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Milk

Sé lo que sucederá una vez baje del auto que vino por mí al trabajo, relamo mis labios haciendo de lado los pensamientos razonables y contras para tomar el coraje y abrir la puerta y salir, a él, el dueño de toda la extensa mansión frente a mí, no le gusta verme con lentes, ni con vestiduras de baja economía, y es por ello que no intento siquiera arreglar mi desordenado moño y colocarme mis lentes.

Aja, con la miopía una no ve nada de lejos.

Así que mejor con vista que tenerla borrosa.

Me adentro al establecimiento sin doblegarme, sin permitir el ingreso del nerviosismo en mi sistema, aliso mi falda y mantengo mi seriedad al ingresar al salón principal, el sonido de mis pasos son eco en esta gran extensión de lujos, incluso un jarrón que lo adorna cuesta más que un sueldo ganado al año.

Elegante.

Dominante.

Indómito y autoritario.

Son palabras que describen a mi prometido, quien se ha rehusado a soltar mi mano pese haberlo plantarlo en el altar, ¿lo humille? Neeeeehh, ¿me dolió hacerlo? Neeeh.

¿Me dio miedo cuando me enfrento sin una muestra de decepción? Pues... Si decir que me dio la follada de la vida es muestra de su decepción... ¡Que me lo muestre todo lo que quiera!, estoy loca.

Sentado en el sofá individual con los brazos en los reposabrazos con una expresión neutra, aquel cabello oscuro que cubre ciertas partes de sus ojos ámbar que miran con cautela mi acercamiento.

—Bienvenida a tu hogar, querida. —Muerdo mi mejilla interna ante el escalofrío que recorrió mi espina dorsal al escuchar su ronca voz con aquel acento que lo caracteriza.

—Bueno, era momento de ver al puto obsesionado para ponerle pausa a su insistencia.

—Echaba de menos a mi mujer, ¿hay algo de malo en ello?, no, no lo hay, así que omitiré el hecho de que no acataste mi mandato —Se levanta reparándome de pies a cabeza— entraré a nuestra habitación en diez minutos, espérame allí. —Se acerca y me mantengo en ese lapso aguantando la respiración ante su tacto en mi mejilla y deslizarse por mi mentón con el dorso de su mano.

Reemplazo su lugar en mi mente cuando cierto rubio falso solía acariciarme el contorno del rostro y escuchar su morbosidad en mi oído que humedecía mi entrepierna ante el calor de su aliento y lo que me decía.

Me desplomo en la cama de la habitación, hay cuadros de pinturas colgadas, donde soy la modelo erótica, hay veces en la que un acosador te acorrala y no tienes escapatoria, yo no lo tuve, creo que caminé por debajo de una escalera, pisé sal o me desperté del lado del pie equivocado al ganarme a un hombre imposible de quitármelo de encima.

Es un carcomiento que me defino en dos bandos, el primero, es molesto y tedioso, el segundo, lo necesito. Y tercero, da bueno masajes.

Joder, que ricos masajes.

Tiene una imagen impecable ante muchas personas, pese a que lo planté, aquello ni siquiera movió un centímetro de su imagen, siguió intacto, y eso a mí me hastío tanto.

Cuando ingresa me tiende el celular, ya esta el número marcando, y espero a que conteste mientras me quita los lentes y deshace mi moño pegando sus labios en mi cuello repartiendo besos e inhalando mi aroma profundamente.

—Te eché de menos.

Contesta.

Cuando creo que no lo hará, contesta.

—Pasame a mi hijo. —Pido— Por favor. —Añado cuando los botones de mi blusa salen de su lugar esparcidas en el suelo ante su fuerza.

El suspiro del padre de mi hijo me hace tragar duro, con nervios a su respuesta.

—Déjalo en paz, ¿por qué no lo entiendes? —Sus palabras oprimen mi pecho y cierro mis ojos evitando que se me cristalicen.

—Quiero escuchar su voz...

—No.

—Por favor...

—No es sano para tí, ni para él. —Abro los ojos y la ira me carcome al saber que no me permitirá siquiera aquel derecho.

—Tú no sabes como me siento.

—Es lo contrario, y por ello lo hago. —Mis labios tiemblan y mi voz se atora en el nudo de mi garganta al escuchar en el fondo su voz.

Papá vamos a conseguir los preparativos de mi hermana. —Mi niño.

Mis manos tiemblan, queman, no respiro bien, mi mente es un caos, estoy en un limbo, ¿que hice? ¿por qué me alejaron de su cercanía?

Porque testificó en contra de quedarse a tu lado.

Cuelga, y es suficiente para que sea un mar de inestabilidad, que mis muros se destruyan y todo en mí se enfríe.

Él toma mi nuca y acerca su rostro uniendo nuestros labios entreabriendo el mio para meter con su lengua aquella pastilla que se deshace en mi paladar.

El dolor se va haciendo un nudo pequeño, la frialdad se vuelve tibio, el temblor se vuelve calma y pronto solo quiero perderme en el total de perdición en el cuerpo de mi prometido con la ilusión en la mente de aquel tipo que en mi vida dejé de pensar.

...

Mente abierta por favooor.

La pastilla que él le dio fue un tipo de droga que calma su ataque de nervios y ansiedad depresiva, no lo explico mucho porque sino estaré recordando que lo hacen por un motivo que hace aguar mis ojitos 7-7.

¿Teorías?

No Soy Juguete De Nadie II✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora