La banda sonora de mi vida era un agradable Chill out con toques Reggae hasta que, como en un antiguo tocadiscos de vinilo, la aguja patinó. Fue un chirrido ensordecedor que hizo desaparecer el telón nocturno que cubría mi mitad del mundo, dejando tras de sí una pintoresca cacofonía orquestada por las máquinas.
Así es como comienza mi historia. ¿Que quién soy yo? Soy... Tinman. ¡Nana nana nana, nana nana nana nana, Tinman! ¡Nana nana nana nana, Tinman! ¡Tinmaaaaan!....
– ¡Eh, eh, espera, espera! ¡¿Se puede saber que estás haciendo?!
– Pues es obvio, ¿No? Estoy dando una intro brutal a mi historia.
– No, no me refiero a eso Tinman. Estas escribiendo en mi módulo de memoria, ¿Tengo que recordarte que una vez escrito no se puede borrar? ¿Cómo quieres que explique esta ruptura en la continuidad de mi historia a los lectores?
– Colega, no te pongas así. Había pensado que, como ibas a contar mi parte de la historia hasta que nos conocimos, lo mejor sería que la contase yo. De primera mano, sin intermediarios. ¿A que es buena idea? Tranquilo, lo hago gratis. Sin comisiones.
– Tienes tu PROPIO módulo de memoria.
– Ya lo he acabado, me aburro. No es culpa mía que seas tan lento escribiendo.
– Tinman...
– Vale, vale. Todo tuyo, Bip-bip... luego no te quejes si te faltan detalles.
¡Ejem! Perdonad a mi amigo, es un poco especial. Supongo que podría ahorrarme las presentaciones, a fin de cuentas el spoiler ya está hecho, pero bueno... Este es Tinman, también conocido como el hombre de hojalata.
Hasta el momento os he contado mi historia obviando un dato importante, el principio. Si, ya sabéis, ese intervalo de tiempo en el que las máquinas conquistaban la tierra mientras yo jugaba, comía y dormía. Habría sido deshonesto contarlo antes, dado que fue Tinman quien me narró los hechos, y no tendría sentido esperar a que leyeseis su módulo de memoria para enteraros. Así que, sin más dilación, vamos a ello.
Estaba a punto de comenzar el primer amanecer de mi nueva vida, y no estaba solo. Tras el ataque de los coches de Google, el hombre de hojalata y yo nos refugiamos en un túnel... esperando a un sol que parecía no querer salir. No tardé en darme cuenta de lo peculiar que era aquel hombre. Y no lo digo por su atuendo, eso al menos tenía explicación:
– ¿Así que no sabes nada, eh? – preguntó Tinman, sin venir a cuento
– ¿Perdona?
– Te lo veo en el rostro, hijo de la ignorancia. ¿Debajo de que piedra has salido? ¿Quizás de esta? – Levantó una piedra y miró debajo, buscando algo – No, de esta creo que no. – siguió mirando la piedra, analizando un problema que nadie le había planteado
– Gracias – respondí, por responder algo – De verdad, gracias por salvarme la vida. No entiendo lo que está pasando – Tinman me miró –. Por cierto, mi nombre es....
– ¡No lo digas! Nuestra identidad debe permanecer en secreto – se acercó al borde del túnel, oteó el exterior con ojos achinados y murmuró – Las máquinas tienen un plan para nosotros. Aun no se qué plan ni como nos afecta, pero eso es lo que me he propuesto descubrir.
– ¿Un plan? ¿Las máquinas? ¿De qué estás hablando? – admito que empezaba a cagarme de miedo, estaba solo en mitad de la noche junto a un lunático
– Puedes llamarme Tinman. Soy un hibrido mitad humano mitad máquina enviado desde el futuro para ayudarte – me observó de arriba a abajo, pensativo – Dorothy.
– No me llames Dorothy – si, la situación cada vez era más tensa
– De acuerdo, entonces te llamaré Bip-bip.
– Mi nombre es...
– ¡Silencio, Bip-bip! Y escucha... – se acercó a mí, susurrando – ¿Recuerdas esa psicodélica madrugada? Yo sí. El camino de baldosas amarillas en el que me había acurrucado para dormir se transformó en un macabro camino de baldosas carmesí, iluminado por una amplia gama de vivos colores que recordaban al día del orgullo gay – comenzó a emocionarse, tenía esa lagrimilla en los ojos –. Se los llevaron a todos. Vivos y muertos, todos por igual. En cuestión de un par de horas el mundo quedó sumido en un silencio sepulcral. – dio un salto, alejándose de mí y dirigiendo su monólogo hacia un público invisible – ¡Con el primer rayo de sol llegaron los centinelas! Su objetivo, buscar supervivientes. Cuando encontraban a uno, los raptores aparecían, lo sacaban de su guarida y se lo llevaban. ¡Era el amanecer de las máquinas, el apocalipsis, y ningún humano podía interponerse!
– ¿Intentas decirme que las máquinas se han apoderado del mundo? – interrumpí
– Más o menos – respondió con una sonrisa forzada – Pensaba que era el único superviviente, pero cuando te vi rodeado de aquellos centinelas lo supe. Soy la resistencia. Somos la resistencia. Y mientras sigamos vivos no se habrán apoderado de nada – tenía la mirada perdida – No nos habrán arrebatado nada... – miró al exterior, melancólico – Ni a nadie...
Tras unos minutos en silencio, realizó una especie de reverencia teatral, sacó un frasco de anfetaminas, se tragó unas cuantas pastillas de golpe y me contó una versión menos épica, aunque más coherente, de su fin del mundo:
– Soy un actor sin escenario... La noche en la que el mundo se fue a la mierda, ¿Sabes dónde estaba yo? Trabajando. Lo vi todo, Bip-bip. Fue un baile de sangre y electricidad. Este disfraz me salvó la vida, ¿Pero a qué precio? Cuando volví a casa ellas ya no estaban. Se las habían llevado. ¿Por qué? Porque las máquinas tienen un plan para todos nosotros. Había perdido la esperanza, pero entonces te encontré – las anfetaminas comenzaron a hacer efecto –. Los centinelas tienen millones de ojos, pero yo llegué a ti antes que los raptores – puso sus manos en mi rostro y me agitó los mofletes –. ¡Es una señal! Tenemos que encontrar respuestas a las preguntas, preguntas a las respuestas y debo, debo, debo – estaba extasiado en su propio soliloquio – ¡Vamos Bip-bip, sigamos el camino de baldosas amarillas! – señaló hacia la pared del túnel – ¡No perdamos más tiempo!
Y así fue como, siguiendo el camino invisible de baldosas amarillas, salimos en busca de nuestro propio mago de Oz. En otras palabras, al final me cagué encima.
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La insignificante vida de un cazabots
Science FictionMi historia no es la típica historia apocalíptica en la que las máquinas se hacen con el control del mundo tras una masacre sin precedentes. Olvidaos de los perfectos héroes, de las hermosas damiselas y del monstruo malvado. Este es el paraíso de lo...