Supe que habían pasado muchos días desde antes de que pudiera abrir los ojos. Tenía el cuerpo adolorido y mi barba había crecido considerablemente, causándome una molesta comezón en las mejillas.
Abrí los ojos después de rascarme con el brazo que sí sentía e inspeccioné mi camarote. Todo lucía en su lugar, aunque tenía la ventana destrozada junto con un gran pedazo de madera, pero en medio de todo el calor que sentía parecía ser una bendición que el aire se colara por ese espacio.
No tenía la camisa puesta, y unos vendajes muy apretados se ubicaban en mi costado izquierdo, justo donde la bala había hecho un agujero. Había creído que moriría.
La puerta de mi camarote fue abierta sin cuidado, dejando ver al chico más joven de la tripulación con una bandeja de agua y algunos trapos limpios. Este se paralizó al verme despierto y casi tiró la bandeja a causa de la impresión.
—Sí, yo tampoco creí que sobreviviría— me burlé, haciendo que el chico se colorara de las mejillas —Capitán yo... me alegra que esté bien— este agachó su cabeza ligeramente, como si yo me tratara de la reina, lo que me provocó cierta gracia —¿Puedes llamar a Paul?— le pedí al chico, intentando incorporarme en la cama y las incómodas almohadas.
—¿Al pirata?— preguntó este con repulsión.
—Ya no es un pirata, salvó mi vida—repuse con firmeza, logrando que el chico volviera a hacer una pequeña reverencia —Lamento si lo ofendí, señor, pero mi padre siempre me dijo que esa clase de gente nunca cambia. No confío en él ni en ningún otro pirata reformado de este barco—
—Y no deberías de hacerlo, el resto de ellos no me parecen confiables, pero Paul y su hermano han probado ante mi ser buenas personas tratadas mal por la vida— el chico soltó un gruñido de disgusto que notó que no pasé de alto —¿O por qué crees que estoy equivocado?— le pregunté amablemente. Había aprendido que siempre había que confiar en los hombres a tu servicio.
—El hermano del pirata que le salvó la vida es el que menos me agrada, es prepotente y un auténtico fastidio— asentí —Y en cuanto al otro chico, casi mató al primer oficial en una pelea después de que lo trajeron a su camarote— los recuerdos de las tensiones entre Paul y Stuart antes de que yo cayera desmayado regresaron a mi inmediatamente después de haber escuchado las palabras del chico.
—¿Casi? ¿Qué sucedió?— pregunté alarmado. El chico estaba a punto de contarme todo en cuando recibió un pequeño golpe en su espalda que lo hizo pegar un brinco enorme, como un gato asustado. —Deja que yo te lo cuente, John— pidió Stuart, apareciendo detrás del chico, que de inmediato se encogió en su lugar.
Mi amigo le dirigió una mirada completamente severa al chico, que casi de inmediato se echó a temblar como cachorro herido. —No quería hablar de más, oficial— se disculpó este —Puedes retirarte ya, chico— gruñó Stuart que, al contrario de mi, no era tan amable con los hombres.
Una vez el chico salió corriendo como alma que llevaba el diablo, Stuart entró a mi camarote y cerró la puerta tras él. Se acercó hacia mi cama y me miró de arriba a abajo —¿Te sientes bien?— preguntó, sonriendo un poco —Lo suficiente— contesté, mirando su rostro. Tenía cortadas por gran parte de las mejillas, además de un golpe en su ojo que lucía un color amarillo horrible.
—Cortesía de tu pirata— aclaró este, notando la curiosidad de mis ojos.
—¿Por qué se golpearon?— pregunté seriamente, acomodándome de nuevo entre las sábanas calientes —No quería entrar en su celda, así que tuve que obligarlo— sabía que esas no habían sido las razones, sabía que Paul solo quería estar a mi lado hasta asegurarse que yo estaba bien, pero no dije nada al respecto.
—No quiero que se repita, Stuart. Paul ya no es un prisionero— mi amigo abrió mucho los ojos antes de sonreír y negar con la cabeza —Veo que tus ideas aún no están en orden, John— este revolvió mi cabello lentamente, lo que solo me fastidió más.
—Están en perfecto orden, Stuart. Paul salvó mi vida y estoy en deuda con él, así que lo liberaré en gratitud.
—¿Salvar tu vida? ¿Él? ¿Y qué hay de mi? Casi me convierte en un montón de pedazos de carne ¿Eso también es muy noble?
—Ya lo haz dicho: casi. Si te hubiera matado otra cosa sería.
—¿Así de poco vale mi vida para usted, capitán?— gruñó Stuart, fastidiándome aún más. —Eres mi mejor amigo, casi mi hermano, Stu. Tu vida me importa más que la de cualquier otro hombre en el barco, incluida la mía—
—Mientes, John, y lo sabes. Puedo verlo en ti, pude verlo desde que le cediste el control absoluto de la nave mientras peleábamos— me retorcí interiormente al escuchar las palabras de mi amigo, pero exteriormente no hice ningún movimiento.
—¿A dónde quieres llegar con esto?— cuestioné.
—¡Gustas del pirata, John!
—Lo hago, Stuart. ¿Eso es lo que querías saber?— confesé, por primera vez en mi vida no me sentía aterrorizado de pensar en ello. Mi amigo hizo un ruido extraño y después aseveró su mirada —¿Y qué te hace creer que él gusta de ti? ¿Cómo sabes que sus sentimientos son verdaderos y no una trampa para llevarnos a la ruina?— me encogí de hombros, o algo así, y contesté:
—Solo lo sé. Es loco ¿No?— Stuart tocó mi frente en busca de temperatura —Estoy bien de la cabeza, amigo. Solo quiero que traigas a Paul ¿O debo de ir a buscarlo yo mismo?— Stuart retiró su mano de mi frente y soltó un suspiro.
—¿Olvidas cómo terminó la última trampa que nos tendieron?— recriminó, bajando mis ánimos por el suelo, pero esta vez no sentí esa opresión en mi pecho. Miré el cuadro que seguía colgado a la pared, a un costado de los mapas y detrás de la mesa destruida.
Recordé como se sentía su piel debajo de las yemas de mis dedos, la forma en la que sonreía cuando me miraba y su muerte: recordé esa bala atravesando su cabeza una sola vez, y el ruido que había seguido en cuanto su cuerpo cayó contra la madera mojada y sucia.
Y luego estaba él, el hijo que solo tuve un año y medio antes de su muerte ocasionada por mi culpa.
Sí, ambos lo hubieran deseado de esta forma.
—No lo olvido, pero ya es hora de dejar de cargar con Cynthia y Julian— ¿Hace cuanto tiempo no decía sus nombres? Recuerdo haber creído que nombrarlos sería evocar recuerdos y presenciar el regreso de dos fantasmas, pero esta vez fue liberador. Esta vez fue como liberarlos a ellos y a mi.
Stuart asintió, entendiendo que esta era mi postura definitiva en este tema.
—Espero que no te arrepientas de esto, John— dijo, llevando su mano a su pecho e inclinándose un poco, reafirmando su lealtad a mi.
—Ve por él— le ordené.
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Captive [McLennon]
Fiksi Penggemar-¡Barco a la vista!- salí del camarote a toda velocidad a los pocos segundos de dado el grito. -¿Barco amigo?- cuestioné a mi primer maestre, este se giró y negó. Estaba completamente pálido. -Piratas- susurró. #938 en Fanfic (20/Mayo/2017) #531...