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Gohan

—Llegaremos tarde, vamoooos. —Jalo su mano sacándolo del taxi escuchando que algunas monedas se cayerón al tapiz al intentar pagar.

Aprieto mis labios, los demás están ingresando, mamá dice que llegar diez minutos antes es llegar puntual, pero como papá es quién esta a mi cargo por estos días la puntualidad no es algo que sea de su sistema.

Su celular suena, se detiene a contestar, zapateo el suelo viendo a mi maestra en la entrada de la escuela, hago un mohín y lo miro con enojo.

—¡Papá!

—¡Ya! —Quiero soltarme de su agarre, y lo logro con un éxito de caerme de frente al suelo— Tu nieto acaba de caerse, se ve muy patético.

¡El abuelo!

Sacudo la suciedad de mi uniforme y estiro mis manos para que me lo pase, quiero hablar con mi abuelito.

—Quiero... Papá... quiero hablar con mi abuelo.

—Sí, exacto, esta bien, toma —se inclina a entregármelo mientras avanzamos.

—¡Abuelo!

—Hola señorito, ¿cómo te sientes en tu supervivencia con tu padre?

—Mal, no dejó que comiera Nutella con galletas... ¡y se enojó conmigo!

—Ya vas a comenzar con tus reproches. —Dice con una cara que siempre muestra que mi honestidad no es de su agrado en cuanto se refiere a que lo delate.

—¿Cómo? ¡pero si eres adorable señorito!

—¡Lo sé!

—Sshh, bajale el volúmen. —recomienda mi padre y le doy una palmada en su rodilla cuando le hace ojitos a mi maestra.

Cuando hace eso no se porqué mi maestra también le hace esos ojitos.

—Dijo que primero va la leche y luego el cereal, ¡pero eso no es verdad!, primero es el cereal luego la leche. —Aclaro— Abuelito ya te extraño muchito.

—Primero que nada, el plato hondo va primero y luego lo que viene, y segundo, igual te extraño señorito. —Sonrío riendome un poco.

—Cuida mucho a la abuela, yo cuidaré a tu hijo.

—Soy tu padre mocoso. —murmura con un mohín.

—Muy bien, te lo encargo pequeño señorito. —asiento, y luego él me quita el celular despidiéndose sin dejar que yo lo haga.

Veo a mis compañeros dentro del aula, papá pasa saliva por uno de sus dedos y lo pasa por mi cabello, es incómodo, pero gracioso. Se acuclilla a mi altura.

—Pasaré por tí a la salida, ya sabes, no hables con desconocidos, no aceptes dulces ni bebidas de personas que no conoces, no te separes y alejes de la escuela, y sobretodo diviertete y aprende mucho, ¿jalas? —Ubico mi mano en su ojo que se cierra de inmediato, casi atrapo el color de su ojo.

Es un esmeralda que quiero tocar.

—Jalo. —Le sonrío— Nos vemos, papá.

Asiente, entreabre sus labios, espero que diga algo, aunque termina por levantarse y se marcha.

Quiero ver a mamá, ya pasaron muchos días, espero que vuelva, y que su amor por mí no se haya disminuido ni un poquito.

Coloreamos, hacemos unas figuras con una masita, la niña de ojos lilas se abre paso entre la multitud cuando me piden que dibuje y escoja un modelo.

—Tendrás el privilegio de dibujarme. —ubica sus manos en su cintura.

—Oh... Okey. —Digo.

Los demás hacen actividades, termino de dibujar y la niña me hace a un lado para ver el dibujo.

—¿Estoy bonita?

Arrugo mis cejas ante su pregunta viéndome con algo que no logro entender. —¿Tus zapatos? —los miro— pues si... Están bonitos.

Hace un mohín y se va enojada, ¿le dije algo malo?.

Paseamos por las afueras de la escuela limpiando los alrededores, no hay mucha basura, no me separo mucho del grupo como lo dijo papá, alzo una botella, luego otra, después un papel, y sin saber de donde cae mucha basura, una bola de papel me golpea en mi cabeza.

—Niño, hazme el favor de tirarlo a la basura, ¿serás un niño bueno al hacerlo? —es un señor en un auto sacando dos latas y echarlo a la calle.

No le respondo, tampoco le hago caso por que no se ve como una buena persona, es un desconocido y por ello debo alejarme, mi maestra ya se está aproximando por lo que respiro con alivio acercándome a mi curso escuchando al adulto que recoja la basura.

—Hijo de puta, reverenda mierda. —Papá— Mi hijo no tiene porque hacer lo que te corresponde. —Cubro mi boca cuando veo que le lanza las latas al adulto desconocido.

Me emociona cuando papá demuestra que es fuerte, y cuando el señor sale de su auto empujando a papá, él lo derriba con su puño, la maestra se acerca a detenerlo mientras yo animo a mi padre recibiendo un fuerte jalón en mi pelo que logra derribarme al suelo.

—¡Dile a tu papá que deje al mio en paz!

—¡Tu papá se lo buscó! —le escupo y me levanto para jalarle el pelo.

Madre me ha dicho que si alguien te da un golpe es porque sabe que tendrá la fuerza de soportar el devuelve.

Así que soy enviado a la dirección junto a mi padre con el padre y el niño por pelearnos, le saco la lengua al niño y grito con energía al ver a mi madre ingresar a la dirección y abrazarla.

—Mamá, mira, le saque un diente. —Le muestro lo que tengo en mi puño, muestra su saludo a los presentes y se agacha a mi oido para decir.

—Bien hecho, mi niño.

...

No Soy Juguete De Nadie II✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora