Capitulo 18.

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Gerard estaba exhausto. Fisicamente estaba ahí, en Ohio, metiendo un sinfín de cajas a su nuevo hogar; pero mentalmente estaba muy lejos de ese lugar. Había sido un viaje de 8 horas con 25 minutos en donde no había podido dormir nada, seguía demasiado afectado por todo lo sucedido, de hecho, aún no creía que fuera real que se estaban mudando.

Intentó escuchar música con audífonos, pero sintió unas enormes ganas de llorar. Después quiso dibujar su tan esperando cómic, pero reaccionó con que se estaba mudando bastante lejos, así que de nada servía. También miro por la ventana del automóvil, pero no alcanzaba a visualizar nada, todo estaba muy oscuro en la madrugada.

"Gerard cariño, creo que eso es todo por hoy" Donna dijo, cuando los camiones de la mudanza se fueron y solo quedaban ellos tres en la pequeña casa. Era un asco, el extrañaba su departamento.

Asintió sin más y se dirigió a su 'habitación'. No había nada ahí, más que un colchón y varias cajas al rededor, pero estaba tan cansado que solo se dejó caer y durmió por horas.

Cuando despertó, una vez más estaba oscureciendo, se estaba acostumbrado a aquellos alocados horarios para dormir. La casa estaba en un completo silencio. Camino por el apretado pasillo y llego a la pequeña sala de estar, que de igual manera estaba llena de cajas. Bufó y salió a caminar con esperanzas de despejarse.

Extrañaba mucho a Ray y su compañía, eran mejores amigos y por más que tratará de ignorarlo, le dolía que lo hubiera abandonado. O a Bert, aunque no lo conoció mucho, le tomó cariño al chico que lo ayudó cuando más lo necesito, todo el tiempo se sentía culpable por su muerte, porque era así, ¿no? por su culpa Robert murió. Si no fuera porque lo enredo en sus problemas, Bert seguiría sonriendo de lado y tomando whisky barato en algún lugar de Belleville.

"Soy un puto asco" murmuró, mientras pateaba una pequeña piedra del camino. Sinceramente no se estaba despejando, más bien era como si todas las cosas estúpidas que hizo en algún momento de su vida se hubiesen puesto de acuerdo para ser recordadas.

Oh, y por sobre todo extrañaba a Frank. En serio lo hacía, cada minuto se preguntaba en cómo estaba, o qué estaría haciendo justo en esos momentos. Extrañaba sus ojos avellana, su cabello castaño que ya estaba algo largo, las pequeñas pecas en su rostro, su pálida piel, su pequeña nariz, sus labios carmín o su tierna sonrisa. Lo extrañaba también, pero lo había perdido. Lo había entregado a aquellos hombres horribles que robaron su pureza y lo hicieron sentirse sucio y usado. Lo defraudó.

Gerard Way se odiaba tanto a sí mismo, se odiaba por ser tan idiota y por haber perdido a los que amaba. Gruño molesto y prefirió regresar a su nueva casa, pero hubo algo que llamó su atención.

Había llegado al barrio donde vivía toda la gente rica. Eran grandes y hermosas casas, con jardines inmensos y autos ultimo modelo, le recordaban a Bert. Fuera de una de esas casas había luces de colores que lo invitaban a pasar, había una función según el cartel que estaba pegado en la puerta.

¿Función de qué? no especificaban nada.

Dudó en su pasar o no, una parte de él quería creer que ahí dentro estaría Frank, que podría volver a verlo y salvarlo, pero la otra no quería ser ingenua, era imposible que se hubieran encontrado en Ohio en la misma situación que la última vez.

¿Pero y si Frank no estaba ahí dentro? ¿y si era otra persona que estaba en las mismas condiciones? ¿realmente quería arriesgarse a volver a repetir la historia?

Mordió su labio hasta que sintió el sabor metálico. No, sin dudas no quería. ¿Tenía curiosidad de saber si Frank estaba ahí adentro? sin dudas, pero dicen que la curiosidad mató al gato, Gerard no quería volver a arriesgarse.

Así que hizo lo correcto y volvió a la pequeña casa, donde su familia descansaba tranquilamente.

Hard; frerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora