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NOAH

Había metido la pata hasta el fondo, pero solo la estaba protegiendo, ella sabía perfectamente que no era mi folla amiga, que era mi novia y que la amaba con locura; Simplemente lo había dicho para que no se armase un escándalo y comenzasen a soltar mentiras a diestro y siniestro por la boca, simplemente evitaba que le hiciesen daño a mi chica, pero ella pareció no entenderlo, sobre todo porque su mirada no mantuvo la mía ni un segundo, sus gestos estaban apretados y mi mano intentaba rozar la suya recibiendo frio del aire que proporcionaba al moverla para separarla.
Ana se estaba encargando de ponerla celosa, solo para intentar que me mirase o que hiciese una de las suyas y me besase delante de toda esta gente, pero simplemente sus ojos mostraban lo que yo no quería: Tristeza. Conocía esa sensación suya a la perfección, sobre todo porque gesticuló antes de que pudiese abrir la boca cuando le hicieron varios comentarios desagradables o simplemente ese apretón de mano que se que por su forma de frotar su palma con su pantalón me hizo querer matar al gilipollas de Neizan.
Ana bloqueó mi campo de visión entre risas falsas que no se ni como coño estaba sacando de mi cuerpo si lo único que quería era escaparme y sacarla de todo este ambiente de mierda, sobre todo porque no quería correr conmigo, no quería estar conmigo y menos en un espacio cerrado.
Retiré a Ana levemente cuando intentó aprovecharse de la situación.
— ¿En serio? Con lo bien que lo hemos pasado tu y yo.— Sonrió mientras apretaba sus pechos.
— Eres pasado Ana.— Blanqueé los ojos agarrando sus hombros para retirarla de mi cuerpo.
Esta vez fue ella quien blanqueó los ojos suspirando, centrándome en cada persona del grupo, buscando los ojos de mi chica para gritarle que yo solo quería protegerla, que quería besarla y sacarla de aquí cuando antes, pero no estaba.
NO ESTABA.
Aceleré mi respiración apretando mis puños, viendo el hueco que había entre los chicos en el que ella estaba, ahora vacío y sin rastro de ella.
— Jack, ¿Y Alejandra?— Me acerqué a él, con la esperanza de verla hasta donde mi campo de visión me permitía.
— No se, se ha ido.— Se encogió de hombros, girándose sobre su eje para mirar hacia atrás como si la estuviese buscando.
— Me cago en la puta ¿Hacia dónde se ha ido?
Mi nivel de desesperación crecía por minutos, únicamente porque se había saltado la primera regla que habíamos fijado para esta noche: Siempre juntos; Y no por gusto hostia, por seguridad y por todo el peligro que hay a nuestro alrededor joder y lo que me jode es que esta gente que tengo a mi alrededor, que no son nada en mi vida, simple humo pasajero, pasen del tema de que mi novia ahora mismo esté por ahí; Tampoco les voy a echar la culpa, porque yo he sido el primero en decir que era mi folla amiga.
Respiré hondo, calmando la fuerza que mi puño ejercía al estar apretado contra mi palma, resaltando mis venas bajo mi piel; Jack parecía confundido mientras se encogía de hombros a mi pregunta.
— Corremos en dos minutos, los coches están ya en la pista, ve preparándote colega.— Neizan se colocó a nuestro lado, sin saber que en estos momentos tenía ganas de meterme de hostias con alguien y que justo a él le tenía ganas desde que le echó los perros a mi chica.
— Que le follen a la carrera. Voy a buscarla.— Golpeé el brazo de Jack cuando caminé a su contra.
Giré sobre mi eje, perdido hacia donde dirigirme, sintiendo el miedo apoderarse de mi cuerpo; Juro cuando encontrarla pedirle perdón y darle todas las explicaciones que se que en su cabeza estaban rondando.
La quiero, la quiero segura y alejada de esta mierda, joder ella lo estaba dejando por mi por que se lo pedí y yo no era capaz de decir que era mi novia delante de tres gatos que se hacen pasar por mis amigos.
— ¡NOAH!— La voz chillona de Ana resonó en mis oídos, pero ahora mismo no tenía ganas de dedicarle mi tiempo; La podía escuchar acelerada cuando mi nombre volvió a salir de sus labios.— ¡Es Alejandra!— Gritó su nombre, y por la forma en que lo hizo supe que algo no iba bien.
Giré sobre mis talones caminando hacia ella. Agarrando sus hombros con firmeza para que me mirase.
— ¿Dónde?— Respiré hondo.
— Joder, joder, joder...En la pista, tu coche, conductor. CORRE.
Y esa era la locura que mi novia iba a cometer, su forma de vengarse hacia mí; Porque en un principio no entendía el código morse que estaba utilizando Ana conmigo, pero las palabras comenzaron a cobrar sentido en mi cabeza: Alejandra estaba en la pista , en mi coche, en el conductor, a punto de conducir una puta carrera ilegal sin tener ni puta idea.
Mis pies arrancaron en gasolina, corriendo donde todo el mundo estaba agolpado, esperando a que arrancase una carrera, vitoreando mi paso cuando entré por el asfalto, dirigiéndome al coche arrancado y donde el marcador ponía que quedaba un minuto para arrancar la carrera.
Y entonces la vi por el retrovisor del coche, solo varios segundos antes de que apartase su mirada. Corrí a la puerta del copiloto cuando la chica con la bandera de cuadros se puso en el centro de la linea de meta, entrando a toda hostia al asiento del coche a tiempo record antes de que bajara la bandera.
— ¡Que coño haces aquí!?— Grité a mi paso asfixiado, viendo como se bloqueó al instante con las manos apretadas en el volante.— CORRE HOSTIA QUE PERDEMOS.
Metí la marcha, sus ojos me miraron con culpabilidad, solo podía escuchar su respiración igual o peor acelerada que la mía cuando el coche ronroneó con fuerza saliendo disparado por la linea de comienzo.
— ¡Ponte el cinturón Noah!— Su voz era tan gélida como su expresión mientras se centraba en la carretera.
Hice lo que me dijo, me puse el cinturón mientras observaba sus movimientos, agitados por la situación, sabiendo que explotaría justo en......Justo en este momento.
— ¡Tu folla-Amiga! ¿Enserio? ¿¡Tanta vergüenza te da que sea tú novia!?— Gritó sintiendo la velocidad aumentar a la vez que mi cuerpo se aferraba al sillón.
— Céntrate en la puta carrera. No te deberías de haber metido en mis putos asuntos.— Mi ira contenida había decidido salir justo ahora.
Corría de puta madre, sobre todo por su velocidad a cambiar las marchas mientras el contrincante nos comía el culo, sin poder adelantarnos ya que ella se estaba encargando de mover el coche a los lados para no facilitar su paso.
Un poco más, venga, vamos, vamos, vamos. Estaba acelerado, sobre todo porque Mario nos golpeaba el culo del coche con fuerza, sabía que cargado de ira porque una chica de 17 años le estaba ganando una carrera que se suponía que era contra mí.
Y llegó a la meta, escuchando como todo el mundo gritaba el nombre de mi banda mientras ya lo celebraban entre sí. Frenó el coche, quitándose el cinturón, un error de primera clase de carrera: Nadie se quita el cinturón hasta que el último no sale del coche por esto mismo. Sabía que Mario estaba cabreado, no sabía que al nivel de golpear mi coche por detrás, haciendo que Alejandra chocase su pecho contra el volante, dejando a su paso un grito entre el susto y el dolor.
— ¡Alejandra!— Jadeé del susto cuando sus manos se aferraron en su pecho y sus ojos se cristalizaban.— ¿Estás bien?, ¿Estás bien cariño?— Me quité el cinturón a gran velocidad para poder así cogerla y sentarla en mi regazo.
Sus manos frotaban su pecho, justo donde su cicatriz se palpaba, dejando algunas lágrimas caer por su regazo.
— No, para.— Jadeó de dolor limpiando sus lágrimas cuando mis manos fueron a donde ella estaba tocando, con la intención de calmarla, dejando un frío sobre mis piernas cuando salió del coche.
Salí detrás de ella, sin escuchar todos los gritos que había a nuestro alrededor, olvidándome de que el tiarrón de Mario aun estaba esperando una explicación.
— ¡Noah! ¡Has hecho trampas!— Gritó Mario mientras se acercaba a mi chica de forma violenta, quien no tardó en retroceder hasta chocar contra mi pecho.
— ¡No ha hecho trampas! ¡Hemos ganado!— Y aunque sabía que estaba cagada de miedo, aun así se estaba enfrentando a este tío.
— ¿Quién es esta niñata?— Se acercó aun más hacia nosotros.
— Es mi novia ¿Algún problema?— La rodeé con mi brazo.— Y te ha ganado.
— Esto es trampa.— Gritó.— Corrías tú, no tú zorra.
Y antes de yo actuar lo hizo ella, propiciándole una bofetada, defendiéndose ella sola, viendo la cara de tonto que se le quedó a Mario.
— ¡Pedazo de puta!— Gritó acortando nuestra distancia, poniéndola detrás de mí.
— Te lo daré, dejemos la conversación aquí.— Saqué la llave del coche; Ante todo quería salir vivo de aquí.
Le di las llaves. Esa era la apuesta, quien perdía se quedaba el coche del otro corredor.
— ¿¡Qué haces!? ¡No hemos perdido!— Alejandra gritó, sin saber que lo mejor en estos momentos era callarse.
— Así me gusta, ahora calla a tú zorra.— Cogió las llaves, moviendo la anilla alrededor de su dedo con aire vencedor, pero no pude aguantar más mi ira, desenvolviéndome a puñetazos, sintiendo el apoyo de mi banda, escuchando la voz de fondo de Alejandra, pidiendo que me separase.
Mis puños volaban solos por su cara y casi ninguno de los suyos me dio a mi, solo hasta cuando una gritó:
— ¡Policía!
Mi despisté e hizo que uno de sus puños rozase contra mi rostro.
Solo fue ahí cuando me di cuenta de que ella estaba tirando de mi camiseta atemorizada, queriendo que me separase de aquel grandullón, sintiendo el miedo y el dolor surcar sus ojos, por eso me levanté de su cuerpo, aunque me moría de ganas de seguir pegándole hasta hacerle entender como tratar a mi novia, pero simplemente hice lo que me pidió, olvidando las sirenas de los coches de policía acercarse cada vez más hacia donde nosotros estábamos, agarrando a Alejandra de la mano para salir corriendo cuanto antes de allí.

Mi desastre ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora