XXIX

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Tomó su taza de café humeante y bebió de esta a pesar de que la lengua se le quemaba a cada trago en aumento.

La sentó en su escritorio y cerró los ojos con remordimiento.

Gerard, sus labios, sus besos.

Negó mortificado y arrepentido.

No quería que aquello ocurriera y sin embargo, véanlo ahí, sufriendo por los sentimientos revividos con un simple y estúpido beso.

Joder.

Se restregó la cara y tomó aire determinadas ocasiones, riendo de una manera desquiciada de un momento a otro notando que realmente, estaba feliz por haberse besado con el pelinegro.

- Mierda.- Dijo a lo bajo, a pesar de que nadie podía oírle en el centro de mando.

Miró el hermoso amanecer por el gran ventanal y luego vio a su costado donde residían dos carpetas color Manila.

Las tomó y abrió la primera leyendo el nombre en ella dos veces antes de pasar a la segunda y repetir el acto. 

- Se puede?- Respingó al oír la voz de Gerard ser intrusa en su momento de paz, mirándole incrédulo y algo irritado por irrumpir su calma.

- Ya estás casi dentro, no?- le dijo de manera chocante aunque de cierto modo avergonzado.

De solo mirar esos verdes que le veían de una manera que hacía mucho no pasaba le hacían sonrojarse y llamarse idiota mentalmente dándose golpes en la frente como un niño pequeño.

Gerard no estaba mejor, pues observaba a ese, para él aunque ya había crecido, diminuto cuerpo frente suyo, que seguía tan cual lo recordaba.

Aún recodaba la sensación del beso en su boca, y el sabor de Frank que bien había cambiado, le parecía aún más delicioso que antes.

Después de ello tuvo que decirle al menor que si sentía una pizca de afecto hacia su persona aún, empezarían siendo amigos como antes, arreglando lo que había hecho al irse y no darle una correcta explicación por ello.

Frank aceptó, naturalmente.

- Que gruñón.- Se quejó con un leve puchero en sus labios. Frank rodó los ojos algo molesto chasqueando la lengua y tomando de nuevo la taza de café en su escritorio.

- Y tu linda prometida?- Sacó a relucir. Gerard chocó los dientes cerrado la puerta y apoyándose en esta sin dejar de mirar al avellana.

- Por ahí, supongo.- Frank solo asintió fingiendo desinterés y poniéndose de pie para observar de nuevo el ventanal.

- Te... Dijo algo acerca de dónde estuviste la madrugada?- Comentó casual. Gerard sonrió levemente e inconsciente.

- Si.

- Y que le dijiste?-

- Obviamente que me metí al camarote del capitán del barco y le di de mi polux para que sanara más rápido.- Frank solo hizo un sonido de aprobación sin mirarle aún.- Y que luego me lo bese recordando viejos tiempos.

- Hmmm, aguarda, qué!?- Ahora toda su mirada estaba concentrada en su persona y el pelinegro no podía estar más divertido por ello.

- Debiste ver tu cara!!- Dijo entre profundas carcajadas que amenazaban con dejar al castaño sordo.

- Con eso no se juega, bestia!- Gruñó exasperado, aunque sin duda, ese tipo de bromas son las que Gerard, su mejor amigo Gerard, haría. Sonrió solo un poco mientras el pelinegro se sostenía el vientre por la risa.

Pixeles. -_Frerard_-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora