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Goku

Brinco atragantandome con el trago cuando una fuerte palmada en mi trasero me sacó de mis pensamientos, la pelinegra lleva su cabello atrás sentándose sin mirarme pidiendo un trago el cual cuando llega se lo quito.

—¡Hey!

—Atrevida. —Digo tomándome todo el licor, relamo mis labios y dejo el vaso sobre el borde de la barra. —¿Me seguiste?

—Casualidad, vengo por un trago.

—Honestidad ante todo nena, no excusas baratas. —Me siento de lado para verla, no esta con sus lentes, su pecho sube y baja como si hubiese corrido una maratón, está con su pijama, pero con pantuflas de conejo y una chaqueta que cubre su escote.

—La casa invita. —Dejan unos bocadillos sobre la barra, miro a la cantinera que esta secando unos tarros sonriendo con cara de loca shippeadora

Ella prueba uno, me gusta como se mete uno y luego otro, después de lo sucedido en su cocina me cuestioné el porqué estaba allí, por lo que me despedí y vine a un bar, pero hemos aquí, de nuevo al lado del otro, viéndola con malicia como se traga los afrodisíacos.

—Esto está rico, prueba. —Lleva uno a mis labios, no me opongo por lo que sujetando su mano le doy una mordida al bocadillo.

—¿Qué tal los afrodisíacos?, nuestra preparadora exclusiva está pensando en incluir más postres que aumenten las feromonas o algo así, ya saben, por lo del bar que se convertirá en un club lascivo. —Comenta secándose las manos mi prima.

—A Milk le ha gustado, ¿ves? —Lazuli parece gustarle esa respuesta ya que saca una canasta pequeña de chocolate y se lo ofrece.

Dulce de chocolate afrodisíaco.

La pelinegra lo prueba y muerdo mi mejilla interna cuando gime de delicia, sus pupilas dilatadas parecen hipnoticos.

—Delicioso. —Susurra sonriente.

Lazuli me da un manotazo que me hace reaccionar y verla, mi prima me reclama y ríe de mi poca discreción al mirar aquella escena.

—Sabes que santo no soy. —Le digo.

Milk pide un cóctel, suena una música que hace que golpee la barra llamando mi atención ante su emoción.

—River Bishop Briggs, es taaaan sexy, ven. —Practicamente me jala a una de las mesas de la esquina sosteniendo con su otra mano la canasta de chocolate.

—¿Qué harás? —cuestiono sentándome— ¿bailarme con sensualidad?

—Pues tienes el privilegio. —Su seguridad me hace sonreír y sentarme cómodo cuando sube a la mesa dándome la espalda.

Canta, y su inglés es tan desigual al de la canción que digo: Buhh.

Pero lo intenso comienza al quitarse la chaqueta cayendo sobre la mesa, sus manos acarician sus curvas y ante la tonada potente sacude su trasero, mueve sus caderas, y al darse la vuelta su pelo gira alborotandose dejando ver su rostro reflejando diversión y sensualidad, muerdo un chocolate, necesito algo frío, con urgencia.

—Invocarás un demonio con tu inglés. —se baja de la mesa y no puedo creer que su persona me desestabilice y caliente en pocos segundos al sentarse sobre mí.

Oh cielos.

Su aroma se está volviendo uno de mis favoritos, la calidez que emana su cuerpo provoca al mío, pero no dejaré que me vea afectado, levanto la mirada hacia los suyos, aprieta su torso contra el mío, es tentador, arrasador, se lleva mi autocontrol con sus manos aferrándose a mi cabello.

—Los demonios son seres pecaminosos que provocan muchos males, eres un demonio...

—¿Así? —Aprieto mi agarre en su cadera, no rompe nuestro contacto visual. —¿Por qué?

Sus manos se deslizan a los mios y las ubican con rapidez en su trasero, los aprieto contra mí, sus manos vuelven a mi cabello y cierro mis ojos ante la humedad de su lengua lamiendo mi mejilla y llegando a la comisura de mis labios, tenso la mandíbula, no puede estar haciendo esto.

—Solo quiero hacer cosas malas contigo. Eso responde a tus interrogantes. —Susurra sobre mis labios, su aliento dulce se mezcla con el mío.

El sí, el no, caer o no, ¿debo fundir esta provocación? ¿seguir con lo que yo mismo me dije?, si la beso estaría contradiciéndome, estaría volviendo a ella.

—Estás invadiendo mi espacio.

—¿Seré castigada? ¿estilo sumisa y amo?

Alejo un poco, un poquito nuestra cercanía para detallarla, — Eres una sucia.

—Pues me encanta serlo. —Hunde su rostro en mi cuello, llevo una mano a su espalda y la acaricio de arriba a abajo mezclando todo de nosotros en esta clase de abrazo íntimo.

—Erizas mi piel con tu respiración en mi cuello. —Beso su frente cerrando mis ojos apretándola más contra mi cuerpo.

—¿Sí? —Emite muy bajito, me guardo el jadeo ante la humedad de su boca besando y lamiento mi manzana de Adán lo cual no me deja pensar con claridad. —puedes decirme lo que hace reaccionar mi boca ahora mismo.

Que me la levantas.

Que no me dejas pensar muy bien.

Me dejas en un limbo en si seguir o parar.

—Cóctel para la señorita. —Abro mis ojos, Lazuli me señala con los ojos un cartel donde esta prohibida el manoseo.

No me gusta lo mucho que mi cuerpo quiere atraerla cuando se aleja para aceptar el cóctel y sentarse sobre la mesa, Lazuli se marcha, y yo solo puedo ver los húmedos labios rosados de mi ex.

....

No Soy Juguete De Nadie II✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora