trece

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Estaba caminando por el hospital, hasta que llego al ascensor.

— ¿A qué piso vas? — me dice una chica..., se me hace conocida, rubia, ojos celestes..., la vi en alguna parte.

— Piso siete.

— Oh..., yo también, mi novio, está en coma...

— Ah..., tengo un amigo que está en las mismas condiciones.

— ¿En serio?

— Mmmm, sí.

— Oh, lo sie...— estaba diciendo pero ya llegamos al piso 7, muy rápido.

— ¿Qué habitación? — me pregunta la chica

— 345, ¿la tuya?

— Wow , ¿vas a ver a Zabdiel?

— ¿Lo conoces?

— Es mi novio, ¿y tú?

— Soy Tn, la ami..

— No, tú eres la zorra que lo dejó por ese empresario, ese multimillonario, sólo querías dinero, maldita interesada. — me dijo

— ¿Perdón? Yo lo vi besuqueándose con una extraña, en un centro comercial.— sentencié

— Pero tú, tú...

— Guarda los malos comentarios, tú no sabes la historia de mi vida.— dije, la deje sin palabras, ella no sabía nada y estaba llamándome “zorra”.

Caminé hacia la puerta donde estaba Zabdiel pero esa chica me lo interpuso.

— Perdona..., soy la novia.— dice

Luego sale Noemi de la habitación, y mira con desagrado a esa chica, nunca me supe el nombre.

— Steffanie, te dije que no puedes ver a Zabdiel. — le dijo a la chica, ya que la miraba a ella.

— No es mi culpa que le caiga mal, pero bueno, adiós.— se retiró

— Bueno, Noemi yo me...

— No, tú quedate, yo me voy ahora, te necesita Tn.— me dice

— Bien...— digo y entro como tortuga a la habitación.

Y estaba allí, conectado a muchos cables. Camino hacia él, y me siento en una de las sillas.

— Zabdiel...— murmuraba. Ya comenzaba a derramar lágrimas.

— Zabdiel, debes..., debes ser fuerte, yo..., te amo.— digo y lo tomo de las manos.

— Te amo, sé que eres fuerte, Zabdiel tú puedes...

De pronto sentí como éste apretó suavemente mi mano, él estaba aquí, lo sentía.

— Zabdiel, sé que me escuchas..., necesito que seas..., eres fuerte, lo sé.

— Disculpa... ¿Habitación 348? — dice un chico rubio, guapo, de ojos celestes.

— Em.... No, es la 345.

— Mierda... — murmura

— Adiós...— digo

— Adiós

Volví mi mirada a Zabdiel, ¿por qué siempre me pasan estas cosas?

— Em....— pronuncia alguien detrás de mí, me doy vuelta y era..., Johann.

Corrí a abrazarlo, aunque no lo conocía demasiado, necesitaba uno. — Lo extraño, lo necesito...— murmuré.

— Yo también, es un gran amigo.— dice y me separa del abrazo para besar mi frente.

300 NOCHES | Christopher Vélez y tú | HOTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora