Capítulo 36.

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A la mañana siguiente, no logré encontrar a Paul en el desayuno, pero este apareció justo cuando Stuart sacó la espadas y armas de repuesto. No parecía cansado, pero sí molesto.

    Este no me dirigió ni una pequeña sonrisa, solo se dedicó a colocarse a un lado mío y comenzar a señalar entre los árboles —Lo mejor es no enfrentarnos cuerpo a cuerpo, así que las espadas no serán necesarias, solo las pistolas. Necesito a treinta hombres y que el resto se quede en el campamento, puede que alguno se nos escape— los hombres se quedaron en silencio, sin saber si deberían de hacerle caso o no. Sólo comenzaron a moverse cuando yo ordené: —¡Muévanse, ya oyeron!— casi de inmediato, los treinta hombres se formaron en una fila, ansiosos por ser los primeros en comenzar a saquear las riquezas de los salvajes.

    Nos internamos en en bosque y avanzamos por donde Stuart indicaba. El segundo en la fila era yo, desobedeciendo las ordenes de Paul por llevar mi espada en la mano, y después venía el hermano de Paul. Ese no era el momento indicado para acercarme a Paul, por lo que solo me concentré en la misión que debíamos de cumplir.

    Llegamos al campamento indio, con la sorpresa de que ya no había ningún habitante en él, solo habían dejado las tiendas y algunos restos de comida. —Esos malditos...— comenzaron a gruñir los hombres.

    —Estén atentos, puede ser una trampa— les ordené, haciéndolos callar. Comenzamos a inspeccionar el interior de las tiendas, encontrando algunas cosas de valor que iban a ir a parar al tesoro real, los hombres solo podríamos comenzar a declarar las cosas como nuestras cuando la bóveda donde guardáramos el tesoro para la reina estuviera llena.

    No había rastro de ningún salvaje en ninguna parte.

    —¿Crees que es seguro traer el campamento aquí?— le pregunté a Paul, que había terminado de inspeccionar la fogata que ya estaba fría —Sí, ahorraremos comida y agua, además de que todos necesitan un baño. Solo necesitamos aumentar la seguridad— asentí, y casi de inmediato comencé a escuchar como Stuart gritaba indicaciones a los hombres para que comenzaran a colocar el campamento. Aún no había podido disculparme con él por haberlo tratado mal la noche anterior.

    —Iré a lavarme al lago ¿Vienes o...?— le pregunté a Paul, que de inmediato contestó —Estoy ocupado, pero ve, yo te alcanzo luego— por amor a mi dignidad, me despedí de Paul haciendo un pequeño gesto con mi mano y me di media vuelta.

    Sabía que yo no tenía que ver con lo que fuera que le sucediera a Paul, pero también sabía que era algo relacionado conmigo.

Captive [McLennon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora