XXXI

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Caminaba con total seguridad sabiendo que el moreno le seguía de cerca, asegurándose de mover sus caderas de más, como toda perra que era.

- Este es su camarote, señor Way, señor Toro.- Dijo el Marín. Les abrió la puerta enseñándoles el espacioso lugar. Mikey fue quien se aseguró de caminar por todo el lugar hasta volver a donde el moreno y el Marín esperaban.

- Muy lindo.- Canturreó. Suspiró soltando una sonrisa al sentir la mirada del chico fuego encima suyo alzando una ceja y decidiendo hacer de las suyas.

- Cualquier cosa que necesiten, me puede avisar y con gusto se le atenderá.- El Marín hizo un pequeño saludo antes de marcharse a lo que el rubio detuvo.

- Y si necesito una buena compañía... Ya sabes, para pasar el rato, y no aburrirse...- Soltó despreocupado asegurándose de pasar su mano por todo el brazo del hombre en cuestión hasta llegar a su hombro, pecho.- También en esos casos puedo avisarle?- El Marín, a diferencia de ignorarle como todo hombre en su labor, se sonrojó levemente meditando la tentadora oferta, con el calor aumentando notablemente.

- Y-yo podría hacer una excepción...- Murmuró el pobre chico agua. Ray decidió que era hora de meterse en el asunto tomando el brazo del rubio con fuerza considerable y jalándole hacia el, con ambos viéndole desconcertados, uno hipócritamente.

- El tiene ya compañía. Le recomiendo que se retire. Si lo necesitamos de verdad, yo me encargo de avisarle.- El Marín asintió sin cesar enseguida saliendo de la habitación sin despedirse de nuevo y cerrando la puerta estruendosamente.

- Ah... Lo has asustado, bestia.- Se quejó el rubio. Ray le gruñó sin compasión sosteniéndole con más fuerza.

- No empieces.- Como buena perra, Mikey sonrió perlado y negando.

- No sé de qué hablas, Ray querido.- un movimiento ágil y apresurado lo que lo llevó a quedar apoyado tras la puerta, con el rostro de lado sintiendo el frío metal, con el cuerpo del chico fuego a su espalda, sintiendo todo...

- A ti no se te puede calmar con nada, Huh?- Comentó con la voz ronca. Mikey se movió descarado, restregando el trasero a su pelvis, oyendo los gruñidos del afro.

- Calmar?... De qué hablas. Es como si no soportaras mi actitud, peor aún, mi persona.-

- La soporto más de lo que debería.- Escupió al momento en el que sus manos se colaron entre su cuerpo, tocando cada parte de este, como una escultura.

Ante sus ojos, una obra de arte.

Una de estas posándose en su espalda y la otra aventurándose hacia su pecho, bajando a su abdomen.

- Si no quieres hacerlo, ahí está la salida... Más hombres que me soporten ha de haber.- un empuje de más, el rubio soltando una risa cínica jadeando cuando el lóbulo de su oreja fue mordido con algo de brusquedad. - R-Ray!...- Se quejó. Abrió la boca para soltar un suspiro cuando una lamida pasó por la herida.

Sintió la sonrisa del moreno, apretando los labios y volviendo a moverse descarado, oyendo entonces tan cerca y erizándole la piel un gemido muy ahogado.

Las manos del chico fuego se apretaban más a su piel, con la de su abdomen bajando a su vientre, y luego metiendolas dentro de sus pantalones.

Sus ojos se abrieron algo precipitados tratando de moverse, pero el chico, su chico fuego, lo tenía inmovilizado con la mano que ya hacía en su espalda.

- Quieto.- Ordenó.

- A-aquí no...- pidió. La voz cortada del rubio le hizo sonreír.

- Huh?... Por qué?-

Pixeles. -_Frerard_-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora