catorce

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— ¿Y qué soñaste? — sonreí

— Que me abandonabas — y mi sonrisa se esfumó. Me senté al otro lado de la cama, volteó y comencé a acariciarle el cabello, su suave y sedoso cabello.

— Nunca te abandonaría — dije mirando sus bellos ojos color miel

— ¿Nunca? — preguntó arqueando una ceja

— Nunca — le aseguré. Sonreímos. Aún mirando sus ojos, noté como veía mis labios — Christopher, tienes los labios lastimados, no puedes...— fui interrumpida por un suave beso de Christopher. Le seguí el beso por un rato, hasta que soltó un quejido de dolor y me aparté.

— Era broma — ríe — Acuéstate a mi lado... — palmea un espacio de la cama

— ¿Sabes? — me miró fijamente — me acabo de dar cuenta que tú me habías cambiado antes de irte, porque yo me dormí a tu lado, luego de hacerlo, ¿no? — pregunté y asintió riendo

— Sí, yo te cambié, hacía frío y la calefacción no funcionaba

Sonreí — Eres tan tierno, Christopher...

Se mordió los labios y al instante gimió de dolor

— ¿Por qué hiciste eso? ¡Te lastimas! — lo reté

Encogió sus hombros — Quería ver si te excitabas — reí

— Tú, tienes que dormir — lo señalé

— Yo no me duermo si no te siento a mi lado

— Christopher, duerme — acaricié su mejilla

— No — arrugó su nariz — duermo si estas a mi lado, si no, no

Bufé — Bueno, no dormirás en todo el día entonces — reí. Me levanté de la cama pero los brazos de Christopher me tomaron de la cintura y caí en la cama

— Te quiero — dijo tapándome con el acolchado. Me abrazó por la cintura y dejó un suave beso en mi hombro — Buenas madrugadas, TN — ríe y esconde su rostro entre mi cabello — tu cabello huele... delicioso...— fueron las últimas palabras antes de oírlo roncar.

Mi celular vibró en la mesita de noche. Estiré mi brazo y lo encendí. Todo el brillo que tenía atacó mis ojos. Lo desbloqueé y leí el mensaje que me había enviado el número desconocido.

Desconocido:
            Sal de la habitación, necesito verte, allí no hay cámaras, TN. ¿Y Luci?

Puse los ojos en blanco y volví a apagar el celular.

(...)

— Amor... despierta...— sentí como me movían para los costados

Gruñí — ¿Qué? — dije pasando mis manos por mis ojos

— Tienes que prepararte — abrí los ojos y Christopher estaba sentado en la cama con un bello traje, y, lo que nunca faltaba, una gorra, que de seguro se la quitaría apenas lleguemos a la exposición.

— ¿Te pusiste maquillaje? — me acerqué a su rostro

— Sí — encogió sus hombros — No puedo ir a esa exposición con algunas heridas

— Aún debes contarme qué paso ayer — fruncí el ceño

— Ah... — suspiró — Luego — corrió un mechón de cabello y acercó sus labios a los míos — Te amo. Ahora, debemos ir a la exposición, te pones un vestido, te maquillas y toda la cosa — reí

300 NOCHES | Christopher Vélez y tú | HOTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora