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Milk

Abotono el último botón de mi blusa frente a mi espejo de cuerpo completo pasando mis palmas por los costados de mi cuerpo, abro un estuche de maquillaje mezclando con un poco de lila y oscuro en mis parpados, bufo cuando veo que lo hice fatal.

Parece que me hubiesen dado tremendo puñetazo.

Intento limpiarme, pero mi celular vibra, mascullo una maldición al ver la notificación de mi agenda, debo pasar por las hojas de cálculos en la biblioteca, así que dejando de lado todo guardo mi celular en mi bolso y cierro con seguro mi apartamento corriendo a la avenida para conseguir un taxi.

Dentro de uno tecleo un informe rápido en mi laptop sobre las estadísticas de la empresa en la que estoy trabajando temporalmente, lo termino antes de que el taxi se detenga, cierro mi laptop y lo guardo en mi bolso saliendo del taxi y pagándole.

Me coloco mi identificación entrando a las instalaciones de la biblioteca al cubículo del cajero, me da un informe oral que anoto mentalmente resumiéndolo y escribiendo en mi celular a mi jefe lo más importante del informe dicho del contador, me entrega las hojas de cálculos, los guardo en un folder en mi bolso y estrecho mi mano con la persona antes de retirarme.

—¡Aquí mami y papi me hicieron! —Miro con estupefacción a la familia que ingresa a la biblioteca con un niño demasiado sonriente, desde aquí se ve que es muy enérgico.

Que lindo.

La mujer se va a otra sección, el niño corre a otra chocando conmigo ocasionando que golpeara el estante de libros y que cayeran algunos, sin embargo no parece afectarle ya que sigue corriendo, me inclino a levantar los libros caídos y los ubico en su lugar, miro al infante trepar al estante, me asusto demasiado cuando el mueble se mueve así que me apresuro a llegar y tomarlo debajo de sus hombros para dejarlo en el suelo.

—Puedes caerte, no intentes trepar. —Se tensa cuando lo miro a los ojos, sus mejillas rellenitas se acumulan en un sonrojo que lo hace lucir muy adorable.

Llama a su padre, aunque es confuso cuando él intenta pasar de lado, lo detengo, niega que es su hijo, pero el niño se prende de sus piernas llamandolo muchas veces padre y es cuando admite que es su hijo alzandolo.

Comento sobre su actuar, se quita los lentes y es ahí viendo el verdoso en sus ojos que no le presto mucha atención, hablo, responde, no obstante lo reconozco después de muchos minutos.

Su aroma es inigualable, un tipo de aroma que jamás se olvida, incluso es mas arrasador y exquisito, emana dominio y malicia, y cuando el infante se va con su madre, una hermosa mujer que mencionó que no es su esposa, pregunta mi apellido.

Se lo digo.

Intercambiamos unas palabras antes de soltar. —Son Goku, no has dejado tus insinuaciones. —su altura intimida y aquella mirada que parece tener intenciones de hacerme sentir inferior solo logran que vuelva a relamer mis labios cuando pronuncia mi nombre y apellido.

Cielos, es como volver atrás, aquella historia que tiene una incógnita de final pero muchos signos de admiración ante las experiencias vividas. En donde me sentí viva.

Le sonrío, pero antes de decirle algo mi celular vibra, rompo nuestra conexión visual para responder.

Idiota #1 al otro lado de la línea.

—¿Qué quieres?

¿Dónde estás?

Trabajando. —Él saca un libro que muestra de portada a una mujer vendada y con las manos esposadas estando de rodillas dando la espalda, desnuda, caliente.

Ven a la cena familiar, ya te he depositado lo acordado. —Suspira, mucho tiempo de abstinencia lo tiene urgido.

Como si me diera orgasmos que merecierán ser recordados.

Cuelgo antes de que comience con su drama, miro al hombre que se encuentra a mi lado pasando de página por el libro erótico.

—Te ves bien para ser una treintañera. —Comenta cerrando el libro mirándome, pero no específicamente a mis ojos.

Ubico una mano en mi cintura y la otra la llevo a su barbilla para cambiar la ubicación de sus ojos de mis senos para que me vea. —No tengo treinta, deberías saberlo.

—Tonterías muñeca. —Se suelta de mi agarre.

Su expresión dura y molestia clara no me afecta, sino todo lo contrario, aunque debo admitirlo, ocasiona nostalgia.

—Papá. —El infante vuelve a impactarse contra sus piernas riéndose mucho viéndose sus lindos hoyuelos en sus mejillas— Quiero chocolate....¡chocolate!

—No, sabes muy bien que el exceso de azúcar te sienta mal. —Se arrodilla a la altura del pequeño que aun con el rechazo niega.

—Chocolate papá....¡vamos por chocolate! —No tiene razonamiento, hace unos ojitos que incluso me doblegan a mí.

Tuvo un hijo demasiado tierno.

—¿La bruja de tu madre?

—¡Urgencia! —Es lo único que dice, parece que él lo entiende porque agarra la mano de su hijo y se voltea a verme.

—Me voy, tenga buen día, Gyumao. —Evita verme, pero no a mis senos, no es por presumir, pero fui bendecida al tener buenos atributos en estos años.

Asiento, aunque antes que se vaya envuelvo su antebrazo sacando una una tarjeta.

—Llámame.

—Seguro... —mira la tarjeta, sus cejas se fruncen y una sonrisa maliciosa se asoma en sus labios— ¿Número de habitación del hotel en el que te hospedas?

—Me gusta más el intercambio de conversación en persona. —Le resto importancia maldiciéndome por equivocarme al no darle mi tarjeta de número de celular

Asiente y se va con su hijo.

Hijo.

Veo la foto de pantalla de mi celular por unos segundos antes de bloquearlo y seguir trabajando.

...

No Soy Juguete De Nadie II✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora