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Julia se había quedado dormida nada más empezar la película, pero normal, vaya mierda de película habíamos escogido, habían asesinatos por todos lados y a su vez personajes follando en cada una de las escenas que había.
Me levanté para ir al baño, necesitaba quitar mis ojos de la pantalla de televisión y de los actores y actrices que estaban ganando dinero por una peli de mierda.
Me adentré en el pasillo cuando unas manos se aferraron a mi cuerpo y a mi boca.
— Cállate.— La voz de Noah resonó en mi oído, relajándome levemente, por lo menos había desaparecido de mi cabeza la posibilidad de que fuese uno de los personajes de la película que querían comerme las costillas o cualquier cosa de las que han aparecido en esa pantalla que aun seguía resonando por el salón.
La puerta se cerró detrás de él y pude observar su habitación, poniendo mis manos sobre la suya para que me destapase la boca.
Su habitación era blanca con los muebles negros, al igual que la de su hermana tenía una cama de matrimonio en el centro de la habitación, con una colcha y un montón de almohadas con sabanas negras; Los stocks también era de esa tonalidad oscura, dándole a la habitación un toque tenebroso, tal y como era él.
Su mano se separó de mi boca, bajándola a mi cintura, la cual la apretó entre sus dedos.
— ¿Qué haces?— Dije con poco aliento tras el susto que me había metido en el pasillo.
— Terminar lo que habíamos empezado.— Me sorprendió la cercanía de su voz cuando su aliento chocó contra mi lóbulo.
Sus manos se despegaron por mi cintura para dar pie a un paseo por mi estomago, metiendo sus manos por dentro de mi camiseta, acariciando mi piel con sus ásperas manos. Puse mis manos sobre las suyas, de cierto modo quería que siguiese, pero en mi cabeza había una voz que me estaba diciendo que no podía perder el control.
— Noah...Para, no está bien.
Su pecho se pegó a mi espalda y empujó con este llevándome hacia su cama.
Me giré y puse mis manos en su pecho.
— Para, tu hermana está en el salón.
No sabía que excusa poner, pero realmente quería besarlo, sentía ese cosquilleo en mis labios cuando su aliento chocaba contra la fina piel de mi cuello.
— Mi hermana está sobada, me atrevo a decir que se ha quedado dormida nada mas empezar la película.
Mierda, encima tenía razón.
— Noah.— Susurré cuando empujó mi cuerpo contra su cama, poniéndose seguidamente encima mía.
— No voy ha hacer nada que tú no quieras.— Deslizó sus dedos por mi mejilla retirándome algunos mechones que se habían posado en estas.
— ¿Me vas a negar que tú no quieres besarme? Vamos, niégalo y pararé.
Pero no lo he podido negar, solo se que en estos momentos me sentía dominada por su cuerpo.
Enterré mis manos en su cuello, mirando fijamente a sus ojos, esos ojos que me estaban  mirando con lujuria y que a su vez me comían con la mirada.
Cogí un poco de fuerza y volteé nuestros cuerpos, dejándole a él sorprendido por la agilidad con la que ahora mismo me había posicionado yo encima de su cuerpo. Me incorporé ligeramente y me senté sobre sus caderas.
Sentí como sus manos agarraron mi camiseta, tirándome hacia él.
— Siéntate.— Ordené cuando mis ojos estaban tan cerca de los suyos que por un momento pensé que podía leer sus pensamientos.
Su cuerpo me obedeció, dejando su espalda apoyada contra el cabecero, sin soltar mis caderas, lo cual podía notar como sus dedos intentaban aproximarse a mi culo.
Agarré sus manos antes de que pudiesen seguir bajando y sin soltarla las puse a cada nado de su cabeza, pegando mi frente a la suya.
— No lo voy a negar, tengo las mismas ganas que tú.— Esbocé una sonrisa; desde este ángulo podía ver como sus ojos se deslizaban de mis labios a mis ojos de manera rápida.— Pero esto está mal.
— ¿Saciar lo que dos adultos quieren está mal?
— Hay reglas, tú eres amigo de mi hermano y yo soy amiga de tu hermana, se puede liar si alguno de los dos conocen la noticia.
— Las reglas están para saltárselas.
Y esas simples palabras me pusieron a mil ochocientos por hora, porque yo soy una chica sin reglas, yo hago lo que quiero, como lo quiero y sobre todo con quien quiero.
Mis ojos se encontraron con los suyos, solté una de las manos que tenía prisioneras con una de las mías y la deslicé por su cuello para subirla por su mejilla hasta finalmente pasear mi dedo pulgar por sus labios, viendo como estos se entreabrían ante mi tacto.
Bajé ligeramente, enterrándome en su cuello, dejando una hilera de besos húmedos desde su lóbulo hasta su garganta.
— Estás jugando con fuego y te vas a quemar.— Noah cada vez tenía la respiración más acelerada, lo podía notar bajo mi cuerpo por como sus manos ansiaban por tocarme cada rincón escondido de mi piel.
— Quémame.— Mordí mí labio cuando vi la marca que había dejado sobre su piel.
Sus labios se aproximaron a los míos y yo hice lo mismo, rozándolos sin pegarlos, jugando con su paciencia a la vez que con la mía.
Sus labios estaban humedecidos de saliva y podía escuchar los jadeos que transmitían, al igual que su respiración acelerada.
Por fin se decidieron en presionar a los míos, dejando que ambos se unan, fundiéndolos entre sí. El beso se convirtió en una especie de juego de labios, hasta que agarré su inferior y lo estiré hacía mí, Noah sin dudarlo dos veces, colocó sus manos en mi nuca y me volvió a pegar a sus labios, esta vez profundizándolo, sintiendo la presión de su lengua al querer colarse por mi cavidad, hasta que finalmente decidí darle acceso, para chocar ambas entre sí.
Estiré su pelo hacia atrás, separándole, cogiendo el aire que me faltaba tras ese beso, del cual me arrepiento de haberme separado.
— Será mejor que vuelva con tu hermana.— Respiré agitada y me dispuse a levantarme de su cama cuando a gran velocidad pude sentir el rodeo, quedando yo debajo de él.
— Y una mierda. No te voy a dejar ir ahora.
Ay pequeño Noah, yo tampoco quiero irme, pero sé que se despertará en cualquier momento y no creo que pillarnos aquí sea una buena idea.
— En serio Noah, una única regla: No nos pueden pillar.— Empujé su pecho hacia atrás y me incorporé poniéndome bien la ropa.
— Acepto.— Su cuerpo se aproximó al mío y tiró de mi pelo hacia atrás, haciendo que lo mirase y joder, me ponía que me dominaran y mas como él lo intentaba hacer.
Sus labios volvieron a chocar con los míos, pero esta vez por menos tiempo.
— Una nueva regla.— Dijo separándose de mis labios. Lo miré esperando a que desembuchara.— Somos libres de hacer lo que queramos, nada de enamoramientos, nada de buscarnos, podemos tocarnos el culo.
— Esas son cuatro reglas.— Le miré fijamente.- A demás tu no tienes culo, eso lo haces porque quieres tocar el mío.
Solté una carcajada mirándole divertida.
— Aceptas o no.— Sus labios se aproximaron a los míos nuevamente.
— Acepto.— Me separé rápidamente y le di un azote en el culo, guiñándole el ojo mientras caminaba de espaldas a la puerta. Me giré y antes de cerrarla me asomé para mirarle desde ese ángulo.
— Hasta luego Noah.
— Hasta luego Alejandra.

Mi desastre ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora