Capitulo 13.

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Una taza humeante de café descansa sobre la superficie de madera, Gerard mueve la cuchara en círculos con desgano. Su mano izquierda sostiene su cabeza y su mirada está perdida.

"Se va a enfriar" musita Raymond sentándose a su lado y arrebatando la cuchara "parece que no has dormido bien"

"Ya pasaron dos días, ¿cuántas posibilidades hay de qué...?" la pregunta quedo en el aire, el de afro hizo una mueca.

"No está muerto Gee, lo vamos a encontrar"

El pelinegro asintió, no por darle la razón, sino porque no tenía ánimos de hablar de eso. Estaba tan angustiado que por las noches no podía dormir, ni siquiera tenía ánimos de probar bocado alguno. Estaba devastado, cada segundo sin saber algo sobre el paradero de Frank era peor que el anterior.

La puerta se abrió casi de golpe, sin ningún permiso Bert entro a la residencia con una sonrisa triunfante.

"¡Gerard!" exclamo acercándose a paso rápido hasta los chicos para tomar asiento frente a Toro "¡tengo noticias de Frank!"

"¿Qué pasa? habla" pidió el pelinegro. McCracken hizo una seña de que se acercaran y eso hicieron.

"Tengo una buena y una mala, ¿qué quieren primero?"

"La buena" se apresuró a decir el de afro.

"Encontramos a Frank, está en Jersey" musitó con una sonrisa de orgullo, había cumplido con su palabra.

"¿Y la mala?"

"Oh, eso...." murmuró, borrando la sonrisa de su rostro "unos hombres lo tienen, de los más peligrosos del país, ¡pero no se preocupen! ¡recuperaremos al chico!" animó.

Gerard asintió mordiendo su mejilla, sabía de quienes hablaba Bert, eran los tipos con los que Frank vivió antes, los que lo usaron y los que les dieron una paliza.

"Les recomiendo que junten sus pertenencias, iré por mi auto y saldremos a Jersey, entre más rápido salgamos mejor" avisó el chico poniéndose de pie y caminando hasta la salida. Tan espontáneo como siempre.

Raymond también se puso de pie y caminó a la habitación para guardar algunas cosas en sus mochilas. Gerard sin embargo se quedo un buen rato sentado en el comedor; su café se había enfriado hace rato.

Más tarde Bob regresó, Ray le informó sobre las nuevas noticias y después de insistir llegaron a la conclusión que el rubio también los acompañaría a Jersey. El también estaba preocupado por Frank y tenía todo el derecho de buscarlo junto a los demás.

Después de casi una hora con cuarenta y cinco minutos Bert regresó en un bonito auto rojo brillante. Estaba fumando un cigarrillo y Gerard se lo arrebató de la boca para darle una calada, necesitaba un poco de nicotina.

Subieron al auto donde el tiempo voló, cuando menos se dieron cuenta los chicos estaban reconociendo las calles de su vecindario.

"Gee, seguro tú sabes dónde se encuentran esos hijos de puta" escupió McCracken con la mirada en el camino "me vas a guiar"

El pelinegro asintió, estaba sentado en el asiento del copiloto, Ray y Bob venían atrás. Como pudo lo llevó hasta la vieja y abandonada casa, por precaución dejaron el auto unas cuantas calles atrás.

Caminaron en silencio y solo cuando estuvieron frente a ella el rubio cuestionó "¿Y ahora que?"

"Tenemos que asegurarnos que lo tengan ahí" Bert dijo clavando la mirada en el de ojos azules "Robert, entra e investiga"

"¿Q-qué? ¿por qué yo?" cuestionó el chico pasando saliva.

"Porque ya conocen a Gerard y si entra ahí no saldrá con vida, ve tú" gruño y lo empujó por la espalda.

Bob asintió temeroso.

"Puedo acompañarlo" Ray pidió, casi en una afirmación. Bert negó.

"Te vamos a necesitar más tarde, cabeza de arbusto"

Raymond gruño y el rubio suspiro, comenzando a caminar hasta la entrada. Los demás se fueron a esconder.

Observaron cómo un hombre le abrió al chico, intercambiaron unas palabras y luego lo dejaron pasar. Después de que la puerta se cerrará no supieron más.

"¿Y ahora?" Gerard preguntó en un susurro.

"Hay que esperar, si Robert no sale en 15 minutos entras tú" musitó apuntando a Ray.

Ambos chicos asintieron. Adrenalina, miedo, angustia, Gerard no sabría describir en una palabra como se estaba sintiendo en esos momentos.

Hard; frerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora