Capitulo 30.

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La respiración del chico de anteojos era dificultosa, pero no fue hasta que estuvo fuera de la bodega que se permitió descansar. Había salido de su casa por la ventana de su habitación cerca de las 6 de la mañana, después había corrido lo más rápido hasta alejarse de su hogar.

Inhalo y exhalo varias veces antes de recuperarse. Ningún Way en la historia había tenido un buen estado físico y él no era la excepción. Se preparó para entrar en la bodega, sosteniendo con fuerza un cuchillo que le había robado a su madre de la cocina, aunque esperaba no tener que utilizarlo. Con una mano tomo la perilla de la puerta y aunque estaba temblando, la giró y entró rápidamente.

Apenas puso un pie dentro notó que en esa ocasión solo había un par de personas al cuidado de Frank, quien estaba dando vueltas por ahí. Le pareció raro que no lo tuvieran amarrado, o que ni siquiera le estuvieran haciendo daño.

Una vez más se escondió detrás de un montón de basura, esperando que el castaño estuviera más cerca para poder llamar su atención sin que los otros hombres se dieran cuenta.

Tardó un buen rato, pero ese tiempo lo usó para analizarlo minuciosamente. Se le veía mejor que la última vez, su piel había adquirido color, llevaba ropas nuevas y sus ultimas heridas estaban curándose rápidamente.

Entonces se preguntó, ¿quién tenía a Frank y por qué lo estaba tratando tan bien?

Aún así, Mikey Way lo sacaría de ahí y se lo llevaría muy lejos, aunque se vida dependiese de eso.

— ¡Tsss!— murmuró, esperando que el de ojos avellana lo hubiera escuchado, pero no se giró— ¡Frank!

Esta vez, con éxito, el chico busco en todas partes hasta que se topó con su pequeño amigo. Le sonrió ampliamente y sin que los hombres se dieran cuenta se acercó hasta el.

— Mikes, ¿qué haces aquí?— le preguntó en un murmuró, mientras lo abrazaba con fuerza.

— Vine por ti Frankie, ven, vámonos— lo animó, mientras lo tomaba de la muñeca y lo hacía caminar. Para su sorpresa el castaño no cedió— ¿Frank?

— No me quiero ir Mikey, hay un hombre muy bueno que me está cuidando, me llevará a Italia en unas horas y... yo ya no quiero seguir aquí, en este lugar donde me hicieron tanto daño— confesó.

Mikey lo miró asombrado, sin poder creerse que su amigo prefería quedarse ahí, y estuvo apunto de replicar cuando uno de esos hombres extraños se acercó, poniéndose a la defensiva cuando lo noto.

— ¡Joven Frank!— exclamó, y aún así tomo con fuerza al de anteojos, dispuesto a sacarlo de ese lugar sin importarle el daño que le hacía.

— ¡Es mi amigo!— reclamó el castaño.

— El jefe dejó claro que nadie podía saber cuál era su ubicación, tendremos que hacerle algo al niño...

Mikey miraba en todas las direcciones aterrorizado. El cuchillo que llevaba lo había dejado en algún lugar del suelo, ya que pensó que no le sería útil.

Todo comenzó a dar vueltas a su alrededor, mientras lo tomaban con fuerza aquellos hombres y parloteaban acerca de qué harían con él.

Un último pensamiento lo invadió, según tenía en claro Gerard regresaría pronto a Ohio. En la habitación del mayor había dejado el papel con la dirección de la bodega. Ahora su única salvación era su hermano.

Luego de eso se desmayó.




regresé con esta historia morros, pronto actualizo el próximo capítulo.

Hard; frerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora