguno!— los hombres se congregaron a nuestro alrededor, olvidando por completo el reciente milagro de la brisa. Stuart me miró de una forma completamente impropia de él, sin esa admiración que tenía por mi.

    —¡Proteges al pirata! ¡Podría haber arrojado a cualquier hombre por la borda y tú no hubieras dicho nada! ¡Todo esto es por tu puta!— moví mi espada involuntariamente, y pude haber rebanado a Stuart si este no hubiera bloqueado el golpe con su espada. Los hombres parecían encender los ánimos a cada minuto que pasaba. —¡El pirata y yo no tenemos nada que ver! ¡Protejo la vida de todos, a diferencia tuya!—

   Las miradas se centraron en Stuart, poniéndolo nervioso. Sabía que este tomaba decisiones estúpidas si era presionado, por lo que estuve listo en cuanto este me atacó con su espada. Ambos intentamos acercarnos para rebanarnos como cerdos pero nuestros pies se acoplaban en una perfecta danza. Cada movimiento, cada técnica, cada paso había sido minuciosamente estudiado por los dos. Stuart y yo habíamos aprendido con el mismo maestro y a veces éramos nuestros oponentes en las prácticas, por lo que matarnos el uno al otro resultaría imposible.

Captive [McLennon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora