<<Me estás diciendo que has construido una máquina del tiempo... ¡¿con un DeLorean?!>> ¡Oh, Marty McFly! Como te entiendo. Con esa misma expresión de sorpresa e incredulidad me quedé yo cuando mi abuela entró en mi habitación al más puro estilo Terminator, tirando la puerta abajo y corriendo hacia mí como un zombi hasta arriba de esteroides. Ese fue el principio del apocalipsis... pero solo para mí, ya que para el resto del mundo sucedió unas cuarenta horas antes.
Me imagino el cuerpo sin vida de un futbolista cachas, si, ya sabéis, de esos que se llevan a todas las chicas al catre y son adorados como falsos dioses, pues eso, me imagino su cuerpo siendo sodomizado por un robot en mitad de la calle mientras yo, tranquilamente, comía palomitas. Y, no muy lejos de la verdad, seguramente sucedió así.
Esta parte de la historia trata sobre el principio del fin y el fin del principio, y se remonta a un típico fin de semana friki. Habitación en penumbra, iluminada tan solo por la pantalla de mi ordenador. Ojos con ojeras, rojos por horas de vicio. Un Redbu...¡ejem!... publicidad no, quería decir, una bebida energética recién abierta sobre la mesa y varias latas vacías a su alrededor, hermanos caídos durante las últimas batallas online.
Recuerdo esa última partida. Tan solo quedaba yo, todo el equipo dependía de mi. El contador estaba uno a uno, es decir, la siguiente muerte era la decisiva. Recargué el arma, asomé la cabeza al mismo tiempo que buscaba a mi objetivo y... headshot, Game over. Creo que no exagero al afirmar que medio barrio me habría oído exclamar <<¡Hijo de puta!>> de no ser porque mi habitación estaba insonorizada. No obstante, la bebida energética sí escuchó mi grito. Me miró asustada, le devolví la mirada y, presa del pánico, la pobre intentó huir de mi rodando por la mesa, liberando a su paso el contenido de su interior sobre mi ordenador. En realidad di un puñetazo a la mesa, pero prefiero esa otra versión.
Puede parecer un hecho irrelevante, pero lo cierto es que de no ser por aquella bebida puede que fuera mi cuerpo el que estuviera siendo sodomizado por un robot.
Bien, sábado de madrugada y sin ordenador. Aunque lo llevase a reparar no estaría operativo hasta dentro de unos cuantos días. Tenía suministros para todo el fin de semana en mi mini-frigorífico, un baño privado y mi abuela (si, vivía con mi abuela) nunca me molestaba... al menos no desde que le implantaron un microchip para paliar los efectos de la demencia senil.
¿Qué podía hacer? ¿A quién recurrir? Ha llegado el momento de presentaros a "Spike", mi viejo ordenador portátil. Cuando lo saqué del armario me embriagaron bellos recuerdos, mientras le limpiaba el polvo me preguntaba porque lo había abandonado y tras conectarlo a la red y encenderlo lo recordé. La mayor diferencia que este pequeñín tenía con sus descendientes era el sistema de inteligencia artificial integrado. No era nada estándar, lo habían personalizado por completo (a la carta como quien dice), pero estaba anticuado:
– ¡Hola! - exclamó – ¿Qué tal te encuentras?
–Mal Spike, muy mal. Necesito retomar rápidamente mi última partida, por favor.
– Buscando en local... Quieres retomar la película "Chicas calientes de..." – bajé el volumen del ordenador, llamémoslo instinto, pues realmente con la insonorización nadie habría escuchado nada
– No, no, no - respondí – la última partida online.
– Buscando en online... – tardó unos segundos en responder – No hay conexión.
– ¿Cómo que no hay conexión?
– El servidor no responde.
– Debe de estar caído... joder...
Primera advertencia. Había comenzado, era el apocalipsis, el fin del mundo, las máquinas se estaban haciendo con el control. Yo, sin embargo, pedía a Spike, con cierta amargura, que reprodujese de nuevo la película "Chicas calientes de..." mientras me quitaba las legañas.
Desperté al día siguiente, sobre las seis de la tarde, y me preparé para otra maratón de videojuegos, series y películas. Un arsenal de comida basura reposaba sobre mi mesa, aún pegajosa por la bebida energética que había matado a mi ordenador. El servidor seguía caído, así que me pasé el resto del día y de la noche sumergido en mi propio mundo virtual, confinado entre esas cuatro paredes, aislado del resto del mundo mientras Skynet (no se llamaba así, pero hubiera sido gracioso) doblegaba al mundo, haciendo retroceder a la raza humana hasta la edad de piedra (excepto a aquellos que tenían un SAI, como yo).
Y cuando la población mundial descendió de los veintitrés mil millones de habitantes a veintidós mil millones, doce mil millones, siete mil millones... cuando descendió lo suficiente como para comenzar a buscar a los que estaban escondidos... entonces fue cuando el apocalipsis llamó a la puerta de mi habitación.
Serían las siete de la tarde, domingo, cuando la puerta estalló. Yo estaba, por supuesto, delante de Spike. Me di la vuelta rápidamente y miré a mi abuela:
– ¡Pero qué!... ¿Abuela? – tenía la mirada perdida y la cara ensangrentada – ¡Abuela!
Se abalanzó sobre mí, pero la esquivé con un ágil movimiento de pies propulsando mi silla de ordenador hasta casi el otro lado de la habitación... con Spike en mi regazo. Observé como mi abuela se estampaba contra el ordenador de sobremesa y como se reincorporaba inmediatamente. Me buscaba con los ojos. Parecía estar poseída por un drogadicto, tenía espuma en la comisura de los labios como una perra rabiosa (lo siento abuela, por lo de "perra"). Finalmente me encontró y volvió a atacar. Con una agilidad sobrehumana, saltó de nuevo sobre mi y, esta vez, me tiré al suelo para esquivarla.
El tiempo se ralentizó. Esta parte la recuerdo a fotogramas: Yo cayendo, yo en el suelo, mi abuela volando por encima de mí, mi abuela rompiendo el cristal de la ventana con su cabeza, Spike a mi lado reproduciendo "It's the end of the world" de R.E.M, trozos de cristal sobre el suelo de mi habitación, los pies de mi abuela desapareciendo por la ventana... y una breve conversación con nadie:
– ¿Qué cojones? – pregunté al aire
– It's the end of the world as we know it (and i feel fine) – respondió la canción
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La insignificante vida de un cazabots
Science FictionMi historia no es la típica historia apocalíptica en la que las máquinas se hacen con el control del mundo tras una masacre sin precedentes. Olvidaos de los perfectos héroes, de las hermosas damiselas y del monstruo malvado. Este es el paraíso de lo...