Capitulo 5.

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Obligatoriamente Gerard había tenido que ir a la escuela al día siguiente pero solo porque había hecho un trato con Donna, así que ella se quedaría a cuidar de Frank.

Sin embargo, había una fecha límite para que él pelinegro sacara a Frank de la casa, tenía 5 días.

Su pie se movía inconsciente, su vista recorría el lugar entero e incluso había comenzado a morderse las uñas. Al instante reconoció a su amigo de afro y con una señal lo invito a acercarse. Era ahora o nunca.

— Hola Gee, ¿qué tal todo?— pregunto el chico tomando asiento a su lado.

— Todo, ¿normal?

— ¿Normal?— cuestionó elevando sus cejas. Conocía a Way, algo estaba pasando.

— Ray, somos amigos, ¿cierto?— el recién mencionado asintió— necesito que me hagas un favor.

— Seguro, ¿qué necesitas?

— Necesito que ocultes a un chico en tu casa.

Raymond soltó una sonora risa pero al ver que Gerard no lo siguió se detuvo.

— ¿Hablas en serio?— pregunto con seriedad— espero estés consiente de lo que me estás pidiendo.

— Por favor Ray, Donna no me deja tenerlo en casa— dijo él ojos esmeralda haciendo un puchero.

— ¿Hablamos de un chico o un perro? a todo esto, ¿qué chico?

Gerard mordió su mejilla. Si quería que su amigo lo ayudara tendría que ser honesto, así que comenzó a contarle todo desde el principio. Raymond escuchaba el relato en silencio, como si estuviera analizando las cosas.

— ¿Por qué no lo llevas con la policía? Frank debe tener una familia que lo extraña y lo está buscado— propuso el de afro.

— Claro que no, ya te conté cómo actuaron cuando quise denunciar lo que vi. Seguro están involucrados en eso— vacilo Gerard observando sus manos.

— Entonces investiguémoslo por nuestra cuenta, nosotros vamos a llevar a Frank con su familia— musitó Ray y al instante una sonrisa apareció en el rostro ajeno.

— ¿Harías eso por mí?

— Seguro, para eso están los amigos— dijo y sin esperar Gerard lo abrazo rápidamente.

— Gracias, gracias, gracias. Pero vas a mantener a Frank en tu casa, ¿verdad?— Raymond asintió— no sabes cuando te amo.

— Si, si. Lo sé, ahora quítateme de encima— río y él ojos esmeralda se separó.

Se había quitado un peso de encima.

Justamente los padres del chico no estarían esa semana, así que no tendrían mucho problema. Solo tendrían que investigar en donde vivía Frank y cuando menos se dieran cuenta volverían a sus normales y aburridas vidas.

Al salir de clases fueron directamente al departamento de Gee.

— Hola mamá— saludo el pelinegro cuando cerró la puerta a sus espaldas.

— Hola señora Way— saludo Ray.

— Chicos, ¿qué tal la escuela?— pregunto con dulzura la mujer. Los muchachos se encogieron de hombros.

— Iremos a mi habitación— aviso Gerard antes de perderse en el pasillo.

Para sorpresa cuando entraron Frank no estaba ahí. Lo buscaron bajo la cama, en el baño, en el armario, había desaparecido.

— Oh genial Gee, hasta un chico desaparece en tu habitación— murmuró Raymond notando que hace bastante no la limpiaba.

— ¡Mamá! ¿Has visto a Frank?— exclamo alto el chico.

— Esta con Mikey— contesto la mujer desde la cocina.

— ¿Mikey?— preguntaron los dos al unísono.

Salieron corriendo hasta la habitación de al lado y tocaron varias veces en la puerta. Instantes más tardes un pequeño Mikes les abrió con aquella sonrisa que ya conocían: algo malo había hecho.

— ¿Dónde está Frank?— pregunto Gerard.

— Aquí no.

— Tu madre nos acaba de decir que estaba aquí— Raymond lo acusó con una sonrisa burlona.

— Mintió.

— Oh, ¿quieres que le diga a Donna que le has dicho mentirosa?— Gee contraatacó con una sonrisa de victoria, había ganado.

El pequeño de anteojos se hizo un lado y los dejo pasar a su habitación.

— Tu hermano menor si tiene todo en orden aquí, aprende de el— bufó Ray y Gerard golpeó su hombro.

Los chicos buscaron a Frank por todo el lugar con la vista, tampoco estaba.

— ¿Dónde...?— comenzó a preguntar el pelinegro pero un sonido en el armario lo detuvo. Raymond se apresuró a ver qué era— ¡Mikes! ¿por qué tienes a Frank ahí!

— Estábamos jugando a las escondidas— dijo el pequeño con una sonrisita.

El de afro intento ayudar a Frank a salir de ahí, pero esquivaba su tacto.

— Gee— lo llamo, pidiendo su ayuda.

— Hola Frank— Gerard lo saludo, acercándose a el— ¿por qué no bajas de ahí?

El castaño los observo con temor, en especial a ese chico que nunca antes había visto. Su cabello parecía un arbusto gigante. Poco a poco salió de su pequeño escondite, era más bajo que los otros dos chicos.

— ¿Esa camisa de Star Wars no era mía?— señaló Ray notando la ropa que vestía el chico.

— Era, me la diste a mí y yo se la di a él.

Raymond movió su mano en el aire, sin darle importancia.

— ¿Cómo la vamos a sacar de aquí si no podemos tocarlo?— cuestionó y junto con Gerard pensó que hacer.

Mikey los observo desde lugar, sus pequeños ojos oliva analizaron la situación, ¿no podían tocar a Frank? se acercó con inocencia al castaño y lo abrazo. Sus pequeños brazos rodearon la cadera ajena y sorpresivamente Frank no se alejó. Miro a Mikey con curiosidad. El pequeño le sonrió.

— Gee— llamo su atención Ray, observando a los chicos.

Sus ojos se abrieron con sorpresa.

— ¿P-pero como?— pregunto, ¿por qué Mikey podía abrazarlo pero ellos no podían siquiera tocarlo?

— Tss Gee, se me acaba de ocurrir algo—dijo Toro con una gran sonrisa— Mikes es la clave.

Hard; frerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora