34

1.9K 81 2
                                    

Estaba cabreada, llevaba todo el día enfadada y aun no había encontrado los motivos internos del porqué, aunque bueno, ayer después no haber quedado finalmente con Noah porque tenía "cosas que hacer" a mi solo me faltaba darme de hostias con una pared antes de que alguien se cruzase por mi camino y terminase ofreciéndole toda mi rabia sin previo aviso. 

Necesitaba salir, despejarme, dejar que la humedad y calidad de las calles de la ciudad me envolviera, quería fogar a través de mis piernas y el sudor, ¿Y qué mejor que correr un rato? así que me puse manos a la obra después de deslizarme unas mallas deportivas de Nike y un sujetador deportivo que cubriese todo mi pecho y no dejara ni un milímetro de piel a la vista de nadie; Me recogí el pelo en una cola alta y tirante, tanto que sentía como mis ojos se iban convirtiendo en algo parecido a los rasgos asiáticos. Bajé tan rápido como pude, evitando cruzarme con alguien por la casa, para mi suerte todo estaba en silencio y sin huéspedes a la vista, por eso simplemente me dispuse a sacar una botella de agua fría de la nevera y salir lo antes posible del ambiente que me estaba comiendo. 

Mi cabeza no paraba de pensar de aquí allá del asunto del que Noah me tenía que hablar, quizás fuese el mismo que el mío o ¿Y si era algo pero? Algo como: como ya hemos follado no quiero quedar más contigo, joder, no creo que haga eso, él no es así, Alejandra déjate de jilipolleces por favor. Aun no sabía como iba a abordar el tema de la cena de la cual no podemos ir juntos si no queremos romper el puto estatus familiar que mi padre sabe que está más roto que la vajilla del Titanic. Yo lo tenía claro, no iría con nadie porque una vez pasada la barrera mediática no será necesario actuar ante nadie, de forma que podré llevarme a Noah a un sitio aparte y darle tres o cuatro morreos, siendo de nuevo nosotros alejado de toda la mierda que quiere separarnos a cada instante. 

Alzaba el vuelo con cada paso rápido que mi trote ejercía, esquivaba a alguna que otra persona hasta llegar al Bryant Park, que se situaba a una manzana de donde se encontraba mi casa, lo descubrí hace poco y mientras haya campo abierto donde respirar me da igual por donde mis pies circulen; El olor a césped recién cortado inundó mi olfato mientras mojaba suavemente mi cara con el pitorro de la botella, refrescando el calor que emanaba con mi cuerpo; Recorrí algunos senderos hasta que vi uno más vacío, más repleto de naturaleza y calma, por lo que fui bajando la velocidad y recuperando el aire mientras arrastraba con calma mis pies por el suelo de gravilla, empujando algún que otro chino con la punta de mis tenis; Cambié la melodía de mi iPod y en el transcurso del silencio que se hizo en mis oídos, la voz que me alcanzó el tímpano y el miedo que comenzó a cubrir cada centímetro de mi piel sentí que me iba a desmayar.

Esto no puede estar pasando, no joder, a mí no. 

— Alejandrita.

El estruendo de la música rompió en mis oídos y me giré para comprobar si era cierto lo que había escuchado, hasta que vi claramente como se iba acercando a mí, con la mitad de la cara llena de moretones y los nudillos aun llenos de pastillas. Joder, era Nick, mierda, joder, dios, ataque de pánico, me cago en la puta.

Eché a correr tan rápido como mis pies que se habían convertido en cemento clavados en el suelo me lo permitieron; Sentía el bombeo de mi corazón en la yugular de mi cuello, el miedo inundar de color negro mis ojos mientras tecleaba sin sentido al móvil hasta que le di al botón de número de emergencias, rezando para que no me atrapase la velocidad que llevaba sus pies y que no podía parar de girarme para ver que la distancia aun no era lo suficiente para que pudiese alcanzarme, aunque era rápido, siempre lo era cuando huía de él. 

Al primer timbrazo la voz conocida de mi chico apareció, pero ¿Como coño es mi número de emergencias? Joder, céntrate, no es momento de preguntar cosas, tienes a tu ex a pasos de ti queriendo hacer dios sabe que contigo, grita, di algo, joder, reacciona.

Mi desastre ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora