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Mi padre era americano, era de aquí, de Nueva York. Aun recuerdo como mi madre nos contaba la historia de como se conocieron.
Ella trabajaba de camarera un un bar del centro de Málaga, de ahí mis raíces Malagueñas, y mi padre fue de vacaciones como recompensa del último año de universidad después de acabar todos los exámenes.
Mi madre me contó que cuando lo vio entrar por la puerta sabía que ese hombre era suyo, me dijo como recordaba su nerviosismo y como ambos se buscaban con la mirada por el bar.
Mi madre manejaba un inglés terrible ya que lo de ella se basaba en decir: Coffee or Tea; Era su bucle diario durante las seis horas que permanecía en la cafetería. Su jefa se dio cuenta de como ambos se miraban y decidió ponerle esa mesa por ese día, cosa que ella aceptó encantada, no tanto lo estuvo cuando mi padre con sus ojos verdes se dirigió a ella hablándole en su ingles americano acentado que a veces me cuesta entender hasta a mi.
Me dijo que se puso nerviosa y miró a su jefa, la cual le hizo un gesto con las manos como que cogiese su libretilla y apuntase la comanda que iba a llegar.
— Coffee or tea.— Dijo mi madre y aun recordaba con vergüenza como la mesa de chicos jóvenes se echó a reír, y como no, los malagueños somos muy simpáticos, con mucho salero, pero detrás de todo chiste hay un carácter.— Decirme de una vez que vais a querer, no estoy para risas.— Entonces mi madre habló en su idioma, dejando a todos los de la mesa callados, a todos menos a mi padre.
— Café con leche.— Mi madre acentuaba cada una de las palabras como si las estuviese diciendo mi padre, lo que me provocaba la risa, imaginándome aquella situación.
— Nos vamos entendiendo.— Siguió ella hablando mientras comenzaba a apuntar en su libretilla.
— Café con leche, con tú.— Dijo mi padre mirando a mi madre mientras la señalaba.
Me miraba con tanta ilusión mientras me lo contaba...me dijo que sus rodillas temblaron, pero que no sabía como iba a hacerlo porque entre que no tenia ni pajolera idea de Inglés y mi padre al igual con el Español la cita seria un desastre; Y así fue, un completo desastre cargado de amor.
Mi padre solo estuvo una semana en Málaga, pero después la sorpresa de unos billetes de avión para NY en la bandeja de correo de mi madre con un pequeño mensaje que decía: Café con leche con tú en NY; dejaron a mi madre completamente colada. Siempre me contaba como recuerda el día de su boda; Llevaban 3 años siendo novios, bastante jóvenes, y a pesar de la distancia se enamoraron y él desencadenó su vida aquí, teniéndonos a nosotros, a Liam a los cuatro años de casados y a mi tres años mas tarde. Pero todo se acabó.

Hoy era el día de la Empresa familiar Stone House, todo el mundo debía de seguir mil protocolos, entre ellos los de comportamiento y vestimentas, en el cual se especificaba que los trajes debían de ser largos y los hombres debían de ir en traje de chaqueta.
— Alejandra ¿Puedes venir a la cocina?— La voz de mi padre resonó por la casa.
Aun estaba observando el vestido negro de satén, con escote de pico decorado con un encaje que llegaba hasta debajo de las rodillas, de Dior, con unos tacones plateados de nada más y nada menos que de Louboutin, así es, el conjunto que me obligaban a llevar esa noche rondaría los 20 mil dólares sin contar la bisutería.
En mi cabeza aun se estaba planeando la forma de como me iba a cambiar para ir a las carreras, pero ahora mismo ese era otro universo aparte que arreglaría sobre la marcha.
Salí de mi habitación e hice acto de presencia en la cocina con cara de pocos amigos. Aun no he hablado con él después de lo que me contó sobre una tal Liz con dos hijos y esperando uno suyo.
— Deberíamos de hablar— Dijo el bastante serio, pero lo que no quería en estos momentos era otra discusión cargada de gritos cuando sabía la importancia que tenía esta noche para él.
— Desembucha, en poco vendrá la que me tiene que hacer dios sabe que en la cara y en el pelo.
— Te la voy a presentar y no quiero que hagas ningún comentario ridículo ni nada por el estilo.
— Presen..¿Qué?— Rompí en risa mirándole, pero me callé cuando su mirada hablaba por sí sola diciéndome que iba completamente en serio.— ¿Cuándo?, ¿Qué personaje quieres que sea? La princesita que se va a convertir en reina que la trate de Madame o lo buena estudiante que soy de la que tanto faldas, porque es lo único que sabes de mí y de mi vida.— Dije cargada de rabia.
— Joder Alejandra.— Mi padre se pasó las manos por el pelo intentado relajarse.— Que seas tú, que te comportes, vendrá esta noche, con sus dos hijos y nos haremos la foto familiar. Si te preguntan la conoces desde un principio y punto.
— Encima de buena estudiante mentirosa, mi papel mejora por momentos.— Aplaudí como si hubiese acabado un espectáculo.
— Alejandra va muy enserio, mañana haremos una comida familiar para que definitivamente os conozcáis mejor, por favor, por esto no te lo he dicho, dale una oportunidad.
Suspiré y tras debatir con el ángel y el demonio de mis hombros asentí derrotada.
— Está bien.— Dejé el vaso con agua que había cogido entre mis manos mientras escuchaba como mi padre me pedía tales cosas para finalmente salir de la cocina.

Aquella mujer me estaba haciendo polvo, sentía que estaba arrancando cada pelo de mi cuero cabelludo. Alisó mi pelo, lo cual al ser rizado se veía corto, pero liso bajaba cuatro dedos por debajo de la tira del sujetador. Se dispuso a hacer una trenza de lado a lado, como si fuese una especie de diadema peluda o algo así, por ponerle un nombre.
— El maquillaje natural por favor.— Cogí su muñeca antes de que pudiese pasar la brocha de sombra por mi párpado.
— Tranquila, quedaras preciosa.
Odiaba los piropos ¿No se lo había dicho nadie? A pesar de ellos me obligué a mí misma y forcé una sonrisa.
Media hora mas tarde roció un spray fijador por mi tez facial.
— Perfecta.— Dijo orgullosa de su trabajo.
Abrí los ojos y me encaré con mi reflejo. Mis pómulos parecían más pequeños y desprendían cierto brillo, al igual que mis ojos, que en ellos estaban dibujados un eye-liner sexy y alargado, acompañado de mis largas pestañas y el color rojo de mis labios. Estaba guapa y eso era muy difícil que yo me lo dijese a mi misma.

— ¡Llegamos tarde! ¡Vamos!— Mi padre gritó de nuevo, esta vez mas desesperado ya que no salía de la habitación y la verdad que es que no me veía como para salir.
El vestido de satén se pegaba a mi cuerpo como un guante, como una segunda piel, dejando a relucir a su vez mis pechos en ese escote de pico; mis piernas se veían infinitas con esos tacones y la gargantilla de diamantes brillaba por si sola delante del espejo.
—Vamos Alejan...Estás preciosa.— Dijo mi padre abriendo la puerta de mi cuarto de repente mientras que yo simplemente seguía sin poder apartar los ojos del reflejo que tanta vergüenza me daba ver.— Vamos, está noche tienes luz propia.
Mi padre se acercó y agarró mi mano. Me giré para mirarle, iba con un traje de chaqueta gris y una corbata celeste. Tiró de mi mano y caminé a su lado, sin poder despegar mis labios para hablar, ya que mi voz siempre se escondía en lo mas profundo de mi garganta cuando mi cuerpo me traicionaba diciéndome que voy haciendo el ridículo.
La limusina no tardó en llegar frente a uno de los clubs más caros de Nueva york, la cena se haría en una de las terrazas con vistas a todo su alrededor, haciendo los rascacielos pequeños desde la altura a la que nos disponíamos a subir. La alfombra negra estaba desplegada hacía la parte de prensa, donde algunos invitados al llegar se echaban fotos.
Mi padre se dispuso a salir del coche cuando pudo leer un mensaje confirmando de que Liz había llegado.
Liam y yo salimos a sus espaldas, viendo como en estos instantes toda las cámaras se enfocaban a nuestra persona, pero entonces aquella mujer de pelos rubios y ojos oscuros salió del coche y joder, era preciosa; seguida de ella bajó el diablo de ocho años que mantenía los rasgos de su madre y el chico de 20 años, con su pelo rubio y ojos azules...Y no fue cuando se me quedó mirando fijamente hasta que vi que era Jordan aquel chico. Pero lo que me sorprendió es de la forma tan cariñosa que saludaron a mi padre los dos y tuve que despegar mis ojos cuando mi padre posó sus labios en los labios de aquella mujer que no era mi madre y que pude haber observado su barriga de cinco meses bajo ese vestido rojo largo con un abrigo de pelo que cubría hasta su cintura.
Mi padre nos señaló con la mirada de que fuésemos hacia ellos y yo simplemente agarré la mano de Liam para tener un soporte que apretar.
— Relájate.— Dijo él mientras nos encaminábamos hacia el resto de "La familia".
Esa palabra no me relajaba, no me relajaba si salía de él, en cambio sí lo hizo cuando salió de Noah, el cual consiguió que de un instante a otro lo hiciera sin dificultad.
Mi padre hizo unas cortas presentaciones, viéndome obligada a darle dos besos a esa
Mujer, al pequeño diablillo y al chico qué conocía porque nos hemos liado un par de veces y que justo mi padre de manera incomoda me ha vuelto a presentar como mi hermanastro.
Nos dispusimos a hacernos las fotos, puse mi mejor cara, enserio, la mejor que pude, pero estaba nerviosa, como no iba a estarlo. Pero esto se merecía una larga charla, sobre todo porque Jordan no despegaba ojo de mi, alucinando de la misma forma en la que yo lo hacía.
Pasamos a la sala de bienvenida, donde varias personas vestidas de pingüinos caminaban con bandejas de champán y algún que otro tentempié. Agarré una de las copas y dejé que el líquido se resbalara por mi garganta como si fuese miel; en esos momentos necesitaba pensar con claridad y para poder hacerlo necesitaría un poco de alcohol en las venas.

Mi desastre ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora