Stuart podía ser un imbécil muchas veces al día, pero era un gran primer oficial. Nunca nadie había esperado que alguno de los dos tuviera cargos tan importantes en una misión que prácticamente haría a nuestra nación aún más poderosa, así que quizá por eso él se esforzaba tanto en cumplir su deber, dejándome a mi con tanto tiempo libre que solo me dedicaba a tomar el timón y revisar que el curso fuera el correcto.
Y lo mejor es que Stuart sabía como agradarle a los hombres para que no pensaran que estaban bajo nuestro yugo, por lo que el trabajo era aún mejor. No importó que tuviéramos que parar casi cinco horas para reparar la madera que había salido volando a causa de los cañones, los hombres intentaron hacerlo lo más rápido que podían y justo cuando el sol comenzó a descender, ya estábamos en marcha de nuevo.
Al reparar las velas rotas, y con el impulso del último viento antes de que el sol se ocultara, logramos avanzar un buen tramo de océano.
Cuando todo estuvo listo para que el barco avanzara sin problemas por la noche tan tranquila, le cedí mi puesto a un teniente y me dispuse a bajar a cenar. Me metí a mi camarote y me quité la ropa sudada de capitán y la cambié por una camisa blanca y unos pantalones, me lavé el rostro y Stuart hizo su aparición con la cena para Paul y para mi.
—Espero que esta vez te vaya mejor— me dijo sonriente, entregándome la charola —Esta vez me irá mejor, te lo aseguro— había pasado toda la tarde pensando en Paul, sabía que este tenía razón, si solo quisiera saber quién era él, hubiera ido con su hermano y lo hubiera preguntado, pero algo en mi interior me decía que sería mejor saberlo por que él quisiera contármelo, y no solo por preguntar.
Una historia sabe mejor si su protagonista es quién la cuenta.
Salí de mi camarote y bajé hasta las celdas, donde Paul se encontraba tirado en el piso, con sus manos detrás de su nuca y sus ojos clavados en la madera del techo. Me senté en el piso, frente a él, y comencé a comer mi pan con toda la tranquilidad del mundo. —¿Viniste solo a mostrarme como es que comes, en un tonto intento de tortura?— cuestionó, aún sin levantarse del piso. Lucía cómodo en esa posición.
—No, vine a darte la cena, pero por lo menos esperaba que tuvieras modales, pirata— contesté mientras masticaba mi pan. Limpié los restos de comida de mi ropa y lo miré. Sabía que tenía hambre. —¿Qué clase de modales?— cuestionó —Solo quiero que me digas: Buenas noches, capitán ¿Ya vamos a cenar?— Paul soltó una pequeña risa —Quieres que suena como si estuviera agradecido de que me alimentes— contestó.
—Deberías de estarlo, estoy evitando que mueras de hambre— Paul soltó una carcajada y se levantó, solo para que quedáramos sentados frente a frente, con unos barrotes de diferencia —Estás conservando a la sirena con vida ¿No?— se burló —¿Cómo sabes eso?— pregunté impresionado, no explicaba como era que sabía eso.
—Te sorprendería saber lo mucho que se escucha a través de las tuberías— contestó —Pero para su información, capitán, solo tiene recluso a un humilde pirata, no a una sirena que en cualquier caso sería un tritón, no sirena— sonreí y decidí seguirle el juego.
—¿Serías un tritón, enserio? Por que con esa cara luces como sirena. La sirena más delicada que jamás podría ver en mi vida, de hecho.
—¿Crees que soy una chica?— preguntó este, divertido —¿Por qué no entras y lo averiguas?— me propuso, mordiendo su labio y recargando su mejilla en su mano.
—¿Sabes, Paul? Creo que si insistes tanto en que te vea desnudo, creo que es porque no puedes resistirte a mi. Quieres que te toque.
Por primera vez logré hacer que Paul se quedara sin palabras, porque me miró como si no pudiera creer que le hubiera contestado su insulto, mientras veía como se sonrojaba.
—Quizá solo quiero saber como es que conseguiste ser capitán siendo tan joven, digo, debiste de haberte cogido a varios ministros y marinos para llegar a ese puesto— contraatacó. Si hubiera llevado mi espada, seguramente le cortaría por lo menos un dedo por lo que acababa de insinuar, pero decidí no mostrarle mi furia. Tratar con Paul era difícil.
—Posiblemente, o quizá todos cayeron como tú ¿O es que acaso no soy atractivo?— Paul soltó una risotada —He visto crustáceos más atractivos que tú, de eso estoy seguro— sonreí y le di la charola con su comida —Entonces sí eres una sirena— concluí, mientras veía como Paul intentaba resistirse a la tentación de lanzarse contra la comida y devorarla.
—Ya te dije, tendrás que averiguarlo— sonreí, le di la última mordida a mi pan y me puse de pie —Cena— le ordené, aunque sabía que no debía de decírselo. Este tomó el pan y le dio una mordida discreta. Me di media vuelta y comencé a subir a cubierta.
—Capitán— me llamó Paul, haciendo que me diera la vuelta y bajara unos escalones para poder verlo —¿Vendrá a cenar conmigo mañana?— preguntó. Esta ya estaba de pie en la celda, y no lucía como alguien amenazante o prepotente —¿Es que no podrías pasar un día sin verme?— me burlé, haciéndolo sonreír —Burlarme de ti es lo que más disfruto de estar aquí encerrado— contestó este.
—Vendré mañana— aseguré —Ahora come, sirena— Paul sonrió y yo me di media vuelta. Puede que fuera molesto, pero burlarme de él también era lo que más disfrutaba de estar en ese barco.
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Captive [McLennon]
Fanfic-¡Barco a la vista!- salí del camarote a toda velocidad a los pocos segundos de dado el grito. -¿Barco amigo?- cuestioné a mi primer maestre, este se giró y negó. Estaba completamente pálido. -Piratas- susurró. #938 en Fanfic (20/Mayo/2017) #531...