Prólogo.

23.7K 692 19
                                    

AVISO: todos los derechos reservados, no permito que la historia sea copiada ni adaptada, a no ser que sea con mi consentimiento la adaptación.
La novela no está corregida, posiblemente encontréis bastantes faltas de ortografía.

...


Enrolle la cinta de mi bata dorada mirándome al espejo, mis ojeras se habían ganado el protagonismo en mi rostro. Hoy era una de esas noches que solo me apetecía compartir con el sofá, Netflix y, quizás, unos nachos con queso.
Hum, nachos. Qué bien me vendrían ahora mismo.
Pero no, Alison, tocaba pelear. Sino, ¿quién pagaría los nachos?

— ¿Preparada?

Me sobresalte y me giré, West tenía el cuerpo recargado en la puerta de la habitación que me habían dejado para cambiarme.

—  Claro, ¿cuándo no lo he estado? — respondí mientras introducía los enormes guantes en mis manos.

— Bien. — dijo West orgulloso.

West era mi mejor amigo, se podría decir que éramos casi hermanos ya que nos conocimos en el colegio y desde entonces nos volvimos inseparables. Él trabajaba conmigo pero no peleaba; se encargaba de llevar mi agenda en orden y de los demás boxeadores.

— La sala está llena. Nunca habíamos tenido tanta gente para una pelea.
   
Sonreí victoriosa en respuesta y miré con una media sonrisa a mi amigo.

— Si es que no la entiendo, se le va a romper una uña — solté alarmada —. Definitivamente está cometiendo un grave error.

West se rió entre dientes negando lentamente.

— Espero que lo des todo allí arriba en el ring, tenemos mucho dinero de por medio.
— ¿Es que dudas de mí? — le respondí con gracia.
El moreno se acercó al pasillo, echó un vistazo y entró de nuevo.

— Ali, tienes que salir en 5 segundos. — Asentí.

West comenzó la cuenta atrás con los dedos. Abrí la puerta decidida y caminé hacia el ring. Los gritos de la gente eran más fuertes que nunca. West tenía razón, era una locura.

Subí al ring y los gritos se hicieron más audibles de lo que ya eran. Sonreí hacia el "público" levantando mis puños. La sala era una discoteca que se reservaba cada vez que había una pelea, legalmente no podíamos hacer nada de esto, pero hasta el momento no habíamos tenido ningún problema con la policía. Algo me decía que Jake, nuestro jefe, tendría muchos cables enchufados, lo cual no me sorprendería.

Un hombre de mediana edad, agarró el micrófono alrededor de sus manos, gritó mi nombre antes de gritar el de mi contrincante.

— Y ahora —. El hombre sudoroso comenzó la presentación —. Lo que muchos esperabais, chicos, agarraos bien los pantalones, ¡Gabriela López!  —Gritó de nuevo. Algunos aplaudieron, otros abuchearon. La puerta de la otra esquina del lugar se abrió, así descubriendo a la morena.
Caminó hasta el ring mientras saludaba y tiraba besos. Mientras yo me preparaba y, con ayuda de West, me quité la bata y seguido me puse el protector para la mandíbula.

— Bien guapas —. Nos acercó a las dos poniéndonos en frente una de la otra. Su mirada se enfrentó a la mía, acompañada de una sonrisa desafiante. — ¡Qué empiece el combate!

Que empiece la diversión.

BLOW { I Trilogía Scoot }Donde viven las historias. Descúbrelo ahora