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Milk

—¿Por qué usas lentes?, no es que opaque alguno de tus rasgos. —Cierro la puerta cuando entra quitándose la chaqueta.

Pestañeo, el cansancio e insomnio es notable en mí, por lo que he avanzado mi trabajo por medio virtual, hay muchos vasos de plásticos de café en mi mesa junto a papeles y mi laptop, su visita no se me pasaba por la cabeza, pero molestia no es.

—Los estudios en la universidad me tenían muy pegada a computadoras celular, tablet, libros y estrés, por lo que conseguí tener miopía, ¿a poco no me queda fabuloso?

—No negaré aquello. —Sonrío viendo como recoge los vasos en uno y buscando el basurero el cual apunto y lo deposita.

Restrego mis ojos cansados evitando bostezar, me acerco a mi laptop y le doy enviar al archivo contable, lo he terminado cuando él tocó mi puerta.

—¿Por qué cambiaste de apariciencia?

—Cerrando ciclos.

—Que gracioso. —De mi voz no sale ni una pizca de broma, por lo que me dirijo a mi cocina para tomar agua.

Me siento cansada.

Mucho.

—¿No preguntas por qué estoy aquí?

—Por mí. Lo tengo claro, como el agua. —Siento que el agua que trago no cesa mi sed ni disminuye el amargo sabor que tengo desde ya días.

—Que ego. —Se limita a decir sentándose en mi mesón— Dime, ¿por qué estás triste?, no creas que no lo he notado. —Quisiera decirle que mis ojos están arriba y no en mi escote, pero no me incómoda que su vista este ahí.

Termino mi vaso de agua y no me pongo límites al verlo de pies a cabeza.

Esta para comerlo y no como pan con mermelada.

Me quito mis lentes y lo dejo sobre la microondas me acerco al lavado y me echo un poco de agua por la cara y parte del cuello, me falta muchas piezas para lograr mi tranquilidad, y una de ellas está aquí.

—Hablé con mi ex esposo, escuché la voz de mi hijo y me acosté con mi prometido. —Necesito un trago.

—Oh, ya veo. —Finalmente sube la mirada ansiando mis ganas de ver aquellos oscuros mirándome con devoción. — Espera... ¡¿Ex esposo?!, no que casarte no estaba en tus pla... —Se traba sin terminar la última palabra, abro mi heladera y saco dos latas de cerveza, una de los entrego— Gracias.

Abro mi lata y me siento en el mesón columpiando mis pies, la noche desde mi ventana se ve aburrido, tomo un trago y mi piel reacciona ante su dorso acariciando mi hombro jugando con la tira de mi pijama.

—Cambiaron muchas cosas y formas de pensar en mí, aunque casarme y a la tercera semana pedir el divorcio fue primera plana en mi ciudad. —El drama esta en mi sistema, creo que hasta puedo asegurarlo.

—Estás llena de sorpresa.

—No lo digas mirando mis tetas. —Golpeo despacio su brazo, su sonrisa se hace presente y pincho con mi índice uno de sus hoyuelos.

—¿Entonces te casarás por segunda vez?

—Sí me lo propones tú, pues...

—Ya quisieras.

Su burla hace que me ría, no controlo mi mano libre cuando se posa en su abdomen y confirme mi sospecha— Esto esta duro. —Ensancha esa sonrisa traviesa y recuerdo hacer esto la primera vez que tuve curiosidad de toquetearlo, lo cual terminó conmigo de rodillas frente a él.

—Ve más abajo.

Deslizo sin pudor hasta su entrepierna sobre su pantalón ocasionando que trague duro el trago de cerveza. —Esto también está duro.

—Eres una sucia, toqueteas a un virgen. —se persigna y yo reviento en una carcajada cuando susurra que es un angelito.

Termino mi lata y no aparto mi mano en el lugar que esta incluso cuando me bajo del mesón y jalo del borde de su cierre atrayéndolo a mí respirando su aliento lo cual me pone nerviosa, relamo mis labios mirando los suyos, estamos demasiado cerca, su corazón lleva un ritmo cardiaco ruidoso que esboza una sonrisa en mis labios.

—Lamento mucho haberla cagado en grande esa vez. —Levanto el rostro cuando recarga su frente sobre la mía, el agarre de sus manos en mi cadera me pone vulnerable, siempre lo fui ante su cercanía. — Lastimarte no era lo que quería...

—Ya no te quiero...

Asegura, rozo su nariz con la mía acercándolo más, mi mano libre se aferra a su pecho, esto no me incómoda, desear mas su cercanía no me molesta, sentirlo se vuelve una necesidad muy grande en este momento.

—Yo sí. —Él no lo sabe, no sabe muchas cosas.

Mi calidez cree volverse un volcán en erupción cuando intento besarlo pero se vuelve un descargue atascado cuando se aleja.

—Eras la mujer que quise, por lo cual solo quiero tener una amistad que no mencione lo que ocurrió, porque de mi parte no ocurrirá de nuevo. —Se acaba su lata de cerveza caminando hasta la ventana extendiendo sus brazos a los lados dejando ver que tiene una forma masculina envidiable.

....

No Soy Juguete De Nadie II✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora