Capitulo 29.

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La ciudad estaba envuelta en un espeso silencio, el único sonido seguramente era dentro del auto de la novia de Raymond, donde una canción que Gerard no reconocía, sonaba. Anthony dormía en su pecho, después de las dos de la mañana había caído rendido ante el cansancio.

Raymond tarareaba la canción, mientras con sus dedos golpeaba el volante, "¿acaso no vas a dormir?" preguntó luego de un rato.

"No puedo" murmuró, apoyando su frente contra el cristal de la ventana. Su mano sostenía de la cadera a Anthony de manera protectora mientras el menor soltaba pequeños suspiros.

"Donna me matará si te ve así" sé burlo, haciendo referencia a su deteriorado estado, a que lucía bastante pálido y eran notarías las bolsas bajo sus ojos.

"Nah, Donna Way te ama más que a sus propios hijos"

Una leve risa escapó de los labios del de afro, "¿al menos puedo invitarte una café? no pasa nada si nos detenemos unos minutos"

Gerard lo pensó, pero terminó por asentir justo al mismo tiempo que Toro aumentaba un poco la velocidad "cerca de aquí hay una cafetería que está abierta las 24 horas del día, tienen un café y unos panqueques que te encantarán"

Diez minutos después se estaban estacionando, el pelinegro despertó con un suave beso a Anthony y ya estando todos listos, bajaron del auto y entraron al establecimiento. El lugar –a pesar de la hora– se mantenía vivaz, con un olor a café que inundaba las fosas nasales y con música alegre de fondo. Fueron a sentarse a una mesa, el lugar estaba casi vacío, pero eso sólo hizo que rápidamente llegaran sus pedidos.

"Estamos a unas horas de Ohio, estaríamos llegando para el amanecer" informó Ray mientras tragaba sus panqueques. El de perforaciones solo daba sorbos a su bebida y Gerard comía galletas.

"Demasiado temprano" Anthony murmuró, soltando un sonoro bostezo y recargando su cabeza en el hombro del esmeralda.

"Puntualidad ante todo" contesto con cierto aire de superioridad. El castaño le saco la lengua infantilmente.

"Voy a fumar un cigarrillo, ya vengo" aviso, poniéndose de pie y caminando hasta la puerta de cristal. Apenas la cruzo escucho a sus espaldas una campana.

Se dirigió hasta el auto –que estaba a un lado de la carretera– y se apoyó en este antes de prender el tubito y llevarlo a sus labios. Unos segundos después estaba expulsando el humo con gracia. En frente suyo la carretera lucia vacía, no había señales de un auto en kilómetros y la única iluminación provenía del establecimiento a sus espaldas.

"¿Necesitas compañía?" la suave voz llegó acompañada de un abrazo el cual Gerard recibió gustoso.

"Solo necesito estar contigo" murmuró, Iero se distancio un poco solo para arrebatarle el cigarrillo y darle una calada "¿y Ray?"

"Se quedo dentro comiendo panqueques" rió y después se mostró serio, mirando directamente a los ojos al chico, "prométeme que vendrás a visitarme"

"Conseguiré un auto y cada que tenga oportunidad vendré a verte"

Sus frentes se unieron y el cielo estrellado fue espectador de un dulce beso cargado de distintas emociones. Se quedaron abrazados largos minutos, hasta que el cigarrillo se extinguió y Raymond no pudo comer más, fue entonces que regresaron al auto y siguieron el viaje con destino a Ohio.

Regresaban un día antes de la fecha límite de Donna, pero también el día exacto en que Frank –donde sea que estuviera– volaría hasta Italia.





más relleno porque se vienen los últimos capítulos, por cierto, subí una nueva historia llamada "flores blancas, raíces turquesa" y deben pasar a leerla.

Hard; frerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora