Capítulo 33.

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La residencia de Cheech Iero era demasiado grade para cuadrar con la cuartada de un padre que regresaba a los Estados Unidos en busca de sus hijos, sin embargo, Gerard no comentó nada.

Habían llegado hasta ahí en camionetas oscuras y blindadas; los Iero viajaron en una, mientras que Raymond, Gerard, Mikey y un guardia que extrañamente estaba a cuidado de ellos, iban en otra.

¿Por qué Cheech necesitaba tantos guardias y esa clase de protecciones? Recuerda a la chica de labial rojo en Jersey –Lindsey, o algo así se llamaba–, que había dicho algo como que quien había comprado a Frank era un poderoso jefe mafioso... y bueno, Italia y mafia en una misma oración cobraba sentido.

Aunque realmente no estaba enterado de cual era la situación allá en aquellos momentos.

Quizás solo estaba siendo paranoico.

Los tres se encontraban en la sala de estar de la residencia, ya que el Don y los gemelos se habían retirado a su oficina para hablar seriamente.

— Por estarte ligando a los dos ahora comenzaras una guerra civil— se burlaba el de afro en un susurro.

—Cállate, ¿quieres?— gruñó Gerard, lo último que quería era eso... o que lo hicieran elegir. Le daban nauseas de solo imaginarlo.

Anthony, Frank, Anthony, Frank.

La ultima vez que tuvo que decidir entre una persona, está murió. Realmente no se quería ver obligado a volver a hacerlo.

— Espero que decidan ir a Italia— confesó el pelinegro, al mismo tiempo que restregaba su cara con cansancio.

— Claro, como tu solo los quieres para un rato— escupió Mikey, el cuál había despertado hace un rato y ya le habían resumido lo sucedido.

Gerard frunció el ceño, estaba apunto de decir algo cuando un par de pasos que entraban a la habitación llamaron su atención.

Eran ambos gemelos, y a sus espaldas Cheech con una cara de pocos amigos.

— Despídanse, nos vamos en dos horas— habló el señor con seriedad, y tras hacer una seña salió junto con sus hombres.

Gerard nunca había estado con los dos chicos al mismo tiempo y era sencillamente incómodo, por suerte Mikey salió disparado a brazos de Frank y eso le dio oportunidad de acercarse a Anthony.

— Así que... te vas.

El de perforaciones asintió quedo, mirando a su hermano. Le había prestado una de sus camisetas y usaba unos pantalones rasgados. Podría decir que era una copia exactamente igual de él de no ser porque Frank llevaba el cabello totalmente castaño por arriba de los hombros. Y bueno, Anthony lo llevaba mas corto y con los lados tintados de rojo.

— Es extraño, aun no proceso que encontré a mi gemelo— murmuró— tampoco puedo creer que mi supuesto padre muerto realmente estuvo haciendo quién sabe qué y de la nada regresa y me quiere llevar a su mierda.

— Pensé que estarías feliz.

— Yo también— suspiró Anthony y le regalo una pequeña sonrisa de lado.

— ¿Y tu madre?

— Cheech hará algo para fundirla en la cárcel por lo que hizo y bla bla bla, no quiero hablar de eso, Gee.

Way mayor asintió, la plática no pudo seguir ya que Raymond se acercó a despedirse.

Se sentía nervioso, pero tarde que temprano tendría que dirigirle la palabra a Frank. Y sinceramente lo que más le aterraba era que el castaño lo odiara. La ultima vez que estuvieron juntos él lo había entregado y, era una mierda. Frank confiaba en él, ¡incluso Bert murió!

Santo cielo, se odiaba mucho.

Intentó ignorar la mirada avellana pero parecía ser una misión imposible, Frank seguía mirándole de forma neutral; no había odio, pero tampoco felicidad. Solo un par de orbes que en el pasado le miraron con amor y admiración, pero ya no más.

—Lo siento— confesó cuando reunió las agallas suficientes para acercarse a él— por todo, por abandonarte, por no ser un buen amigo, por no haberte protegido, po-

Se detuvo en seco cuando los brazos ajenos lo rodearon y el castaño dejo descansar su cabeza en su pecho.

— No tienes porqué pedirme disculpas, a pesar de todo yo estoy inmensamente agradecido, de no haber sido por ti y tu valentía seguiría pudriéndome con aquellos hombres pero, gracias a ti encontré a mi familia— musitó Frank y le dio un pequeño y fugaz beso en la mejilla—estaré eternamente agradecido contigo, Gerard Way.

Se quedo claramente impactado, sin embargo asintió con una sonrisa y abrazo con mas fuerza a Frank. Lo iba a extrañar mucho, pero al menos sabía que ahora estaba con su familia y que no podrían hacerle mas daño.

















el siguiente capitulo es el final so... hagan sus apuestas para ver que pasará.

Hard; frerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora