Después de que todos los piratas cautivos juraran lealtad al rey, Stuart les dio ropas que logró encontrar en los almacenes del barco. No se trataba de elegantes uniformes o ropa desgastada, simplemente eran un montón de prendas de marino con un horrible olor a humedad. Incluso Stuart, en su osadía, propuso que los hombres y los piratas cenaran todos juntos en la cubierta.
Al principio hubo muchas hostilidades entre ellos, pero conforme el vino pasaba de vaso en vaso, las distancias se acortaron y los hombres comenzaron a contar anécdotas que consideraban graciosas. Aún así yo me negué a cenar con ellos.
No me consideraba como la clase de capitán que tenía a sus hombres trabajando día y noche, e incluso en otro tiempo yo mismo hubiera cocinado y me hubiera sentado con los piratas a comer. Eran como cuatro cachorritos mansos, pero yo aún no confiaba en ellos.
—¡Capitán, su cena!— me gritó Stuart desde la cubierta alta, mostrándome una charola rebosante de comida. Era comida para dos.
Stuart subió hasta donde me encontraba apreciando el espectáculo y me tendió la bandeja —No creo haberte permitido cenar conmigo— le dije, haciendo que este sonriera —Lo sé, yo ya cené— contestó —No te entiendo—
Stuart soltó un suspiro y me miró —Desde que viste a ese chico luces distante— explicó —Te inquietó, quieres saber porque eligió una celda a permanecer con su hermano—
—Me inquietó, es cierto. Ese chico no luce como un pirata pero actúa como uno, es lo más raro que es visto— Stuart soltó una risita —Bien, entonces ve a darle de cenar y charla con él— este colocó la bandeja en mis manos y se alejó, dejándome perplejo. Puede que Stuart fuera mi mejor amigo, pero esa no era forma de tratar a un capitán.
Un capitán no debía alimentar prisioneros.
—¡Hazlo!— me incitó Stuart antes de bajar a la segunda cubierta, seguramente a dormir.
Miré la bandeja y solté un suspiro. Quizá seguir el consejo de Stuart no fuera tan mala idea.
Bajé hasta la galera y tomé el camino hasta las celdas. El barco solo contaba con tres jaulas especialmente diseñadas para albergar a tres hombres cada una, pero el único prisionero que tenía era ese chico, por lo que no fue difícil visualizarlo entre la penumbra.
Este tenía un sombrero de almirante cubriéndole el rostro y la espalda recargada en la madera. Creí que estaba dormido. —Vaya, eres tú— me dijo sin quitarse el sombrero del rostro —¿No te alegra verme?— cuestioné.
El chico soltó una risita —No— contestó este, echándose para atrás el sombrero y descubriendo su rostro. Stuart también le había dado ropas nuevas, y ahora tenía la cara limpia. Era más bello sin todo ese hollín en el rostro.
—Te traje la cena— este me miró con asco —No le he echado veneno si es eso lo que crees, no mataría a un hombre sin razón— este soltó una carcajada cargada de ironía, pero aún así no pude evitar de sentirme conmovido por el timbre de su risa. —Mataste a todos esos piratas sin razón, pudiste haber izado velas y escapar de ese encuentro, pero decidiste matarlos a todos—
—¿Y quién dice que no tenía razón para hacerlo?
—¿Y cuál es la razón?— me quedé en silencio. Sentía que ese chico podía leer mi mente con tan solo mirarlo, por lo que muy a mi pesar desvíe la vista. —Eso no te incumbe, ahora toma tu cena y deja de fastidiarme—
—Paso, no me gusta el pan mullido por ratas— fue mi turno de sonreír —Estás en un barco bendecido por la propia princesa de Inglaterra, aquí no tenemos ratas—
—Fascinante ¿La princesa en persona verificó que no hubiera ratas a bordo?— solté un gruñido —Toma el maldito pan, pirata— ordené. El chico se puso de pie y se acercó a donde estaba. Estiró la mano y tomó el pan y el agua con cuidado de no tirarlos. Podía ser que ese tipo fuera un idiota, pero tenía hambre.
—Come— le dije.
—¿Y así quieres que no crea que haz envenenado la comida?— cuestionó, inspeccionando el pan de un lado a otro.
—Quiero asegurarme que comes, además, sé que tienes hambre— este me miró dubitativo y finalmente le dio una gran mordida al pan y comenzó a marcar. Lo miré a detalle. Su rostro lucía pálido en comparación a su cabello completamente negro que sobresalía del sombrero en pequeños mechones desordenados.
—Luces muy joven como para ser un capitán— me dijo una vez que pasó el primer bocado —Y tú luces muy joven como para ser un pirata— este sonrió y le dio un gran sorbo al agua —Quizá lo sea— este se limpió los restos de comida con su mano.
—Toma esto— tomé la manzana que había en la charola y se la di —¿Debo de regocijarme por tu bondad o preocuparme? ¿Qué es lo que quiere, capitán...
—Capitán Lennon. John Lennon.
—Bueno, capitán Lennon ¿Qué es lo que quiere a cambio por esa manzana?
—Tu nombre.
El chico me miró con los ojos muy abiertos y después la manzana. Si hubiéramos estado en otra situación estaba seguro de que no le hubiera dicho nada, pero continuaba teniendo hambre.
—Paul.
Arrojé la manzana al interior de la reja y este la tomó en el aire.
—Paul ¿Qué?
—¿Eso importa en verdad?
—Dímelo.
—¿Por qué quieres saber mi nombre, John? ¿No se suponía que esta mañana yo solo era el sucio pirata?— este le dio una mordida a la manzana y volvió a recostarse en el muro de madera. —No luces como los demás, ni siquiera como tu hermano. Pareces tener modales y un orgullo enorme, pero no pareces pirata. Quiero saber quién eres, Paul.
Este se estremeció al escuchar su nombre, pero no por eso falqueó. —Si quisieras saber solo eso, habrías ido con el bocón de mi hermano y le hubieras preguntado todo lo que quieras, pero en cambio aquí te encuentras, capitán, cenando en un calabozo y hablando con un pirata. Si desearas saber solo mi nombre lo hubieras preguntado. Quieres algo más de mi, pero la pregunta es: ¿Yo quiero dártelo?
Desenvainé mi espada en un movimiento rápido y calculado y apunté a Paul con esta —¡No digas calamidades de mi! ¡Yo nunca tendría sexo con un hombre, y menos con un pirata!— Paul sonrió —Nunca hablé sobre sexo, capitán—
Bajé la espada al reparar en que este tenía razón. Su sonrisa se ensanchó.
—Si lo que quieres es solo sexo, pídelo, yo no me negaré, aunque tendrás que entrar a esta jaula con la incertidumbre de si te apuñalaré cuando me la estés metiendo, si huiré de aquí y junto con mi hermano y mis amigos le sacaría las tripas a toda tu tripulación y cuando descubrieran tu cadáver y lo llevaran a Inglaterra tu esposa e hijos se sentirían avergonzados de estar emparentados contigo, no lo sé— Paul se encogió de hombros.
—Eres un fastidio, pirata— contesté colocando mi espada en su lugar y fulminándolo con la mirada. —Vamos, John, solo pregunta lo que quieres saber, puede que te responda alguna cosa—
—Púdrete en el infierno, niño.
Me di la vuelta, listo pasa salir de ese calabozo maloliente y dejar a Paul atrás.
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Captive [McLennon]
Fiksi Penggemar-¡Barco a la vista!- salí del camarote a toda velocidad a los pocos segundos de dado el grito. -¿Barco amigo?- cuestioné a mi primer maestre, este se giró y negó. Estaba completamente pálido. -Piratas- susurró. #938 en Fanfic (20/Mayo/2017) #531...