Capitulo 9.

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Con dedicación especial para chasingthefo0d

Eran las 6 de la mañana en punto cuando los tres chicos y el pequeño Mikes se encontraban en la estación de trenes.

—Pasajeros que abordarán el tren con destino a Belleville, ultima llamada— se escuchó en los altavoces del lugar.

Gerard miró de reojo a sus amigos. Raymond llevaba puestos unos audífonos y sus ojos estaban cerrados, bajo sus párpados se notaban las bolsas púrpuras, así que seguramente no había dormido muy bien. Mikey estaba dormido abrazado de Frank, llevaba bastantes sudaderas encima y su nariz estaba roja a causa del frío, el pequeño se había despertado temprano solo para poder ir con los chicos y despedirse de su amigo; seguro Donna lo matará cuando noté que sus hijos no están. Y Frank, el tampoco estaba dormido, su mirada estaba perdida y a pesar de que llevaba algunos suéteres encima, estaba titiritando del frío.

— Ray— Gerard le llamo, moviendo levemente su hombro— está por llegar el tren.

El de afro abrió sus ojos con pesar y asintió. Sin necesidad de pedírselo, Frank despertó a Mikey con cuidado.

Minutos más tarde los cuatro abordaban el tren, preparados para el viaje de una hora y quince minutos. Una vez más Mikes y Raymond volvieron a dormir.

El vagón estaba casi vacío, solo iban ellos cuatro y unas cuantas personas más. Aún así todo estaba en completo silencio. Parecía un vagón fantasma.

Gerard estuvo cerca de 10 minutos armándose de valor para sentarse junto a Frank.

— Hola— saludo el chico retirando la bufanda de su boca.

Frank solo asintió.

— ¿Cómo estás?— pregunto, el castaño se encogió de hombros— ¿no vas a hablar conmigo?

— No— respondió el chico y soltó una risita.

Se quedaron en silencio después, Gerard recordó que llevaba sus audífonos y su viejo mp3, así que lo saco y le extendió un audífono al chico. Frank lo acepto y lo coloco en su oreja izquierda, Gee en la derecha.

Las canciones se reprodujeron en aleatorio un buen rato hasta que sin darse cuenta se quedo dormido. No era su intención, su verdadero propósito era hablar con Frank durante el viaje, una última vez, no tenía en cuenta que el sueño lo vencería.

Cuando despertó ya habían llegado a Belleville.

— ¿Pudiste dormir algo anoche?— Ray le preguntó al pelinegro mientras caminaban a la salida.

— No dormí nada. Por más que lo intente estaba muy nervioso de esto— confesó Gee soltando un sonoro bostezo.

— Es lo mejor para todos.

Después de eso quedaron de verse con una amigo de Toro que tenía un cuarto disponible en su hogar. Su nombre era Robert Bryar, o algo así.

No quedaba demasiado lejos el lugar y la casa, aunque era pequeña, lucia perfecta para dos personas. El chico era rubio y fornido pero se veía de fiar.

Al llegar desayunaron algo —ya que se estaban muriendo de hambre– y después comenzaron a acordar el cuidado de Frank.

— Puede vivir aquí sin problemas, pero deberá trabajar o hacer algo, al menos para comprar su comida o cosas que necesite— dijo Bryar dandole un trago a su jugo de naranja.

— Deberás tener algo de paciencia Bob, el chico paso por algo difícil y tal vez no se le haga fácil tratar con las personas— comento Ray.

Las cejas del ojiazul se elevaron— Somos amigos, pero tampoco tendré a un chico aquí y lo mantendré de a gratis.

— Yo te puedo mandar dinero— Gerard se apresuró a decir— para la renta o lo que necesite.

Bob asintió, dando por terminado el tema.

— Creo que ya debemos irnos Gee, quiero llegar lo más pronto posible— murmuró Raymond.

Gerard estaba apunto de quejarse con un "¿no es muy rápido?" o algo por el estilo, pero se lo guardo y mejor se dirigió hasta donde estaba Mikey para que se fuera a despedir.

Los chicos estaban en el jardín trasero, sentados bajo un árbol. Gerard los miro enternecido, tenían una amistad honesta e inocente pero lamentablemente deberían romperla.

— Mikes, es hora de irnos— aviso el pelinegro.

El pequeño de anteojos hizo un puchero pero no lloro. Habían hecho un trato con su hermano que consistía en poder ir a despedir a Frank pero con la única condición de no derramar ni una lagrima.

— Adiós Frankie, espero seas muy feliz aquí. Vendré a visitarte cuando pueda, le diré a Gee que me traiga o esperare a ser más grande para venir por mi cuenta. Y gracias por ser mi amigo, te quiero— dijo el pequeño y abrazo con fuerza al castaño— no te olvides de mí— murmuró bajito.

Frank asintió y le devolvió el abrazo con la misma fuerza. Iba a extrañar mucho a su pequeño amigo.

Con pesar el de anteojos se alejó y corrió dentro de la residencia, conteniendo sus lágrimas y el ardor de su garganta. Ahora solo quedaban en el jardín Gerard y Frank.

El ojos esmeralda se acercó hasta el y se sentó a su lado.

— También espero que seas muy feliz aquí, Bob es buen chico— comenzó— sé que pasaste por cosas horribles pero estoy seguro de que aquí podrás comenzar de nuevo. Adiós Frank.

Gerard estaba apunto de ponerse de pie cuando el castaño lo tomo de la muñeca. Lo estaba tocando. Sin temor alguno.

Gee volvió a sentarse, Frank aún no quitaba su mano de la muñeca del chico.

— Gracias Gerard, por todo lo que hiciste por mí, en serio, gracias— dijo el chico con una sonrisa en su rostro.

— S-seguro, no fue nada.

Se quedaron viendo a los ojos lo suficiente para perderse en la mirada ajena; lo suficiente para que cuando menos se hubieran dado cuenta sus labios estuvieran unidos, en un casto y tierno beso.

Hard; frerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora