43

1.5K 70 1
                                    

NOAH

— Es tu hermano.— Susurré con las manos temblorosas, viendo como su gesto cambiaba de la diversión al miedo en segundos.
— ¿Qué ha pasado?— Dejó el vaso de leche al lado del plato y se aproximó a mi acortando las distancias.
— Está en el hospital.
Sus ojos se perdieron y dejaron de brillar, sus dedos se movían queriendo hacer cosas que su cuerpo no le dejaba por el momento de parálisis que estaba teniendo.
— Ven, vamos.— Agarré sus muñecas con suavidad dirigiéndola a mi habitación.
Me puse a trabajar sobre mis nervios, abriendo mi armario para sacar unos legins de ella, poniéndome primero yo un chandal. Me acerqué con cautela y le di las mallas; Sus ojos estaban cristalinos y su mano temblaba con frecuencia e intensidad, estaba conteniéndose, no se por cuanto tiempo más, pero no quería presionarle, quería darle espacio sin alejarla de mí.
Se puso la ropa y se dejó la sudadera puesta, metió su móvil en el bolsillo canguro de la prenda.
— ¿Vamos?— Me aproximé hacia ella estirando mi mano para que agarrase la mía, tal y como lo hizo, dejando sus dedos enlazados entre los míos, apretando ligeramente nuestro agarre como liberación de presión.
— Vamos.— Susurró y tiró de mi mano cuando echó a caminar hacia la salida.
El camino en el coche fue silencioso, simplemente se escuchaban nuestras respiraciones y los movimientos nerviosos de sus brazos de rozar tela con tela; Mi mano acariciaba su pierna a cada instante que podía; Aun no sabíamos que había pasado porque la llamada fue rápida y concisa: Liam está en unidad de cuidados intensivos, es urgente. Fue su padre quien llamó a mi teléfono, supongo que dedujo que estaba conmigo y que su teléfono como siempre estaría sin batería o en silencio, aunque bueno, llamaron al fijo de mi casa, así que el mío posiblemente estaría en las mismas condiciones.
Estacioné el coche y apagué el motor para después salir. Su cuerpo siguió a el mío hasta ponerse a mi lado.
— No puedo, no puedo.— Negó y echó a caminar varios pasos hacia atrás negando con la cabeza.
Me giré para mirarla, tenía el rostro desencajado y los ojos cristalizados a punto de convertirlos en cascadas.
— ¿Qué no puedes cariño?— Me acerqué a ella agarrando sus mejillas entre las palmas de mis manos.— Yo estoy aquí.
— No puedo entrar ahí.— Su respiración era pesada y agitada, sus manos agarraron mi sudadera en un puño.— No puedo, no puedo, no puedo.— Negó dejando escapar una que otra lágrima.
— Shh...Relájate.— Pasé mis brazos alrededor de su cuello pegándola a mi pecho.— Liam saldrá de esta te lo aseguro, pero ahora necesita tu apoyo, voy a estar contigo ¿Vale? Hasta que me digas: Quita pesado; Estaré contigo.
Asintió ligeramente a mis palabras en un intento de tranquilizarla. Alzó sus mejillas sonrosadas para así poder mirarme, pasó sus manos por mis mejillas con cuidado y dejó su frente posada sobre mis labios, dejando yo un beso tierno en esta.
— Vamos.— Tragó saliva y se encaminó hasta entrar en el establecimiento.
Los pasillos olían a un claro olor de desinfectante, las luces destellaban entre las losas blancas que ocupaban suelos y paredes, los médicos rebosaban por las urgencias llamando por megafonía a los siguientes pacientes que estaban en urgencias.
Supongo que el prestigio llega hasta los hospitales por que en el momento que Alejandra apareció por ventanilla para preguntar donde estaba su familia, a penas en susurros inaudibles, la dirigió la propia enfermera hasta una sala apartada de todo el murmullo de personas que había pululando por aquel sitio, donde se encontraría el resto.
La sala era cálida, entre veis y blanca, con sillones de tela en sus alrededor y una mesa céntrica.
Alejandra desapareció entre los brazos de su padre, rompiendo ese llanto que tanto le estaba costando mantener mientras él intentaba calmarla aunque por su parte estuviese peor.
— ¿Qué ha pasado?, ¿Cómo ha sido?— Se separó ligeramente de su padre.
Liz estaba sentada en uno de los sillones con los pies en alto mientras acariciaba el pelo de Tomás, que estaba apoyado en su pecho medio dormido, Jordan caminaba de un lado a otro igual, es busca de calmarse quizás.
— Ha sido todo muy rápido...iban los dos coches en exceso de velocidad, en direcciones contrarias, hubo un despiste por parte del otro coche.— Carraspeó como si supiese dicho nombre por como su mirada volaba hacia todos lados.— Y chocaron de frente.
Alejandra asintió, limpiándose alguna lágrima, se giró buscándome con la mirada, acercándose a mí con rapidez, quedándose parada frente a mi cuerpo sin saber que hacer.
—Ven aquí.— Pasé mi brazo alrededor de sus hombros, pegándola a mi pecho, sintiendo como de sus labios se arrancaba un suspiro largo mientras sus brazos rodeaban mis caderas.

Los minutos en los hospitales son horas y más si los médicos pasan de largo. Podía ver la expresión de mi chica cada vez que un médico pasaba por la puerta y seguía su recorrido por el pasillo. Su cabeza estaba apoyada en mi pecho, ambos sentados en uno de los sillones; Paseaba su mano por mi costado con la mirada perdida.
— ¿Tienes sueño?— La apretujé más contra mí.
¿Por qué una persona es capaz de romper todos mis esquemas?, ¿De volverme un sensiblón solo por que ella ha entrado en mi corazón y aun no sé cómo?
— No lo sé.— Alzó su cabeza mirándome, dejando yo mi mano sobre su mejilla, haciendo círculos con el pulgar.—bNo te vayas...
— No lo haré.— Pasé mis dedos por sus labios, notando su respiración pesada entre ellos, viendo como sus ojos se entrecerraban a mis caricias.
Tan todo es ella.
— ¿Quieres un colacao?— Sonreí de lado recordando que me dijo que es la bebida que quita todos los males, la que te hace sentir mejor y con la que entras en calor en segundos.
Alzó su mirada, notando un atisbo de brillo en ellos cuando nombré su bebida favorita.
Asintió con media curva de sonrisa, separándose ligeramente de encima mío.
— No tardes.— Cruzó sus piernas a modo indio en el sillón.
— No lo haré peque.— Me acerqué dejando un beso sobre su comisura, sin detenerme demasiado para evitar ser el centro de atención o cualquier otro espectáculo como la gente llama el: Besar a mi novia en público.

Mi desastre ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora