Los eventos acaecidos desde que Tinman colocó el disco de "Bananarama" en el tocadiscos hasta que la canción "Venus" llegó a su fin fueron algo surrealistas. Habíamos planificado cada movimiento con la destreza de un cirujano, teníamos claros los objetivos y conocíamos los riesgos. Como medida de seguridad, Sam había destripado aquella enorme máquina para, en el caso de ser necesario, poder quitarle la vida con facilidad. Nos sentíamos dioses, pero en realidad solo éramos niños jugando con algo que escapaba a nuestro control:
– ¿Puedo poner ya la canción? – preguntó Tinman, que se había vestido para la ocasión con lo que parecía ser un disfraz de Elvis Presley (de dónde lo sacó sigue siendo un misterio) – Enserio, necesito poner la canción – puso el dedo sobre un interruptor
– Espera un momento – miré a mi alrededor – ¿Estáis todos preparados?
Sam, que apuntaba con su escopeta al interior de la máquina, asintió. Sarah me miró con cierta preocupación, pero no tardó en levantar el dedo con gesto de aprobación. Spike, el mono capuchino, nos miraba con curiosidad desde lo alto de un armario. Spike, mi amado portátil, descansaba sobre el "Chevrolet Impala":
– Está bien – suspiré, nervioso – Dale al Play
Tinman conectó la corriente eléctrica de la granja. El irresistible ritmo de Venus inundó la habitación, arremetiendo contra nuestros corazones con toda la fuerza de la música pop de los ochenta. No tardó en ponerse a bailar, y así seguiría durante los siguientes tres minutos. Exacto, no nos ayudó. Un contador inició la cuenta atrás. Era ahora o nunca.
Mis dedos se deslizaron por el teclado con una melancólica sencillez, después de tanto tiempo volvía a ser yo. Mi antiguo yo. Escribía una letra tras otra y acababa con un Enter antes siquiera de que mi cerebro lo procesase. Había una conexión directa entre la máquina y yo, un amor incomprendido, una complicidad inusual... una adicción. Es algo que solo puedes llegar a sentir cuando te pasas la mayor parte de tu vida delante de un ordenador, cuando ese objeto inanimado se convierte en tu única familia. Es un poco triste, lo sé.
Diseñado por matemáticos de prestigio y programado por informáticos muy bien remunerados, CÚPULA había patentado su propio algoritmo para el cifrado de sus sistemas. Un muro de hielo más inquebrantable que el de "Juego de tronos". ¿Su única debilidad? El componente humano. Es posible que hubiéramos evolucionado tanto como para que los robots se acabasen revelando contra nosotros, pero lo cierto es que las viejas (y malas) costumbres nunca mueren. Seguía siendo necesario un camino rápido para acceder a cualquier lugar del sistema, una puerta de atrás... y a mí me la mostraron.
El famoso usuario genérico conocido como "admin" fue el que utilicé para las pruebas. Sin embargo, para adivinar la contraseña tuve que utilizar toda mi imaginación y estrujarme los sesos hasta el punto de que casi me sangraron los ojos... es broma. Comencé a escribir "CPL" (una... ejem, ingeniosa abreviación de CÚPULA), seguido de las tres primeras letras de cada mes y los dos últimos dígitos del año actual. ¿Complicado, eh?
Cuando las chicas de "Bananarama" repitieron por segunda vez "She's got it, yeah baby, she's got it", los secretos corporativos de la empresa quedaron al descubierto. Había accedido:
– ¡Lo tengo, he entrado! – miré el contador – Nos quedan menos de dos minutos, será mejor que nos demos prisa – Sarah se acercó, emocionada – ¿Siete semanas?
– Eso es, chico friki – me molaba mi nuevo mote – Primero revisa los últimos registros del día en el que empezó toda esta mierda, tenemos que encontrar el origen
– Caídas en cadena de casi todos los sistemas – escudriñe los abismos del apocalipsis –. El último servidor en caer fue el de Pekín... Dubái, Estambul, Madrid, Nueva York... – los nombres que desfilaban por la pantalla del ordenador mostraban la magnitud del ataque – Mira las horas, son las mismas. Apenas varían unos segundos.
– ¡Tiene que haber alguna relación! – se estaba poniendo nerviosa, el tiempo corría en nuestra contra – Busca más detalle. Milisegundos, microsegundos...
– Sigue sin haber demasiada... – dejé de hablar, no podía creer lo que veían mis ojos – Esto no tiene sentido – a medida que aumentaba la profundidad de las horas, más claro estaba el origen de la infección – Es mi ciudad, se originó en mi ciudad.
Había estado en plena "Zona cero" sin saberlo, y había sobrevivido. Parecía una broma del destino. Tinman se subió a una mesa y meneó las caderas como si no hubiera un mañana:
– ¡Ven aquí, Bip-bip, casi ha terminado la canción y te estás perdiendo lo mejor! – empezó a cantar – ¡She's got it, yeah baby, she's got it!
– ¡Rápido, busca supervivientes! – exigió – No podemos hacer esto solos
CÚPULA disponía de un sofisticado método para el "control de población" que le permitía determinar la demanda de oxígeno. En otras palabras, generaban oxigeno según la necesidad de cada zona. Nuestra teoría era que allá donde hubiera oxígeno habría vida:
– ¡Rápido, rápido! – señaló el contador, menos de treinta segundos
– ¡Hay demasiadas estadísticas! – comencé a temblar – Es como buscar una aguja...
– ¡Podría estar así toda la noche! – gritó Tinman (era de día)
– Tengo algo – iluminación divina – Centro comercial "Last frontier", a cien kilómetros al sur de nuestra ubicación. Hay niveles de oxígeno ligeramente superiores a la media
– ¡Se está convirtiendo, apágalo, apágalo! – gritó Sarah, Sam se adelantó
– ¡Traga plomo, máquinah hideputa de loh huevoh! – disparó hasta vaciar el cargador
La máquina cayó muerta a mitad de transformación, poco antes de poder alzarse contra nosotros. Se había doblado de tal forma que parecía un perro de metal gigantesco, sus fauces enredadas en cables multicolor nos habrían descuartizado en cuestión de segundos:
– Lo has hecho muy bien, chico friki – Sarah me miró – ¿Que contraseña utilizaste?
– ¡Que no pare la fiesta! – gritó Tinman
Al ritmo de los últimos versos de la canción, extasiado por su propia emoción, Tinman golpeó uno de los ordenadores al igual que "Marty McFly" al final de "Back to the future", iniciando una reacción en cadena que los tiró todos al suelo y que, para nuestra desgracia, provocó que varios de ellos se encendieran. Echabais de menos que huyera de las máquinas, ¿Verdad?
ESTÁS LEYENDO
La insignificante vida de un cazabots
Science FictionMi historia no es la típica historia apocalíptica en la que las máquinas se hacen con el control del mundo tras una masacre sin precedentes. Olvidaos de los perfectos héroes, de las hermosas damiselas y del monstruo malvado. Este es el paraíso de lo...