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La cabeza me iba a explotar, me lo dije a mi misma:No te pases con la bebida; pues me pasé; Pero que más da, con la bebida era la única forma con la que podía cambiar de personalidad mas fácil, era la forma en la que podía relajarme y sentirme de nuevo como soy y quien soy y no esa palabra que me persigue en cada esquina de mi piel, esa palabra que desprende cada poro de ella, de la que todo el mundo se aleje; La palabra "Peligro" que hacía que nadie quisiese nada conmigo.

Me senté a la orilla de mi cama, sintiendo un quemazón por mi garganta; Algunas lagunas rondaban por mi cabeza, pero eran historias incompletas que era incapaz de comprender, lo que me da rabia ya que me gustaba tenerlo todo bajo control siempre; Solo hay un par de ellas claras: Un beso con Jordan y la imagen de Noah mirándome los pechos.

Caminé al baño y me metí en la bañera; una ducha caliente no me vendrá mal, necesitaba relajarme, sobre todo para hablar con Jordan, para ver cómo estaba después del puñetazo que le plantó Noah en la cara sin razón a qué.

Dejé que cada músculo de mi se desgarrase bajo el agua caliente, relajándome todo lo que puede ser posible, deshaciéndome de la suciedad que mi cuerpo concentraba, del olor a tabaco y alcohol que podía aspirar con cada movimiento que hacía, dejando así caer el dolor de cabeza por el desagüe.

Me decanté por un jean ajustado negro y una camiseta con una rosa en la zona de mi pecho derecho junto a mis converse negras. Salí de la habitación y bajé a la cocina, cogiendo una de las manzanas del frutero.

— ¿A qué hora llegaste?— Mi padre reapareció por la cocina y justo era lo único que no quería hacer: Hablar.

— No sé, a las dos creo.— Dudé de mi respuesta mientras mordía la manzana y me sentaba en una de las banquetas.

— A las dos no, a las cuatro de la madrugada.- Dijo con el semblantee bastante serio. ¿A caso ahora se tenía que preocupar por mí? Lo siento, pero no quería que se preocupase por mí porque ya es tarde para hacerlo.

— ¿Y? Me lo estaba pasando bien.— Bufé dispuesta a salir de la cocina, pero su mano se posó en mi hombro, haciéndome retroceder hacia donde él estaba.

— Tenemos que hablar.— Dijo con los rasgos serios, marcando alguna que otras de sus arruguitas faciales.

— No es algo que me interese hacer en estos momentos.

— Por favor Alejandra, es importante joder.— ¿A caso la gente no se cansaba de insistirme?

Me senté al otro lado de la isla y le miré con cara de: Me importa una absoluta mierda lo que me quieras decir.

— Canta.— Dije a modo para que comenzase a hablar.

— Ya hablé con Liam y lo aceptó, espero que tu también.— Dijo con un tono mas cálido de lo normal, algo que me decía no iba bien y lo empezaba a presenciar en el ambiente.

Salí de la casa dando un portazo, si seguía allí seguramente explotaría a gritos, pero no podía, no podía porque lo que quería era llorar, no gritar, y llorar no es de valientes, llorar es de cobardes, yo no lloro, porque no soy una cobarde.

Salí del portal y cogí mi teléfono, sin saber qué hacer, no tenía mucha gente, por decir nadie con quién hablar y con quién desahogarme, pero entonces me acordé de Julia. Su casa no estaba lejos de la mía, a tan solo unas tres manzanas. No sabía si lo que estaba haciendo era correcto ya que nunca me había abierto a alguien, nunca antes había tenido una amiga ni nada por el estilo, pero necesitaba desahogarme.

Llegué a su dirección; Ayer me habló y me mandó su dirección por si pasaba algo y luego me dijo que me lo pasase bien, ella no quería salir, dice que estaba cansada y completamente llena de agujetas por el entrenamiento de Arthur.

Mi desastre ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora