trece

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Había terminado la película, TN se había quedado dormida. Siempre está cansada. Bueno, desde que volví.

— Yo salvé a Nick...— susurré acariciando su vientre, aún no se notaba su embarazo, no sé cómo ese hombre logró saber eso.

— Tu mano está fría — se quejó dándose vuelta.

— Merezco mi premio por haberlo salvado, ¿no?

Me miró fulminante y me pegó con el cojín.

— Por favor...

— Déjame dormir — espetó

— Por favor, por favor, por favor...

Bufó y se levantó de la cama. Sonreí mirando su camisa desabrochada, no del todo pero se le lograba ver un poco de sus pechos. Me tiró otro cojín y se cruzó de brazos.

— ¿Fuiste tú? — me preguntó abrochando aquella camisa.

Resoplé. — No, recién me levanto —mentí

Rodó los ojos. Abrió la puerta y me dejó aquí, solo.

TN

Caminé hasta el baño, tenía muchas náuseas. Luego me cepillé los dientes y busqué alguna menta.

Subí a la habitación pero la habitación prohibida de Christopher, estaba abierta. Bueno, estaba entreabierta.

Entré y estaba Chris. Con varias bolsas.

— ¿Qué haces? — pregunté

— Las vendí, a un amigo — sonríe — no pienso usar estas cosas contigo.

— Ajá... — me crucé de brazos.

— He notado que.., tienes estrés, nauseas, cansancio, y ansiedad — dijo acercándose a mí

— ¿Y eso qué? — dije de mala gana

— Leí, que cuando una mujer tiene esos síntomas, disminuye su deseo sexual, y sabes que yo sin hacerlo por lo menos ocho veces a la semana, mínimo, no puedo.

Reí. — ¿Ocho veces? Nosotros nunca...

— Sí, lo hacíamos en la mañana, la tarde, la noche, más detallista.., cuando despertábamos, antes de almorzar, luego de almorzar...—interrumpió

— Oye, tampoco tanto — dije

— Todavía no se nota que Nick esté ahí — acarició mi vientre — además, yo creo, que tienes deseos de hacerlo conmigo, ¿o no?

— No — saqué su mano.

Recién me daba cuenta que tenía a Christopher en boxer, y yo sólo con esta camisa y ropa interior claro.

- Mierda, no traigo sujetador- pensé

— Bueno si quieres...

— Lo sabía — me levanta del suelo tomándome por las caderas. Acerco mis labios a los de él y lo beso, juntando nuestros dos labios, que, encajaban a la perfección. Mordió mi labio inferior y su lengua pedía permiso para entrar. El beso se volvió más salvaje. Caminó hasta nuestra habitación y desabotonó mi camisa lentamente mientras iba dejando pequeños chupones.

Finalmente, la desabotonó por completo, me la quitó, luego la tiró por algún lugar de la habitación.

Volvió a besarme y me recostó en la cama. Acercó sus labios a mis pechos y con una de sus manos jugó con el elástico de mis bragas. Bajó sus manos una y otra vez hasta que las quitó por completo.

300 NOCHES | Christopher Vélez y tú | HOTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora