Capitulo 10.

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Esa misma tarde ya estaban de regreso en Jersey. Raymond en su casa y los Way en su departamento. Luego de haber dejado a Frank en ese lugar todo sé sintió incómodo y vacío, o al menos eso sentía Gerard. Si lo recordaba, aún podía sentir los labios del castaño sobre los suyos, el cosquilleo y las mariposas en su estómago.

¡Y eso lo ponía terriblemente mal! pudo haber llegado a tener algo con Frank pero la distancia y los estúpidos problemas lo alejaron de el. Lo alejaron  del chico que llamó su atención en cuanto lo vio, el chico que sin querer se estaba robando su miserable y hueco corazón...

Y bueno, Mikey no estaba mejor. Al llegar corrió hasta su habitación y ahí comenzó a llorar, diciendo que extrañaría mucho a su amigo y que odiaba a su hermano y a Raymond por haberlo abandonado en aquel lugar.

Gerard salió a caminar esa misma tarde, estar en su casa no lo ayudaría a sentirse mejor, caminar tampoco pero tal vez podría despejarse por un rato. Llevaba solo unos kilómetros cuando notó que lo venían siguiendo. Intento estar en los lugares donde estuviera mucha gente pero tarde que temprano lo alcanzaron en una esquina menos transitada.

— ¡Vaya, vaya! ¿qué tenemos aquí? si es nuestro amigo James— murmuró uno de los hombres, acorralando al pelinegro.

— ¡Cuánto tiempo! pero cuéntanos, ¿cómo está el pequeño Frankie?

— Mejor que nunca— las palabras brotaron de los labios de Gerard, ni siquiera se paró a pensar en que estaba diciendo.

— Suenas muy seguro, ya veremos si sigue así— dijo el otro de los hombres, con una sonrisa de lado— será mejor que nos entregues al muchacho, si no quieres arruinar tu linda cara.

— El trato no decía eso— gruño Gee pero pronto se gano un puñetazo en el estomago que lo sofocó al instante.

— ¿Cuál maldito trato? nosotros no recordamos nada, Justin, ¿tú recuerdas algo?— pregunto el moreno. El otro negó— ¿lo ves? eso que hiciste es secuestró, así que nos das a Frank o...

— Te pudres en la cárcel— se adelantó el otro.

— Y como muestra de que hablamos muy en serio, te daremos un regalito— musitó el hombre y comenzó a golpear a Gerard sin compasión alguna. Los puñetazos y patadas no iban a ningún lugar en especial, el único objetivo era hacerle mucho daño al pelinegro.

Cuando terminaron su trabajo escupieron encima del chico y se fueron, como si nada hubiera pasado.

                                (...)

— Te dije que algo malo pasaría— Raymond pasó el algodón por la herida de la frente de Gerard y este se quejó— te lo buscaste.

— ¿Yo? ¿por qué?— cuestionó el chico molesto. Se arrepentía de haber acudido con su amigo.

— Te dije que esos tipos querían a Frank de regreso, además, ¡fuiste un estúpido al llevarlos hasta tu edificio!— exclamo el de afro.

— Ya lo sé, ya lo sé. Fue algo que no pensé en el momento...

— ¿Y ahora qué rayos harás?

— No les daré a Frank, no me importa si me matan a golpes, prefiero morir a que alguien le vuelva a hacer daño— musitó Way y al instante Ray paro con su labor de limpiar las heridas.

— Espero que te estés escuchando, ¿de que mierda hablas? ¡tu vida está en peligro y sigues poniendo a aquel chico en primer lugar! estas loco Gerard, loco– exclamo.

— Bueno, ¿qué me recomiendas hacer?

— Existe la justicia Gee, hay policías, gente honesta que te puede ayudar...

— No digas mierda Ray, sabes se esas personas no son honestas, son aún más culpables que aquellos hombres y por nada del mundo les pediré ayuda, sería como llevar a Frank al matadero— dijo Way con evidente molestia.

— Yo te lo estoy advirtiendo Gerard, después será muy tarde y quién sabe, tal vez ni siquiera haya valido la pena...

La habitación se quedo en silencio hasta que él ojos esmeralda dejo de lucir tan mal y pudo regresar a su casa. Había una curita en su frente, su labio estaba roto y su estómago dolía horrores, solo esperaba no haberse roto algo.  Y también esperaba que al llegar Donna no estuviera en casa para así encerrarse en su habitación hasta que sus problemas se resolvieran solos, que lastima que nada de eso se haría realidad.

Al llegar Donna lo esperaba en la sala de estar, ¡lo castigó dos meses enteros sin salir de casa más que para ir a la escuela y de regreso! eso era infernal, más ahora que lo único que quería hacer era correr, tomar un tren y volver a besar los labios de Frank.

Bueno, al menos en su casa estaría dos meses seguro, lo suficiente para idear un buen plan que los beneficiará a todos.

Hard; frerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora