XXXII

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Miraba el techo como si fuera lo más entretenido que había a esa hora.

Suspiró.

De hecho lo era. Mordió sus labios usando su brazo como almohada mientras el otro era la de Lindsey.

Le miró de reojo con algo de desesperación, pues él no quería estar ahí.

Se levantó como sumo cuidado de no despertarla y caminó hasta el perchero donde se hallaba una bata larga de dormir.

Se puso esta pues el pasillo al salir de su camarote era frío, hostil.

Caminó unos cuantos pasos, apenas y completos, pues no se había puesto zapatos.

Llegó a la puerta correspondiente recapacitando si debía o no tocarla.

La situación con Frank los últimos días, si bien habían avanzado, el ser solo amigos le ponía los pelos de punta.

Él quería ser más... Pero tenía miedo.

Miedo de que Frank volviera a abandonarle cuando más le necesitaba.

Para qué negarlo, el aún le amaba... Pero, y Frank?... El castaño siquiera sentía aún algo por el?...

No lo sabía.

Su amistad era como si aquellos tres años jamás hubieran pasado, he incluso su relación.

Respiró algo resignado retrocediendo dos pasos dispuesto a irse.

- Gerard.- La puerta se abrió enseguida dejando ver a un confundido Frank. Usaba tan solo ropa interior y una simple camisa blanca. Le veía con esos hermosos avellanas entornados, y una de sus cejas levantada con sutileza.

- Hey... Puedo pasar?- El castaño lo meditó por varios segundos frunciendo leve los labios sin dejar de mirarlo. Al final le restó importancia y se hizo a un lado para darle paso. Gerard sonrió y entró, oyendo la puerta tras suyo cerrarse.

Miró la habitación entera notando la ventana circular que había en ella abierta.

- Qué haces aquí, Gee?- Preguntó el menor. Gerard caminó hasta esa ventana sintiendo el frío aire pasar, cerrándola inmediato y volteando a ver al castaño.

- Te vas a resfriar.- Soltó espontáneo. Suspiró quitándose la bata de dormir y colocándola en la silla frente al pequeño escritorio de Frank. Este le seguía con la mirada, consternado y algo molesto.

- Gerard.- Volvió a llamar. El pelinegro entonces dio media vuelta yendo hasta la cama de Frank y acostándose en esta, acomodándose de tal forma que quedase lugar para el.

- No podía dormir.- Dijo. - Ven.- palmeó el espacio vacío de la cama.

Frank suspiró algo irritado y caminó hasta donde se hallaba, acostándose de igual modo y quedando frente a frente a él.

Ambos mantenían los ojos fijos en el otro. Ambos se analizaban detenidamente.

Entonces fue el pelinegro en dar el primer paso al alzar su mano y acariciar al castaño, apenas perceptible en la mejilla.

Tan suave, muy leve.

Minutos que parecieron una eternidad, entonces sus avellanas empezaron al falsear.

Frank tenía insomnio.

El estar todos los días junto a Gerard se volvía lo mejor de su vida y un problema al mismo tiempo.

Tyler aveces le miraba con una sonrisa burlona, queriendo aventarse a él y sacarle la verdad. Que Gerard supiera que era un traidor.

Èl realmente quería dejar de involucrarse sentimentalmente con el pelinegro, pero no podía.

Él jamás hubiera dejado a Gerard si hubiera tenido opción. El jamás lo hubiera dejado a cuenta propia.

Por qué él amaba a Gerard, y lo seguía amando.

Por eso, ese día, que había tenido de nuevo insomnio, paseándose por cada rincón de su habitación, mirando un rato el océano, y luego ocurriéndosele mirar por el rabillo del pequeño hoyo de su puerta, descubriendo a Gerard tras ella, decidiendo tocar o no, y que al final estuviera a punto de irse, fue un impulso el que le hizo abrir por su cuenta, y hablarle.

Claro, eso es algo que nadie debe saber.

Frank solo tenía miedo de volver a aceptarle, por qué odiaría volver a separarse de él.

- Eres hermoso.- Abrió sus avellanas enseguida mirando a esos orbes verdes fijamente.

La voz de Gerard había sido tan dulce, como un arrullo a un bebé.

Frank era su bebé.

- G-gerar....

- Shh...- Le silenció. Se acercó aún más a él pasando su nariz por la suya, acariciando lo más apenas perceptible.

Sonrió cuando oyó un pequeño suspiro de parte del menor, quien se estaba derritiendo.

Sus manos temblaron cuando decidieron subir hasta la camisa del pelinegro, sosteniéndola y volviéndose puños.

- No... Por favor...- Pidió. Gerard no escuchó. Es verdad, el mismo había dicho que sólo serían amigos, pero....

- No puedo.- confesó. - Sabes que no te he olvidado. Sabes que tú tampoco lo has hecho.- El avellana tragó duro sin negarlo.

Estaría mintiendo si lo hiciera.

- Qué quieres de mí?... Yo... Yo te abandoné...

- Y ya me has dicho que no fue algo que quisieras haber hecho, no es así?- Frank asintió enseguida sintiendo ahora entonces, los suaves labios del pelinegro rozar con los suyos tan delicadamente.

Quería gritar, se iba a volver loco con ello.

- No..., Gee... Yo...- El mayor volvió a silenciarlo esta vez apenas y tomando sus labios con los suyos; un beso apenas completo.

Tan lento, tan puro.

Sus labios apenas rozando, tan inocente.

Se separaron respirando uno muy cerca del otro, abriendo de apoco los ojos, sintiendo el mundo a sus pies.

- Yo... Aún te amo, Frank. Y estoy dispuesto a perdonarte y estar de nuevo a tu lado si tú me das esa oportunidad. No importa el pasado, ni el por qué me hayas abandonado. No importa lo que seamos ahora, ni lo que vaya a pasar. Yo te quiero a ti, siempre lo haré. Es inevitable.- Rió mostrando su pequeña dentadura. - Estoy hecho para ti....- Frank negó repetidamente ante ello, sintiendo aún así su corazón empezar a acongojarse. Sintiéndose sumamente contento.

Enamorado.

- No.... No lo sé....- la voz muy ahogada.

- Frank....- Una alarma inundó cada rincón del barco.

Ambos respingaron viéndose aún fijamente. Siguieron así por largo rato hasta que en la puerta del castaño, un toque desesperado interrumpió.

- Capitán!, un Talum, señor!!- Avisaron.

Debían regresar a la realidad.

Pixeles. -_Frerard_-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora