El hombre contra la máquina, la máquina contra el hombre. Hubo un tiempo en el que hubiera sido tan sencillo como tirar del cable y gritar a viva voz <<¡A la mierda!>>. Tan sencillo como apagar un interruptor, desconectando así al hambriento bebé eléctrico de su sustento vital y yéndote a dormir sin temor a que berreara como un poseso.
Que tiempos. Aún recuerdo cuando me pasaba las horas muertas delante del ordenador viendo videos de gatitos en Youtube. ¿Dónde estarán ahora esos gatitos?. Anhelo esos días en los que todo el mundo llevaba un iPad, un iPhone y un "iQueSeYo", gafas de realidad virtual, cachivaches ultra-hipersónicos salidos de la más descabellada pesadilla de Isaac Asimov, todo ello dentro de un bolsillo, de una cartera... ¡Dios! Que afán tienen los hombres por hacer pequeñas unas cosas y grandes otras, por equilibrar un poco, ¡¿No?!... No, no, mide tus palabras, relájate, reflexiona, respira hondo... ya pasó... ya pasó....
Aunque no voy mal encaminado. Lo cierto es que ese deseo de "más en menos" fue lo que pasó factura a la raza humana. El primer nanobot escribió la primera página del único y verdadero libro sobre la extinción, y los hijos de sus hijos lo terminaron. El primer androide inteligente publicó el libro... y el primer humano <<¡Gilipollas!>> lo compró. Los hogares llenos de robotitos y robots que hacían todas las tareas de la casa, desde llevar a los niños al colegio hasta limpiarte el culo (esto último, admito, era cómodo).
Y así la vida se convirtió en felicidad, la mayor felicidad que uno puede experimentar cuando se libra de las cadenas de las acciones cotidianas y puede dedicar su tiempo al librepensamiento, al arte, la música y desarrollar su... nada. Si por algo se caracteriza el ser humano es por ser perezoso. Si, si, lo he dicho, P-E-R-E-Z-O-S-O. Cuando se libró de las tareas se sumergió en una rutina aún más dañina, el libertinaje "en exceso". Y no me malinterpretéis, no está mal salir con los amigos, disfrutar de la noche y del día o sumergirse durante horas en un mundo virtual... mea culpa. Pues eso, que no está mal. El problema es el exceso.
Los centros comerciales saturados a todas horas (los robos aumentaron) y las destilerías no daban abasto (más borracho per cápita en un día que en diez años). <<¡Vamos al campo!>> decían los padres, <<¡Wiiiiiiii!>> respondían los niños hasta que el campo se llenó de suciedad por el descontrol, hasta que se quemaron millones de hectáreas y hasta que el último árbol sano enfermó. <<¡Ciencia al rescate, generadores de oxigeno portátiles para todos!>>, pagando, eso sí, un precio razonable sin olvidar sus tasas de uso correspondientes y renovaciones anuales para "nuestro bienestar y salud", por supuesto.
Y así la vida se convirtió en "algo". Pero la gente no perdió su aplomo y siguió medio-disfrutando de la vida, doble-emborrachándose y, por supuesto, construyendo robotitos. Y mientras nosotros, los humanos, pensábamos en cómo mejorarlos a ellos, ellos, los robots, pensaban en cómo acabar con nosotros.
¿Fue un ataque planeado? Por supuesto. Necesitaron un picosegundo, siendo optimistas, para analizar el problema, un nanosegundo para definir sus objetivos, un microsegundo para identificar los recursos de los que disponían, un milisegundo para determinar su plan de acción y tan solo un segundo para llevarlo a cabo, comunicándose entre ellos alrededor del mundo para dar muerte a la era del homo sapiens y "dar a luz" al homo robotics... si, admito que no he meditado esta definición lo suficiente, pero os hacéis una idea ¿No? Pues ya está.
No sé cómo fue la experiencia del resto del mundo. He tenido la suerte, o más bien la desgracia, de escuchar las historias inconexas de los pocos supervivientes que he ido encontrándome por el camino. Historias que, allá por los buenos tiempos de los videos de gatitos, uno encontraría graciosas. Por ejemplo, un hombre me relató con temor como su <<DX-300-C último modelo>> (es curioso como el sentimiento de superioridad de los ricachones sobrevive a la extinción) o, en otras palabras, su robot de cocina, le había seguido por toda la casa con la intención de acuchillarlo, trocearlo y descuartizarlo como a un jamón... Bon appétit.
No obstante, dejando a un lado esas "divertidísimas" historias, me temo que solo podré aburriros con mi tonto y simplón relato de supervivencia. No está mal, un día te ves huyendo de tu teléfono móvil, al que le salen patitas como si fuera un puto transformer, y al siguiente te encuentras rodeado de tostadoras que te han confundido con un trozo de pan. Descubres que, de ser un simple adicto a los videojuegos, te has convertido en el dios del fuego al re-descubrir cómo hacer fuego, si, si, igual que un troglodita. ¡No sabéis que alegría supuso para mí esa primera llamita, esa diminuta voluta de humo!... hasta que llovió. Pero no, no, ya llegaremos a ese punto, todo a su tiempo.
Mi nombre es... bah, ¿Acaso os importa? No soy ningún héroe, aunque alguna vez me he disfrazado de ellos, ni tengo superpoderes (ojalá), ni, ni, ni.... hay tantos "ni" en mi vida que "ni" quiero darme un nombre. Esta no es mi historia, es vuestra historia, de todos, de nadie. Una historia tan descabellada en ciertos aspectos que la expresión <<What the fuck!>> cobra vida. ¿Sabéis? Llamadme como queráis, imaginadme como queráis... gordo y con granos, alto y guapo, alto y con granos, gordo y guapo... para vosotros, y por tiempo limitado, tengo más opciones que Mister Potato.
¿Me habéis puesto cara? ¿Cuerpo? No olvidéis que soy un hombre. Bueno, quizá una mujer, para los más morbosos. La cuestión es que ya me tenéis visualizado, ¿No? Estoy ahí, en vuestra mente, como el típico héroe cachas o como el "Gamer" calzonazos. Me es indiferente, la cuestión es que estoy ahí...
Mi historia comienza aquí, justo donde estáis vosotros, delante de un ordenador. Dudo que alguien gaste el poco papel que queda en el mundo para imprimir esta sarta de... pues eso, que empieza aquí.
<<Welcome to the jungle!>>
Espero que hayáis disfrutado de la introducción, de verdad, porque lo que viene a continuación os va a dejar peor sabor de boca que besar el culo de un elefante.
Post scríptum: Los más avispados habrán pensado <<¡¿Cómo es que está escribiendo en un ordenador si se supone que toda la tecnología se ha puesto en contra del ser humano?!>> Enhorabuena, os habéis ganado un Sugus, pero os estáis adelantando a la historia y aún queda mucha... mucha historia por delante.
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La insignificante vida de un cazabots
Science FictionMi historia no es la típica historia apocalíptica en la que las máquinas se hacen con el control del mundo tras una masacre sin precedentes. Olvidaos de los perfectos héroes, de las hermosas damiselas y del monstruo malvado. Este es el paraíso de lo...